Manos Limpias denuncia que en las saunas del suegro de Sánchez se grabó a ministros
Miguel Bernad asegura que ayudó al padre de Begoña Gómez a regularizar sus licencias a petición de García Castaño
El secretario general del sindicato Manos Limpias, Miguel Bernad (Bilbao, 1942), es el hombre cuyas denuncias han iniciado algunos de los procesos judiciales por presunta corrupción que cercan hoy al Gobierno de Pedro Sánchez. Su huella está en el caso Begoña, el caso David Sánchez y el caso del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. Durante cerca de cinco décadas fue funcionario de la categoría más alta en el Ayuntamiento de Madrid, años en los que conoció a Sabiniano Gómez, padre de Begoña Gómez. Cuenta en una entrevista con THE OBJECTIVE cómo en plena década de los años 80 ayudó al suegro del presidente del Gobierno a regularizar las licencias de sus saunas gays y clubs de alterne, y cómo este se lo agradeció en una comida.
En ese encuentro estaba también el hombre que hizo de nexo entre ambos, el excomisario Enrique García Castaño, alías el Gordo, quien años más tarde sería jefe de la Unidad Central de Apoyo Operativo (UCAO) de la Policía Nacional y socio del comisario José Manuel Villarejo. El Gordo le confesó que grababan a «todos los que van a la sauna», en referencia a las personalidades que frecuentaban el local. Entre ellos, «ministros del PSOE» del Gobierno de Felipe González. El mismo mando policial ya había confesado en audios de Villarejo la operativa «con micros y cámaras» instaladas en esos locales para extorsiones sexuales.
Bernad fue a principios de la década de los años 80 el número dos de la formación de extrema derecha Fuerza Nueva, liderada por Blas Piñar. Y fue en ese escenario en el que conoció a Enrique García Castaño, un agente de Policía que, según Bernad, era «un infiltrado del Ministerio del Interior para conocer los movimientos internos del partido». Fue él quien un día acudió a su despacho en el Ayuntamiento, donde ocupaba el cargo de jefe de Seguridad, para plantearle un problema de «un amigo que tiene locales en el centro de Madrid, saunas de mujeres y de gays. No tiene licencia por deficiencias en las salidas de humo, de emergencia…». El problema se agravaba, le relató García Castaño a Miguel Bernad, cuando por las noches algún policía municipal «hacía una visitilla, por la jeta, para tomarse una copa y hacer la vista gorda». El Gordo le pidió si «a ver si se podían legalizar esos permisos, ya que esas saunas funcionaban sin licencia».
El padre de Begoña Gómez, amigo de ‘el Gordo’
Bernad puso el asunto en conocimiento del concejal de la Junta Municipal del distrito Centro, que dio un plazo de un mes a Sabiniano Gómez para solucionar todas las deficiencias y obtener así las licencias correspondientes. Y así ocurrió. Como agradecimiento, recuerda el líder de Manos Limpias que hoy ejerce de acusación popular en el caso Begoña Gómez, el suegro de Pedro Sánchez le invitó a una comida en un conocido restaurante de Madrid llamado La Toja.
Bernad acudió a la cita. «Sabiniano era una persona educada, de buen porte, con corbata, tremendamente educado… yo no sabía entonces que su hermano Conrado (Gómez) estaba afiliado en las juventudes de Fuerza Nueva», relata Bernad a THE OBJECTIVE. «Me dio las gracias por lo de las saunas y me dijo ‘pídeme lo que quieras’». Él, dice, le pidió que tratase «a las señoritas de las saunas de la mejor forma posible». «¡Cómo me dices eso! Yo soy muy católico, jamás exploto a nadie», le respondió Sabiniano Gómez.
«Grabaciones a ministros»
En aquel momento, el suegro de Pedro Sánchez manejaba «cinco o seis locales en Madrid», algunos para público gay y otros para heterosexuales. Sabiniano Gómez invitó a Bernad a ver las saunas, sobre todo «el buque insignia, que era la sauna Adán de la calle San Bernardo». «Nunca me dijo que aquel local era propiedad de Muface», apunta Bernad en referencia a la información desvelada por este diario sobre los alquileres de inmuebles de la mutua pública que disfrutó la familia Gómez durante décadas -y aún disfruta su familia tras su fallecimiento-.
Durante la entrevista concedida a THE OBJECTIVE, Bernad rememora lo que ocurrió justo después de aquella comida de dos horas. Unos días después, se volvió a reunir con el Gordo, quien asegura que le confesó: «Miguel, ¿sabes que tenemos grabados a todos los que van a las saunas y, sobre todo, los que van a la sauna Adán?». Añadió: «Todas las personalidades, muy importantes: políticos y algún alto cargo de la Conferencia Episcopal. Les tenemos grabados». El líder de Manos Limpias asegura que el comisario García Castaño le dijo los nombres de las personas que frecuentaban las saunas gays. Había, asegura, algún «ministro de la época de Felipe González, alguno que todavía vive y no ha salido del armario».
El PSOE tiene las cintas de Villarejo
Tal y como adelantó THE OBJECTIVE, el PSOE se hizo con todo el material sensible que acumulaba el excomisario José Manuel Villarejo gracias al empresario Javier Pérez Dolset, el hombre que hace tándem con Leire Díez en esa presunta operación de Ferraz para obtener información arrojadiza contra la UCO. Lo que más interesaba al Partido Socialista de ese material, entregado a altas esferas de la formación, era aquello que hacía referencia a las saunas del suegro de Pedro Sánchez.
En esos audios se describe la operativa que utilizaron elementos policiales para tender «trampas» y obtener imágenes de encuentros sexuales de personalidades, políticos, empresarios y representantes de la judicatura: se instalaron micrófonos camuflados y cámaras espía por todas las zonas de las saunas. En esas operaciones habría participado directamente el excomisario Enrique García Castaño, alias el Gordo.
En esas conversaciones, el comisario explicaría con todo lujo de detalles cómo desde algunos círculos policiales se habría recurrido en el pasado a las saunas y locales sexuales propiedad de Sabiniano Gómez, padre de Begoña Gómez, para grabar a todo tipo de personalidades influyentes: empresarios, políticos de todo signo, jueces, fiscales, miembros de la Policía o periodistas. También se especificaría el objetivo final de esas grabaciones de índole sexual, que no era otro que la extorsión de sus protagonistas.