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TVE: la obsesión por el índice de audiencia y la falta de pluralidad

«Hay ejemplos groseros que ponen en entredicho el derecho del espectador a conocer todos los planteamientos»

TVE: la obsesión por el índice de audiencia y la falta de pluralidad

El presidente de RTVE, José Pablo López Sánchez. | Jesús Hellín (Europa Press)

El nuevo presidente de RTVE, José Pablo López Sánchez, parece decidido a levantar el índice de audiencia de la pública, dar la batalla a los canales privados, pero a costa de la merma de calidad y, lo que es peor, manipulando la pluralidad informativa. Hay ejemplos groseros que ponen en entredicho el derecho del espectador a conocer todos los planteamientos, ya sean de un gobierno o de una oposición. Sin duda hay buenos profesionales en el ente público, pero los borrones que abundan desde la llegada del nuevo presidente están manchando el buen nombre de la corporación.

Los propios periodistas a través del Consejo de Informativos han censurado la llegada a bombo y platillo de zafiedades como La familia de la tele, con un costoso contrato con una productora privada. Es la moda ahora que el producto se confeccione fuera y se venda luego a TVE. El caso de La familia de la tele es sangrante, porque el share a veces no ha llegado siquiera al 5%. La dirección de la corporación se planteó a las dos semanas de comenzar la emisión quitarlo directamente de la parrilla. Luego recapituló y rebajó la duración, pero sin que el interés del público aumentara. López Sánchez pidió paciencia. Tonto de mí, en el deseo de hacerle caso, encendí hace dos lunes el televisor para ver si todo había mejorado o más bien se trataba de una de mis numerosas obsesiones. Allí estaba la pintoresca tropa quitándose la palabra unos a otros. Creo que fue Belén Esteban, no sé si todavía llamada la princesa del pueblo, quien a gritos declaró: «Quiero ver el culo de Kiko Matamoros». Al parecer, una invitada, experta en traseros, había explicado su importancia. Dicho eso decidí apagar el televisor. Estuve a punto de quemarlo y arrojarlo al mar, donde vivo en mi ciudad accidental. Sin embargo, tuve miedo de las consecuencias y además pensé que tendría que comprar otro para ver los partidos de la selección. En vista del desastre, la dirección de RTVE ha decidido por fin cancelarlo. Ha durado cinco semanas.

Hace cuatro meses, López Sánchez, en su primera comparecencia en el Congreso desde su nombramiento como presidente de la corporación, explicó a los diputados que se comprometía a poner en marcha proyectos televisivos de mejora rápida para sanear la democracia. Desconozco si en esos proyectos incluía a La familia de la tele, La revuelta, de David Broncano, Futuro imperfecto, de Andreu Buenafuente o los magazines de información política como Malas lenguas, de Jesús Cintora, o Mañaneros, de Javier Ruiz.

Dejemos al margen ese aquelarre de gritos y chismes que ha sido La familia de la tele, casi importado del Sálvame, de Jorge Javier Vázquez, en Telecinco. Considerémoslo como un peaje para competir en audiencia con las privadas. Sin embargo, mucho más inquietante resultan Malas lenguas o Mañaneros. Si uno es un espectador bienintencionado, que cree sin pestañeo el mensaje sanchista de que todo aquello que resulta ser una crítica contra el gobierno es fruto de la manipulación orquestada por la derecha, digerirá entonces el programa afirmando: «¡Pero cuánta razón tiene este Cintora, cuánta objetividad muestran tertulianos como Esther Palomera! ¡Cuánta maldad y bulos hay en esos pseudomedios del fango de la derechona!».

Por contra, si otro espectador reflexiona por un instante y escucha y observa la lacrimógena declaración de Pedro Sánchez del jueves y luego sigue atentamente lo que afirma Cintora, con esa media sonrisa que tanto me desconcierta, o lo que sentencian sus tertulianos, se dará cuenta de que algo falla, que resulta incierto que esto sea una batalla entre buenos y malos; o que nos hagan creer que hay unos muy malos, que no admiten el resultado de las elecciones de 2023 y que pretenden dar un golpe blanco con la ayuda de jueces muy escorados hacia el PP, empresarios y periodistas de la órbita de la fachosfera. La presidenta del Consejo General del Poder Judicial, Isabel Perelló, se ha lamentado de las presiones y descalificaciones que la judicatura debe soportar por parte de los políticos y periodistas.

La polarización que nos invade y que infecta todo no permite claroscuros, equidistancias o discusión. Nada. Es un asunto de estar conmigo o contra mí. Claro que tras leer el informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil o escuchar los audios de los tres acompañantes de Sánchez (Ábalos, Cerdán y Koldo) en la travesía del Peugeot, los tres trincones, repartiéndose las mordidas de contratos con empresas, es como para que los fieles votantes sanchistas se lo piensen dos veces. Es como cuando uno pierde la fe en una religión determinada, porque la vida le revela que esa doctrina no sólo no es perfecta, sino que tiene mucha oscuridad.

Sin embargo, en las tertulias de TVE, en Malas lenguas en concreto, se recogió la noticia del jueves negro –como no podía ser de otra manera–, pero Cintora la tituló destacando que Sánchez pedía perdón. Pero nada dijo que no asumía responsabilidades. En realidad, no ha asumido ninguna puesto que, según confesó, conoció esa misma mañana la gravedad del informe sobre las presuntas comisiones cobradas por el hasta ahora secretario de organización del PSOE, Santos Roldán, su antecesor y ex ministro de Transportes, José Luis Ábalos, y ese chico para todo que era Koldo Aguirre, aizkolari, portero de un bar de alterne en Pamplona y mano derecha de los otros dos.

Cintora anunció cuando presentó su programa que se iba a tratar de un informativo y tertulia para que triunfara la verdad y poner fin a los bulos. Casi con esas mismas palabras se presentó en el Congreso el nuevo presidente de la corporación. López Sánchez, quien afirmó que se comprometía a convertir RTVE en una guía de confianza contra la desinformación y el bulo.

Hace apenas dos semanas, Cintora y compañía se hicieron eco de una noticia inexacta, según la cual un ex oficial de la UCO y actualmente contratado por el gobierno de la Comunidad de Madrid presidido por Isabel Díaz Ayuso, planeaba colocar una bomba lapa en el coche oficial del primer ministro. La información procedía del diario El plural.es, muy próximo a las tesis del Gobierno. THE OBJECTIVE denunció al poco que la información se había manipulado, amputado algunos de los párrafos de una conversación del guardia civil con un compañero cuando era justamente al revés: que el capitán de la UCO temía sufrir un atentado con bomba en su automóvil. Esa misma mañana, Silvia Intxaurrondo, en La Hora de la Uno, anunciaba la noticia. Es cierto que los informativos de TVE la desmintieron al día siguiente, pero no así la periodista estrella al igual que la vicepresidenta María Jesús Montero, la ministra Pilar Alegría y el ministro Óscar López. Para López, que compite con su colega Óscar Puente en declaraciones polémicas, todos los males del país se centran en Díaz Ayuso. Es líder del socialismo madrileño y rival de ésta en las próximas elecciones autonómicas. Las encuestan no son muy propicias hasta ahora para el que fue jefe de gabinete de Sánchez.

Si el Consejo de Informativos de RTVE se lamenta por la falta de pluralidad en algunos de los programas de la televisión pública, algo huele mal en Torre España. A veces se confunde lo público con lo privado.

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