El constructor clave de la trama Ábalos logró cinco millones de Argelia tras ir con Sánchez
José Ruz esquivó la pandemia en 2020 con beneficios globales y unas ganancias de 1,38 millones del país magrebí

Sánchez, a su llegada a Argelia el 8 de octubre de 2020 | Pool Moncloa
Cinco millones de euros. Esa es la cifra aproximada que logró recuperar el constructor valenciano José Ruz de las autoridades argelinas tras acompañar al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su visita oficial al país magrebí en octubre de 2020. Ruz, dueño de Levantina Ingeniería y Construcción (LIC) y figura central en la trama Ábalos, fue el único empresario ajeno al Ibex 35 que formó parte de aquella selecta delegación empresarial, que incluía a los máximos responsables de Repsol, Naturgy, Abengoa o Técnicas Reunidas.
Pero su historia con el poder no empezó ahí. En 2019, la situación financiera de LIC era crítica. La compañía arrastraba una deuda pendiente de cobro en Argelia de 14,37 millones de euros, más del 75 % del total global de 18,3 millones que la empresa tenía por cobrar de sus obras iniciadas. A esto se sumaban otros 3,39 millones en Panamá y 386.543 euros en Armenia. La concentración de riesgos en Argelia, unida al estancamiento de pagos por parte del Gobierno del país norteafricano, colocaba a la empresa al límite. Las cuentas anuales reflejaban pérdidas de 474.859 euros y señalaban que los impagos obligaban a ralentizar o paralizar los proyectos tanto en Argelia como en Panamá. Además, el documento indicaba que desde 2015 el número de licitaciones públicas en Argelia había caído drásticamente debido al desplome de los precios del petróleo, reduciendo notablemente las oportunidades de contratación.
Fue entonces cuando José Ruz acudió al Ministerio de Transportes, que lideraba José Luis Ábalos, en busca de soluciones. Según los informes de la investigación judicial, Ruz solicitó una reunión con el hombre de Ábalos, Koldo García, para exponer sus problemas financieros en el extranjero. Allí le recomendaron contactar con Víctor de Aldama, empresario bien conectado en los entornos políticos, como posible intermediario. A través de una cadena de mensajes de WhatsApp, sin mediar contrato formal, Ruz y De Aldama pactaron que si este último lograba que Argelia desbloquease los pagos pendientes, recibiría el 20 % del total recuperado, una comisión que rozaba el millón de euros, como reconoció el pasado febrero en su declaración ante el Tribunal Supremo.
Una carta, un viaje y un giro financiero
Pese a todo, Argelia continuaba siendo el principal motor internacional de LIC. De los 47,9 millones de euros de cifra de negocios registrados en 2019, 19,1 millones procedían de Argelia, muy por delante de Panamá (6,7 millones) y Armenia. La empresa confiaba en poder recuperar los pagos pendientes y mantener su posicionamiento estratégico en el país. Fue en ese contexto cuando el entonces ministro de Transportes, José Luis Ábalos, firmó en noviembre de 2019 una carta oficial dirigida a su homólogo argelino.
La misiva, enviada por su asesor Ricardo Mar a través del empresario Víctor de Aldama, tenía como objetivo dar respaldo institucional a las reclamaciones económicas de Ruz. Para los investigadores de la trama Ábalos-Koldo-Cerdán, este gesto podría constituir un presunto delito de tráfico de influencias, al considerar que Ábalos pudo haber utilizado su cargo público para beneficiar económicamente a un empresario.
El auténtico punto de inflexión llegó, casualmente, en el mismo año del viaje oficial de Sánchez a Argel, en 2020. Fue entonces cuando la deuda pendiente de cobro por parte de LIC en Argelia se redujo de forma drástica: pasó de 14,37 millones a 9,53 millones de euros, lo que permitió ingresar 4,84 millones en apenas 12 meses. A pesar del impacto de la pandemia, la empresa logró revertir sus resultados respecto al año anterior y cerró el ejercicio con un beneficio de 302.733 euros, impulsado por el rendimiento —también casualmente— de su filial en Argelia, que generó 1,38 millones en ganancias.
Este alivio financiero, obtenido poco después de la visita presidencial, supuso un balón de oxígeno para una empresa muy expuesta al mercado argelino. LIC no solo recuperó parte de su liquidez, sino que también reforzó su imagen institucional. Sin embargo, los problemas no tardaron en reaparecer con uno de los proyectos más ambiciosos de la compañía en el país: la autovía entre Mascara y la autopista Este-Oeste.
El proyecto maldito de Mascara
Adjudicado en 2014 y en ejecución desde 2015, el proyecto fue confiado a un consorcio hispano-argelino liderado por LIC, la constructora alicantina CHM (Constructora Hormigones Martínez) y dos socios locales. Las obras sufrieron continuos retrasos, parones y graves advertencias oficiales del Estado argelino. El 21 de marzo de 2021, la empresa pública Autopistas Argelinas, dependiente del Ministerio de Transportes, publicó en la prensa oficial una advertencia formal al consorcio, exigiendo el cumplimiento inmediato de sus obligaciones contractuales.

El comunicado instaba a reactivar las obras, desplegar los medios técnicos y humanos necesarios y entregar las fases prioritarias dentro de los plazos pactados. Además, recordaba que la administración ya había enviado tres requerimientos previos en febrero y marzo de ese mismo año, y advertía que el consorcio acumulaba reiterados incumplimientos del calendario. El Gobierno dio un último plazo de 30 días naturales para responder antes de aplicar medidas coercitivas, incluida la posible rescisión unilateral del contrato.
Estas presiones no eran nuevas. Desde 2017 se acumulaban avisos por paralizaciones, compromisos incumplidos y falta de recursos. En 2018, las autoridades locales ya alertaban de que el avance de las obras apenas superaba el 3 % en más de un año. Se trataba de un proyecto estratégico para conectar Mascara con la red nacional de autopistas y mejorar la seguridad vial, pero que permanecía prácticamente estancado. En octubre de 2023, el propio Ministerio reconocía que era necesario asignar nuevos fondos, revisar precios y compensar pérdidas de cambio para poder finalizar los trabajos. Según informó entonces el diario argelino El Watan, el avance en la parte correspondiente al consorcio hispano-argelino era de apenas el 65 % después de ocho años.
La crisis diplomática y la caída final
El año 2021, tras el impacto del viaje con Sánchez a Argel y la acogida del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, en un hospital español, fue muy positivo para la compañía. LIC volvió a cerrar el año con un beneficio neto de 575.461 euros. Buena parte de este repunte se debió nuevamente al empuje de la filial argelina, donde los resultados mejoraron de forma notable. El beneficio en el país magrebí fue de 4,3 millones de euros, duplicando además la cifra de negocios en Argelia respecto a 2020, hasta superar los diez millones de euros.
Sin embargo, en 2022, los viejos fantasmas del pasado volvieron tras el deterioro diplomático entre España y Argelia por el giro de Pedro Sánchez sobre el Sáhara Occidental al reconocer la soberanía marroquí sobre ese territorio. LIC cerró el ejercicio con pérdidas y una facturación de 45,6 millones, de los cuales poco más de 3,6 millones procedían del país magrebí, la cifra más baja en una década. No obstante, la deuda argelina, uno de los principales lastres desde hacía años, seguía disminuyendo y se situaba en tres millones de euros, lo que supuso un alivio temporal en la tesorería de la compañía.
Ya en 2023, la empresa de José Ruz se asomó al abismo tras declarar 39 millones de pérdidas, de los cuales, según la empresa, 22 millones correspondían a sus obras en Argelia. Aunque la facturación se disparó hasta los 60,1 millones de euros, en el país del norte de África se llegó a la pírrica cifra de 67.000 euros. La empresa alertaba en su memoria de que enfrentaba graves tensiones de tesorería por la lentitud en los cobros, especialmente en sus contratos internacionales. Finalmente, en mayo de 2024, acorralada por la falta de liquidez, Levantina Ingeniería y Construcción presentó solicitud de concurso de acreedores en los juzgados de Valencia.