El botín robado a 'Cryptospain': 210.000 euros en billetes, diamantes, monedas de oro y relojes
El dueño de Madeira sufrió descargas eléctricas con una pistola ‘taser’ y los asaltantes le clavaron un cuchillo en la pierna

Ilustración de Kevin Borja.
Uno de los robos del siglo en España. Un auténtico botín. Los ladrones que irrumpieron en la madrugada del domingo en la vivienda de Álvaro Romillo, el empresario de criptomonedas que denunció a Luis Alvise Pérez ante la Fiscalía Anticorrupción, le obligaron a transferir 1,3 millones de euros en criptomonedas mientras le apuntaban con un arma de fuego tanto a él como a su pareja. Pero además se llevaron 210.000 euros en efectivo, 20 monedas de oro cuyo valor es de 60.000 euros, siete diamantes, dos joyas valoradas en casi 50.000 euros, 36 relojes de lujos que suman unos 500.000 euros, siete pulseras, una sortija con piedras preciosas y una pulsera «con diamantes incrustados». Hasta le sustrajeron un anillo de compromiso con la inscripción ‘Amor infinito’.
THE OBJECTIVE ha tenido acceso en exclusiva a la denuncia presentada por Romillo ante la Policía tras el violento asalto en su chalet de San Sebastián de los Reyes (Madrid). Un lugar ubicado en la urbanización Ciudalcampo que a los agentes les debió parecer la cueva de Alí Babá ante la gran cantidad de objetos de lujo que han sido robados. El fundador de Madeira Invest Club (MIC), conocido en el mundo de las criptomonedas y el blockchain con el seudónimo de Luis Cryptospain, necesitó nueve horas de declaración para consignar todo lo sustraído: empezó a relatar los hechos a las 17:30 horas del lunes y terminó a las 02:30 de la madrugada del día siguiente con la ayuda de sus abogados de Vox Legis, Francisco Miranda y Silvia Hevia.
La suma de todos los objetos desvalijados que aparecen en las quince páginas de la declaración rebasan la cifra de los dos millones de euros, aunque Romillo no pudo cuantificar el valor de los seis diamantes sustraídos, la mencionada pulsera con diamantes, otra gargantilla con incrustaciones diamantíferas, una de las pulseras y varios relojes. En cuanto a los 210.000 euros en efectivo, estaban repartidos «en tres paquetes» de 150.000, 50.000 y 10.000 euros, respectivamente.
El dueño de Madeira contaba en su domicilio con relojes de alta gama para todos los gustos. El listado muestra a las claras que su marca predilecta es Patek Philippe, del que tenía 17 modelos diferentes en una de las habitaciones. El más caro de ellos es un Nautilus que se valoró en 151.380 euros. Los ladrones también se llevaron seis Omega, cuatro Rolex, un Jaeger-LeCoultre, un Breitling bañado en oro de 18 kilates, un Tudor, un Zenith y un Longines.
Romillo había llegado el domingo por la noche al aeropuerto de Barajas junto a su pareja tras «un viaje de negocios» a Ibiza. Allí les recogió «un servicio privado de transporte». Se subieron a un Maybach casi nuevo, de apenas seis meses, que les llevó a su domicilio cerca del circuito del Jarama y en el que apenas llevaban residiendo un mes en régimen de alquiler. La única persona con acceso al chalet además de ellos era el hijo de su novia. Un domicilio que no contaba con alarma de seguridad ni con cámaras de video «que funcionen en dicho momento».
Tras llevar una hora durmiendo, en torno a las 03:00 horas, el dueño de Madeira se despertó «sin haber escuchado ningún ruido previo» y al abrir los ojos, se encontró con la presencia de tres ladrones «con el rostro tapado» que le encañonaban con armas de fuego. Otros dos compinches apuntaban a su pareja. Hubo «un pequeño forcejeo» en la alcoba, pero Romillo y su novia fueron rápidamente «maniatados» con cinta adhesiva. En los pies les colocaron bridas y tras ello, fueron separados en distintas habitaciones.
El líder de los atacantes le mostró su pistola y el cargador repleto de balas. Segundos después, le encañonó en la frente. «Sabemos que has robado mucho dinero, nos han contratado para recuperarlo, a mí me van a pagar igual, tanto si te mato a tí o a tu mujer, así que colabora», le dijo en tono amenazante. Un claro indicio de que puede tratarse de un robo por encargo de alguno de los afectados por la estafa de MIC que se destapó en septiembre del año pasado.
«¿Dónde están los relojes?», le preguntó a renglón seguido. ‘Luis Cryptospain’ le indicó que en el armario de la oficina de la planta inferior. Concretamente, en dos cajas. Además, el resto de los ladrones registraron otras estancias y se hicieron con bolsos de lujo, joyas y los citados relojes. Uno de los asaltantes le agredió «en múltiples ocasiones», cada vez que encontraban «diversos objetos de valor de los cuales no había informado de su existencia».
Ante esa actitud «violenta», el propio Romillo accedió a decirles donde escondía los 210.000 euros en efectivo. En uno de los armarios en los que estaba el dinero, los asaltantes se encontraron una arma tipo táser que encrespó al ladrón más agresivo: «Me has engañado diciendo que no tienes armas y eso tiene consecuencias», le soltó mientras le echaba agua por encima. A continuación, utilizó ese arma de descargas eléctricas contra él «en varias ocasiones», lo que le provocó «lesiones en el cuerpo».
Un asaltante le clava un cuchillo en la pierna
La agresividad fue, incluso, a peor. El líder de los asaltantes volvió a la habitación en la que se encontraba tendido en el suelo Romillo para exigirle que le dijese dónde estaban «los 40 millones en criptomonedas», a lo que el dueño de Madeira le replicó que esa cifra «no era real» y que solo disponía de 1,3 millones de euros con las contraseñas en un teléfono móvil. También contaba con otros 1,8 millones de dólares (1,54 millones de euros al cambio actual) en otra terminal, pero la Audiencia Nacional había pedido al Tesoro estadounidense que los bloquease y no pudieron transferir los criptoactivos.
Los cinco ladrones, todos ellos «de acento colombiano», no se quedaron contentos con la transferencia de los 1,3 millones de euros gracias a un cómplice al que llamaron por teléfono. En uno de los registros habían encontrado una caja fuerte en el sótano y le conminaron a Romillo a que les diese la clave para abrirla. «Si no me das el acceso a la caja fuerte, voy a secuestrar a tu mujer, os voy a matar a los dos», le advirtió uno de ellos entre gritos mientras blandía un cuchillo de cocina. Ante la falta de respuestas, le clavó «la punta en la pierna izquierda de la víctima». Tras ello, el dueño de Madeira y su pareja les confesaron que nunca habían tenido acceso a ella y que, por tanto, no conocían la clave para desbloquearla.
«Mátale, métele cuatro tiros y llévate a la mujer», les espetó el interlocutor al que habían llamado los ladrones por teléfono para que les guiase en la transferencia de las criptomonedas. El líder de los atacantes sacó de su bolsillo un silenciador y le volvió a colocar a Romillo la pistola en la frente en el momento de mayor tensión de la noche. Tras varias negativas del empresario, los asaltantes desistieron. «No te preocupes, que nos vamos a ir ya», le dijo uno de ellos para tranquilizarle. Minutos después, abandonaban el chalet con todo el botín.