The Objective
España

Carolina Perles vs. Elisa Mouliaá

La valentía del feminismo está supeditada al poder del hombre a quien se señala

Carolina Perles vs. Elisa Mouliaá

Carolina Perles. | Víctor Ubiña

Se va a cumplir ya un año desde la dimisión sorpresa del ex dirigente de Podemos y ex portavoz parlamentario de Sumar, Iñigo Errejón, por presuntos casos de abusos. En octubre del 2024, Errejón se vio forzado a dimitir tras el terremoto político derivado por unas informaciones periodísticas en las que se recogían una serie de testimonios anónimos de mujeres que no habían presentado denuncia en los juzgados. El salto cualitativo llegó con la irrupción de la actriz Elisa Mouliáa, en redes sociales: «Hola, yo soy víctima de acoso sexual por parte de Íñigo Errejón y quiero denunciarlo». Sus palabras, y posterior denuncia, generaron un auténtico tsunami político; el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tardó unas pocas horas en manifestarse en la red X: «El Gobierno trabaja por una España feminista donde las mujeres tengan los mismos derechos, las mismas oportunidades y la misma libertad y seguridad que los hombres. Toda mi condena a quienes atentan contra este proyecto de igualdad. Todo mi apoyo a las mujeres que sufren acoso y abusos».

La familia política de Errejón salió en tromba. Hasta quien fuera su pareja y compañera de partido, Rita Maestre, calificó a Errejón de «manipulador y misógino», tras leer el relato de cinco mujeres que manifestaban haber sentido «violencia psicológica, abuso, humillación y vejaciones». Yolanda Díaz también defendió «a todas esas mujeres que han dado un paso adelante y han formulado las denuncias que han formulado; hay que apoyarlas y hay que acompañarlas en todo lo que sea menester. Toca ahora escuchar a esas mujeres». Y, aprovechando el filón que suponía también en la competición Podemos-Sumar, Irene Montero, aplaudió que ya no se garantizase la impunidad de los agresores, «especialmente de personas con poder» porque «lo que está cambiando en el feminismo es que las mujeres ya no nos callamos y que las mujeres nos acompañamos las unas a las otras en la ruptura del silencio».

Ni una sola mujer ha salido a apoyar/valorar/acompañar a Carolina Perles. En la izquierda sólo se escucha el sonido de los grillos. Ni en Podemos, ni en Sumar, ni en el PSOE, ni en el Gobierno, ni en la coalición se ha escuchado la voz de ninguna otra mujer a lo largo de la última semana. Siete días, con sus siete noches, desde que la exmujer de José Luis Ábalos, Carolina Perles, desvelara sus abusos y vejaciones en Telecinco y solo se ha encontrado con el eco de su propia voz. El mismo silencio que cuando denunció la vida disoluta de su marido al sector feminista del partido, que después le dio la espalda. Una soledad agravada por la campaña intimidatoria de Ábalos, encaminada a evitar la emisión del documental con amenazas, coacciones y filtraciones de informaciones personales, muchas de ellas falsas. Esta actitud amenazante encajaba con el perfil que retrataba el informe pericial publicado por The Objective sobre supuestos malos tratos, abusos sostenidos y vejaciones mantenidas en el tiempo, firmado por un reputado catedrático de Psiquiatría de una prestigiosa universidad pública madrileña. Y unos abusos que la propia Perles relató en el juzgado hace dos años, -cuando acudió a declarar en la instrucción de la querella penal que Ábalos interpuso contra este periódico-, y que volvió a recordar y relatar en el documental El precio de la corrupción.

Una mujer, una denuncia, una prueba, un informe pericial… Y, sin embargo, el silencio… El mismo silencio mediático y político que padecimos en The Objective cuando hace casi cuatro años publicamos los motivos de la caída de Ábalos. Hoy como entonces sabíamos que nuestra fuerza era la verdad y nuestro aliado, el tiempo. Tres años después de publicar las exclusivas sobre el cese del ministro de Transportes, llegó el primer informe de la UCO, y el segundo, y el tercero… Los medios de comunicación se fueron sumando a nuestra investigación, pero nadie podrá borrar nunca los tres años de vacío informativo hasta que estalló el caso Koldo en febrero del 2024. Nadie debería olvidar la presunción de veracidad de la que ha gozado Ábalos en este tiempo entre gran parte de los periodistas de este país. Y, aunque suene increíble, todavía sigue manteniendo algo de ese poder: el silencio mediático y político sobre las revelaciones de su exmujer son una prueba de ello.

Hay periodistas que incluso se atreven a teorizarlo. Hablan de casquería, de cuestiones personales, de falta de pruebas… ¿Acaso era casquería la acusación de Elisa Mouliáa? ¿Alguien se atrevió a decir que eran temas personales o que carecía de pruebas? ¿Por qué este carácter selectivo del ‘Yo sí te creo hermana’? Cuando eldiario.es publicó las informaciones sobre los presuntos casos de acoso que sufrieron determinadas mujeres del PSOE por parte de Paco Salazar, ¿Alguien pidió pruebas, habló de temas personales o de casquería? Y, sin embargo, ello sirvió para frustrar su nombramiento como adjunto a la secretaría de Organización del PSOE. La respuesta es fácil: Ábalos sigue siendo poderoso en la medida en que es peligroso para Pedro Sánchez. Y Carolina Perles es peligrosa para el sector feminista del PSOE porque el aislamiento al que le sometieron por ser la mujer de Ábalos pone en evidencia su hipocresía.

Lo que demuestra el silencio mediático y político sobre Carolina Perles es que la valentía del feminismo está supeditada al poder del hombre a quien se señala. De la misma manera en que el Caso Errejón sólo rompió el manto del silencio sobre el personaje hasta que se materializó su dimisión; o que la vicepresidenta de un gobierno progresista, Nadia Calviño, plantara a los directivos del Ibex-35 en un photocall por falta de presencia de mujeres, pero le pidiera a la mujer de la mano derecha del presidente del Gobierno que no le contara las vejaciones y humillaciones a las que le sometía Ábalos: «No me lo cuentes, no quiero saberlo». La bandera del feminismo pisoteada por feministas. Para este feminismo nunca ha sido el qué. Siempre ha sido el quién.

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