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El lamento de un policía herido en la Vuelta: «Me voy de la unidad, les da igual que nos maten»

Uno de los agentes lesionados durante los disturbios ha enviado un mensaje a sus compañeros desde el hospital

El lamento de un policía herido en la Vuelta: «Me voy de la unidad, les da igual que nos maten»

Un agente de Policía Nacional entre vallas tiradas tras cargas policiales a manifestantes que han protestado a favor de Palestina. | Jesús Hellín / Europa Press

La tensión vivida durante la jornada final de la Vuelta a España 2025 no solo dejó a 22 agentes heridos y dos manifestantes detenidos. También provocó una profunda fractura dentro del cuerpo policial, especialmente entre los miembros de la Unidad de Intervención Policial (UIP), que se sintieron abandonados, expuestos y traicionados por sus mandos y por las decisiones políticas que marcaron el dispositivo de seguridad. Uno de los agentes heridos durante los disturbios ha enviado un mensaje a sus compañeros desde el hospital en el que refleja con crudeza lo vivido durante el dispositivo en Madrid. En sus palabras, queda patente la impotencia, el malestar y el hartazgo de buena parte de los efectivos desplegados el domingo en la capital.

«Buenas noches desde el hospital Beata María Ana. Voy a trasladar el malestar premium de los compañeros», comienza el mensaje. Lo que sigue es un relato desolador que describe una operación desorganizada, sin medios adecuados y bajo una clara sensación de abandono: «El servicio desde las 13.15 ha sido de risa: desplegados sin material, dejando que los manifestantes se fuesen colocando a gusto detrás de las vallas sin atar». Según el testimonio del agente, los manifestantes comenzaron a tomar posiciones desde primera hora de la tarde sin que se aplicaran medidas preventivas efectivas. La presencia de miles de personas, muchas de ellas enarbolando banderas palestinas y coreando consignas contra Israel y en apoyo a Gaza, ya era conocida por las autoridades. Aun así, la falta de previsión sorprendió incluso a los propios policías.

El relato continúa con un momento clave: «Después de unas horas, cuando han visto que la cosa se ponía caliente, han ido retirándonos para ponernos antitrauma –un chaleco que suele utilizar la UIP con protección antigolpes–, pero sin protecciones en las piernas y sin material, ni siquiera escudos». En ese punto, denuncia, estaban completamente expuestos: «Éramos uno por cada 300, más o menos». Esa desproporción numérica, sumada a la carencia de equipamiento básico para contener disturbios, terminó en un enfrentamiento físico de alta violencia. «Nos han tirado vallas, cascotes, conos, botellas y latas de cerveza. Nos han rodeado y nos han golpeado», cuenta el agente, en alusión a las agresiones sufridas por él y sus compañeros.

Los efectivos se vieron obligados a replegarse hacia Atocha «sin cobertura», hasta poder alcanzar los vehículos donde se encontraba el material que no se les había entregado antes. Pero ni siquiera entonces pudieron responder con contundencia: «Pensando entonces que cargaríamos… pues no. No nos han dejado cargar, mientras se reían de nosotros y nos sacaban vídeos». El mensaje termina con una frase que resume la sensación de abandono y frustración de muchos de los agentes desplegados ese día: «¿Para qué estamos? ¿Para qué nos apalicen y después nos ridiculicen? Si no íbamos a intervenir, que no nos lleven. Estaba todo preparado». La última frase del agente, demoledora, suena casi como una despedida: «Me voy de la unidad. Les da igual que nos maten».

«Se ha atado a los policías de pies y manos»

El malestar expresado en este mensaje coincide con las duras críticas vertidas por los principales sindicatos policiales, que han denunciado públicamente que se les impidió garantizar la seguridad «por conveniencia política». El Sindicato Unificado de Policía (SUP) acusó directamente al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de «alimentar la protesta, debilitar la autoridad del Estado y dejar en evidencia a los compañeros». «En condiciones normales, La Vuelta nunca se hubiera cortado», sostuvo el SUP, en referencia a la suspensión abrupta de la etapa a 56 kilómetros de la meta. Las críticas también apuntaron al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, por el diseño de un dispositivo «claramente insuficiente», pese a ser el mayor despliegue desde la cumbre de la OTAN en 2022.

JUPOL y la Confederación Española de Policía (CEP) se sumaron a las denuncias, exigiendo la depuración de responsabilidades políticas. JUPOL denunció el «clima de blanqueamiento y aliento que desde instituciones del Estado y partidos políticos se ha dado a las movilizaciones», mientras que la CEP calificó la situación como «la dictadura de la violencia en las calles del centro de Madrid». En total, 22 policías resultaron heridos —algunos con contusiones graves— y dos personas fueron detenidas por desórdenes públicos, tras horas de enfrentamientos en puntos clave como Atocha, Gran Vía y la calle Alcalá.

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