El Gobierno destina 400.000 euros a fomentar una agenda «despatriarcalizadora» en Bolivia
Se trata de una «subvención dineraria sin contraprestación» con destino a un programa llamado Ellas+

Asamblea de mujeres en Bolivia.
El 27 de agosto de este año, mientras más de medio país colocaba la sombrilla en las playas, el Ministerio de Hacienda publicó en su Base de datos nacional de Subvenciones (la web en la que Hacienda ejerce la transparencia exigida por la legislación de las Subvenciones públicas), la concesión directa de una partida de 550.000 euros otorgados por el Ministerio de Asuntos Exteriores (Aecid) bajo el formato jurídico de «subvención dineraria sin contraprestación» con destino a un programa llamado Ellas+ Colombia. Su texto versaba literalmente así:
«Convocatoria Instrumental Ellas+ Colombia 2025. Participación Política de las Mujeres, por una democracia feminista (fase 1)»

Si se despliega la convocatoria se puede ver que el destinatario final de esa subvención pública española es un ente llamado «Corporación Humanas – Centro Regional de Derechos Humanos y Justicia de Género». La actividad de este ente consiste, según su web, en un pódcast, boletines de noticias, y varios observatorios dedicados a la mujer. Como dato curioso, en la información de sus actividades aparecen como últimas publicadas las correspondientes al año 2020, sin que posteriormente haya ninguna actividad propia publicada. Recuerden que es la Fase 1 de este programa; es decir, que habrá más partidas con ese argumento y destinatario; es decir, que no serán solo 550.000 euros, sino mucho más.
Poco después, el 23 de septiembre de 2025, la misma base de datos publicó una nueva y muy parecida partida. En este caso el programa era el mismo, Ellas+, pero en este caso el país destinatario era Bolivia y el montante algo inferior: 400.000 euros. El texto de esta imaginativa partida versaba literalmente así:
«Convocatoria Instrumental Ellas+ Bolivia. Avanzando en la participación sustantiva de las mujeres y en agendas despatriarcalizadoras en las Elecciones Subnacionales 2026 y en la Planificación Estatal»

El ente premiado en este caso es la «Asociación coordinadora de la Mujer». Este ente, estrechamente vinculado a la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), Fundación Carolina y la Organización Internacional política Celac, parece estar dedicado a hacer coaching político para mujeres, publicar folletos y promocionar obras literarias. Estas fórmulas colaborativas se repiten en muchos entes. Vean la formulación que se repite constantemente:
-Aecid, Fundaciones, ONG y movimientos políticos relacionados con la extrema izquierda. La red se retroalimenta y relaciona a determinadas personas que pertenecen al mismo tiempo al sector público y al privado que es destinatario final del dinero. Todo ello usando la habitual terminología woke, que no es otra cosa que un océano de ciencia con medio milímetro de profundidad, y que además se usa compulsivamente para repartir dinero público español por el mundo.
Pero este tipo de ayudas no son circunstanciales o anecdóticas. Al contrario, son una constante en la actividad de riego internacional de Aecid, dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. ¿Es cooperación al desarrollo financiar a entes claramente ideológicos?, ¿Estamos los españoles condenados a mantener con nuestros impuestos toda esta amplísima red de favores diversos? Creo, querido lector, que coincidiremos mayoritariamente en la respuesta a estas preguntas.
Cuando uno cavila en la ayuda que se presta a otros países menos desarrollados para que avancen en prosperidad, derechos y desarrollo, piensa en crear pozos de agua potable en África, programas de alfabetización y escolarización en determinadas zonas deprimidas de centro y Sudamérica o en donaciones alimentarias a países de África y Asia que sufren como un problema acuciante la desnutrición infantil. El concepto es bonito, necesario, hasta sanador para mantener intacto y fuera del debate político al concepto de sociedad global. Quizás por estos motivos de sobrepeso moral, enfrentarse a un análisis crítico de la cooperación internacional para el desarrollo es una ardua y no muy popular tarea. Quizás por ello también, la cooperación sea un potencial instrumento que pudiera ser aprovechado por los peores corruptos.
Situando en un extremo de la balanza la para mí imprescindible limpieza de la gestión y el gasto público, y en el otro extremo la confianza en las instituciones para ayudar al prójimo, la balanza sólo quedaría perfectamente equilibrada añadiendo al extremo de la confianza una gran pesa con el nombre de control y auditoría independiente. No estoy diciendo que no existan controles a la gestión pública de lo público; digo que los controles no pueden estar en manos de los mismos que manejan y reparten esos recursos.
