La jerga charcutera de la trama Ábalos: de los chorizos de Aldama a las chistorras de Koldo
Las primeras conversaciones intervenidas por la UCO muestran que Aldama usaba ese término para hablar de dinero

Alejandra Svriz
Un «lenguaje convenido» para hablar de dinero camuflándolo bajo el término «chorizos». Así entendió la Unidad Central Operativa (UCO), en el primer informe que dio pie al ahora caso Ábalos, la jerga que utilizaba el empresario Víctor de Aldama cuando hablaba con otros integrantes de la trama de las mascarillas. Una referencia que ahora cobra mayor sentido tras conocerse que Koldo García y su entorno próximo se referían a las «chistorras» para hablar de billetes de 500 euros obtenidos presuntamente de mordidas a cambio de obra pública.
Víctor de Aldama: Juan Carlos…
Juan Carlos Cueto: Buenas tardes, ¿Qué tal vas?
VA: Pues… voy, por decir algo
JC: Pues ya somos dos… ¿tienes mañana un hueco? o no?
VA: Pues… tendré algún hueco, sí, pero te lo adelanto, si es para lo que estás esperando que te diga, te digo ya que sí, pero hasta la semana que viene no va a ser y te digo que sí mañana a cuantos chorizos… ehh… me traerán… porque… están… con… las cestas de navidad y con sus historias y te diré los chorizos que me traen, ¿vale?
El 21 de febrero de 2024 la UCO detuvo a: Koldo García, asesor del exministro José Luis Ábalos; al empresario Víctor de Aldama y a otras 12 personas en el marco de una investigación por «presuntas conductas anómalas e irregularidades en la contratación pública de empresas suministradoras de material sanitario», tal y como figuraría en el primer informe de la Guardia Civil, fechado solo un día después. Era el inicio de lo que comenzó siendo el caso Koldo y ya se conoce como el caso Ábalos, con decenas de imputados en la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo.
En los albores de aquella investigación aparecían reflejados detalles que ahora, un año y medio después, siguen haciendo referencia a la presunta operativa de la trama para evitar hablar abiertamente de dinero. Esa jerga ha sido claramente identificada por la UCO como un «lenguaje convenido». En el caso de Aldama, en ese primer informe se capta una conversación de 2023 entre uno de los hombres clave del caso mascarillas, el empresario Cueto, con su socio Víctor de Aldama. Hablan de ver cuántos «chorizos me traen». Los investigadores sospechan que estaban hablando de dinero en negro, de billetes que les iban a entregar para repartir procedentes de algún pago previo por sus gestiones.

De ser así, como estima la UCO, la trama conecta este tipo de lenguaje con el recién descubierto en el último informe de la Guardia Civil, que gira en torno al patrimonio de José Luis Ábalos y Koldo García. Transferencias de dinero de procedencia desconocida, cobro de liquidaciones de gastos a través del PSOE con sobres en metálico, gastos en mujeres que todo indica ejercían la prostitución… y jerga para hablar del dinero con el que trapicheaban.
Los billetes de 500 euros, según múltiples conversaciones de WhatsApp intervenidas y analizadas por la UCO, eran llamados «chistorras». Los «soles» equivalían a los de 200 y las «lechugas» a los billetes de 100. El código servía para hablar de grandes sumas sin mencionarlas directamente, de modo que frases aparentemente inofensivas escondían movimientos de efectivo de enorme cuantía. Otros imputados, como el exdirector de Carreteras, Javier Herrero, fue captado hablando de «aguacates». También había sitio para la versión healthy del choriceo.
El uso de este tipo de apodos para designar billetes no es casual. La UCO sostiene que la terminología ayudaba a mantener conversaciones sobre entregas de dinero sin despertar alarmas en caso de interceptación, asunto sobre el que estaban muy preocupados y que, por ello, habían desplegado una red de teléfonos seguros —cafeteras— a las que pedían recurrir cuando necesitaban hacer una llamada comprometedora —café—.
En los mensajes incautados a Koldo, las referencias a «txistorras» o «soles» se repiten de manera constante, lo que sugiere que esa jerga estaba asumida entre todos los implicados. Los investigadores interpretan que detrás de esas palabras se escondían pagos irregulares vinculados a adjudicaciones públicas y comisiones ilícitas, siempre manejados fuera del circuito bancario. En ese esquema, Koldo y su esposa habrían actuado como custodios del efectivo, encargados de su almacenamiento y posterior reparto, así como prácticamente cajeros del patrimonio de Ábalos.
Para los investigadores, el lenguaje en clave cumple una función práctica y psicológica. Permite hablar de corrupción sin mencionarla y crea un sentido de pertenencia dentro del grupo. Al mismo tiempo, reduce el riesgo de que una conversación o un mensaje puedan ser utilizados como prueba directa. En los documentos del caso Koldo, los agentes señalan que la jerga de las «txistorras» formaba parte de una estrategia consciente para mantener la apariencia de normalidad en comunicaciones diarias.
Un millón en «chistorras»
De todas las menciones que Koldo o su entorno realizaron a las «txistorras», hay una que resulta especialmente significativa para los investigadores de la UCO. Se produce el 29 de marzo de 2019, poco antes de unas elecciones generales.
«Tengo una pequeña alegría para el día de eleciones». Koldo García envió ese mensaje a su esposa la tarde del 29 de marzo de 2019, un mes antes de las elecciones generales. Acto seguido le anunció las «2.000 chistorras». Ni un minuto después, Úriz le contestó: «Eso es imposible. Para nosotros no?». E insistió: «Si los cálculos los hemos hecho bien no necesito ninguna chistorra más. Nunca. Eso es 1M», en referencia a la cantidad de un millón de euros.
Esta mención a una gran oportunidad económica para Koldo se produce tan solo 48 horas después de que el asesor le abra las puertas del ministerio a uno de los constructores que serían claves en la trama: José Ruz, propietario de Levantina, Ingeniería y Construcciones (LIC), quien participó en la presunta red de pago de mordidas a cambio de varias adjudicaciones públicas y que además formaba parte del llamado «grupo acelerador». Una serie de empresarios que se organizaron para crear una red de influencia en ministerios para mover contratos públicos pagando comisiones de hasta el 20% –parte de ellas presuntamente terminarían en el PSOE–, tal y como reveló en una entrevista a THE OBJECTIVE uno de los empresarios próximos a esta iniciativa.