The Objective
El rincón de Espe

Pedro Schwartz: «Los aranceles los paga quien los pone, por eso debemos evitarlos»

El economista y pensador liberal conversa con Esperanza Aguirre sobre las soluciones al estancamiento de la economía

En este nuevo episodio de El rincón de Espe, Esperanza Aguirre conversa con el economista y pensador liberal Pedro Schwartz (Madrid, 1935), una figura clave en la historia intelectual del liberalismo español. A sus 90 años, Schwartz repasa con lucidez su vida y su pensamiento: desde su vocación truncada en la diplomacia por el franquismo hasta su paso por la London School of Economics, donde fue discípulo de Karl Popper y Lionel Robbins. Entre recuerdos, ironías y principios firmes, el diálogo se convierte en una defensa apasionada de la libertad individual, la competencia económica y la confianza en los ciudadanos frente al intervencionismo estatal. Una charla entre maestra y discípulo que es, al mismo tiempo, un homenaje a la coherencia liberal y una crítica a la deriva proteccionista y burocrática de nuestro tiempo.

PREGUNTA.- Querido Pedro, muchísimas gracias por haber aceptado venir a El rincón de Espe y ser entrevistado por mí, que no soy más que una política cuya defensa de sus ideas, cuando la he hecho correctamente, se debe a tus enseñanzas.

RESPUESTA.- Aquí tengo mucha confianza y sé que todo lo que me vas a preguntar está bien preguntado.

P.- Lo primero que te quería preguntar, como el Colegio de Economistas te dio un festejo con motivo de tus 90 años, pues hay que preguntarte por tu vida, por tu larga y prolífica y exitosísima vida, y que tú destaques lo que te parezca más importante de ella. Yo yo te diría que quizá la infancia con tu padre de diplomático. Luego la juventud, los estudios, las universidades muy importantes en las que has estado. Y más tarde un rapidísimo paso por la política con los liberales, con Fraga. Y durante ese corto espacio de tiempo en política, recuerdo que cruzaste el hemiciclo para felicitar a Miguel Boyer por haber liberalizado los alquileres, que desde tiempos de Franco estaban…

R.- Así fue. Y bien me criticaron por ello.

P.- Bueno, es que te criticaron mucho. Y luego yo creo que te expulsaron casi por haber votado a favor de la OTAN. Porque el PP de Fraga pedía la abstención y tú votaste a favor, que era lo lógico en aquel momento.

R.- Así es.

P.- Y por lo tanto, yo estoy de acuerdo con todo eso. Y luego, pues, lo que tú quieras destacar de tu vida. Con muchísimo gusto. Porque yo lo que creo es que a los espectadores de El rincón de Espe les interesa mucho la batalla cultural. Y yo te diría que el antifranquismo tuyo, que fue uno de los más ciertos. De hecho, estuviste en el exilio. Si luego, al llegar la democracia, te hubieras hecho socialista, hubieras tenido toda clase de cargos. El gobernador del Banco de España, el mínimo. Ministro, vicepresidente… De todo. Pero bueno, tú a lo de la vida, cuenta lo que quieras.

R.- Pues primero, mis maestros. Tengo un gran agradecimiento por quienes me enseñaron. Yo una vez he estudiado Derecho y sacada la licenciatura en Derecho (esta de verdad, no inventada)…

P.- La mía también.

R.- Una vez acabada, conseguida esa licenciatura, yo quería seguir haciendo la oposición a diplomático, para lo que yo me había preparado. Sin embargo, me desvío. Me desvié de la oficina diplomática.

P.- No te desviaste, te desviaron los franquistas.

R.- Me desviaron. De hecho, yo saqué la oposición. Pero habiéndola sacado, pues resulta que me la quitaron. Yo en realidad se lo he dicho a algunos compañeros de la carrera que deberían habérmelo reparado de alguna forma, pero no es así. Y por lo tanto…

P.- Tenías que haber pedido tú la reparación.

R.- La pedí. Se la pedí a varios de los jefes de la Escuela Diplomática, pero me dijeron que era muy difícil. Que era muy imposible, que no se podía.

P.- Tenías que haber ido directamente al ministro. Y si no te hacía caso a la prensa.

R.- Pues no fui la prensa, pero debió de ser así. Y me encontré con que. Y a mi padre le dije: «Mira, papá, tú si me dejas, yo los llevo a los tribunales». Como administrativo, con derecho administrativo. Y entonces él me dijo: «Haz lo que te parezca. Pero si tú lo llevas a los tribunales, tu hermano no será diplomático». Claro. Me paré a pensar. Pues nada; que lo sea.

«Es necesario no mentir nunca en los estudios, decir exactamente lo que uno ha conseguido»

P.- Por eso Fernando fue diplomático.

R.- Por eso Fernando pudo hacerlo. Y yo no.

P.- Qué casualidad que después, con la democracia, tú fuiste liberal. Siempre lo fuiste. Y Fernando fue socialista.

R.- Bueno, no se sabe muy bien lo que era.

P.- Bueno, yo creo que…

R.- Más bien a favor de la gente, de…

P.- Del establishment.

R.- Del establishment y de la izquierda. Entonces mi padre me dijo mira ¿dónde quieres que te mande, a qué universidad? Y le pedí a don Luis del Corral si a qué universidad debía debería ir. Y me dijo a la London School of Echonomics (LSE). Y allí tuve una inmensa suerte de los profesores que me tocaron. Uno de ellos fue Karl Popper, con el que trabajé, con el que estudié, también trabajó mi mujer con él. Y luego otra persona que me dirigió la tesis es Lionel Robbins. Hice una tesis bajo su dirección. Era un gran historiador y en general en Londres aprendí muchísimo en la forma de estudiar y de trabajar. Por ejemplo, una de las cosas que encuentro a quienes estudian conmigo es que es necesario no mentir nunca en los estudios, es decir exactamente lo que uno ha conseguido y yo lo conseguí. Y gracias a Dios no mentí nunca ni pensé en mentir. Pero hubo quien –parece ser que ha habido muchos–…

P.- Bueno, últimamente estamos sabiendo…

R.- Sabiendo toda clase de porquerías que están saliendo afuera.

P.- Gente que dice que tiene tres licenciaturas y no tiene ninguna.

R.- Bueno, eso es igual. No sé lo que habré aprendido en la licenciatura, porque con ese espíritu que tenían creo que no habrían ido muy lejos. Entonces tuve mucha suerte en lo que estudié en la London School of Echonomics. Robbins, Popper y otros muchos profesores. En general, una forma distinta de estudiar, y esa forma distinta de estudiar es la que aprendí a transmitir a mis futuros alumnos. Por eso fue especialmente bueno. Recuerdo que la manera de estudiar allí en Londres y cómo se había hecho aquí fue un choque grandísimo. Y ese choque, esa transformación, es algo que agradezco bastante. Y así fue. Por lo tanto, no solo soy licenciado en políticas y en económicas de la LSE, sino que aprendí mucho. Aparte de ser licenciado y tener un título, aprendí la forma…

«El hecho de haber sido exiliado con Franco o mandado a un pueblo con Franco me ha servido mucho para que nadie dude de donde estaba yo»

P.- Bueno, por eso luego fuiste catedrático de Historia de las Doctrinas Económicas por la Complutense de Madrid.

R.- Así fue. Me presenté a la cátedra, la saqué, y desde entonces estoy muy orgulloso, no solo de ser un doctor de la LSE y doctor de la Complutense, sino también muy orgulloso de todo lo que aprendí. Y creo que fue muy importante, por ejemplo, una cosa importante: no citar lo que no se ha leído. Citar siempre lo que uno ha leído con mucho cuidado de no deformarlo es algo que me parece de mínima seriedad, y es una seriedad que aquí en España no se practica bastante. Eso fue muy bueno. Entonces allí estudié mucho. Estuve para sacar la tesis allí.

P.- ¿La tesis de la London School of Economics, de qué era? ¿Cómo se llama?

R.- Sobre John John Stuart Mill.

El economista Pedro Schwartz visita El rincón de Espe. | Víctor Ubiña

P.- Dicen que te mandaron al exilio porque gritaste «¡Viva Stuart Mill!».

R.- No.

P.- ¿A dónde te mandaron?

R.- A un pueblo de Albacete. Recuerdo que a muchos nos mandaron a distintos pueblos porque había revuelo en la Universidad Complutense de Madrid y yo lo que hice fue, en efecto, ir a un pueblo donde mandaron, encantadores. Me cuidaron muchísimo los del pueblo. Sigo escribiéndome con el que era el alcalde entonces. Fue muy bonito aquello. El hecho de haber sido exiliado con Franco o mandado a un pueblo con Franco me ha servido mucho para que nadie dude de dónde estaba yo. Que todo el mundo veo que se cambia un poco. No, yo firmemente estaba con las libertades, estaba con Stuart Mill y así lo he mantenido toda mi vida.

P.- Sin ninguna duda. Y eso te ha costado muy caro, creo yo. Porque como has sido liberal y no has sido socialista, nunca has tenido un cargo importante por parte de ningún partido, aunque haya gobernado el centro derecha. Bueno, reconozco que yo te hice presidente del Consejo Económico y Social, pero nunca te han hecho de un cargo importante como ministro de Hacienda, ministro de Economía, gobernador del Banco de España…

R.- Quizá, gracias a Dios, porque entonces tuve menos ocasión de equivocarme, que es lo que pasa en los cargos públicos. Pues sí, en efecto, no he tenido así un cargo público, pero sí suficiente buen nombre para mantener, por así decirlo, la bandera de la libertad en alto. Y de ahí no me he desviado. Y además he elegido muy bien a quienes yo promocionaba en un pequeño partido que fundé, y uno de ellos fue precisamente Esperanza Aguirre.

«El arancel lo paga el que lo pone. Es decir, el que va a pagar los malos efectos del arancel es precisamente los Estados Unidos con Trump»

P.- El partido que fundaste se llamaba la Unión Liberal.

R.- Eso es. Ese partido nombró a una candidata a la Alcaldía de Madrid. Y Esperanza así entró en política.

P.- Así es. Y empecé gracias a que tú eras presidente del Club Liberal de Madrid que hacía mucho por la doctrina liberal. Ahí había presentaciones de libros, había conferencias… En una España completamente socialista, a principios de los años 80, el Club Liberal de Madrid era el único lugar, creo yo, por lo menos lo que yo conocía, en que las ideas liberales se podían debatir.

R.- Y yo mismo siempre he sido liberal, porque he tenido muy buena formación, excelentes profesores, buenas lecturas y además he elegido bien a quien me acompañaba en la política. Y una de ellas fue Esperanza.

P.- Pues es que yo toda mi vida política he defendido las ideas que aprendí gracias a ti, porque en el Club Liberal empezó Unión Editorial a vender todas las obras de los maestros liberales, como Mises, como Hayek, como incluso Jean-François Revel, que yo creo que ha sido un liberal muy importante. Lo cito porque parece que no ha habido nunca en Francia un liberal, pero hay Revel lo era. Hubo. Yo lo que lo que creo de Pedro es que ha sido importantísimo y hoy mismo, aunque el establishment no te haya querido encumbrar, sí lo han hecho todos los que hemos aprendido de ti. Creo que ha sido de extraordinario interés para muchísima gente. La tercera que has publicado en ABC, hablando de los aranceles de Trump, cuya tesis fundamental, al menos lo que yo he concluido, es que si queremos que Trump no nos ponga aranceles porque consideramos que los aranceles son malos para aquellos que los tienen, para la población que los pone, no deberíamos ponerlos nosotros. Y tendría la Unión Europea que quitar los aranceles nuestros, que no son otros que el IVA y todos los demás impuestos a los productos extranjeros.

R.- Nosotros, una de las cosas que digo en mi artículo y que he dicho porque nos enseñaron, es que el arancel lo paga el que lo pone. Es decir, el que va a pagar los malos efectos del arancel es precisamente los Estados Unidos con Trump. Y eso de que el arancel lo paga el que lo pone es algo que la gente no acaba de entender, porque consideran que el arancel es una forma de defendernos, de defender la industria…

«La respuesta mejor a Trump no es poner nosotros aranceles de guerra comercial. No, es evitar que nosotros pongamos dificultades a la competencia»

P.- Fíjate, si nos enteráramos los europeos que comprar un coche americano nos iba a costar el 50% menos porque le quitamos el 21% del IVA. Los demás impuestos estaríamos encantados, ¿no?

R.- Y estaremos, porque al final yo creo que esos aranceles… El propio gobierno de la Unión de la Unión Europea no es el que va a decir no queremos pagar aranceles. Esos aranceles financian la burocracia de Bruselas. Una burocracia que a veces es ridícula en lo que pide.

P.- Totalmente. Para los tapones de la Coca-Cola, en las pajitas, para que en vez de ser de plástico que sean de cartón. Unas cosas absurdas que están terminando muchas veces, pues desde luego, en el caso del campo, que yo lo conozco un poco por razones personales, es desesperante.

R.- Sí. Y sin embargo, la gente considera que el arancel es una defensa defensa frente al extranjero, frente a competir con los demás. Y no es así. El arancel…

P.- Evita la competencia.

R.- Evita la competencia y por eso hace daño, porque la competencia económica es fundamental para que una economía funcione bien. Y revisar el arancel es una defensa de los bienes que uno produce. Por eso causan causa daño al país. Si quitamos el arancel creo que Trump se va a sorprender y decir bueno, pero si es que yo les quiero poner a ustedes un 50% o un 25% de arancel y ustedes no, gracias, no nos hace falta. Nosotros competiremos con los extranjeros lo suficiente para producir bien. Y eso es lo que hay que hacer. La respuesta mejor a Trump no es poner nosotros aranceles de guerra comercial. No, es evitar que nosotros pongamos dificultades a la competencia.

P.- Exacto. Esa es la doctrina y esa es la verdad. Lo que pasa que muchas veces el proteccionismo a lo largo de la historia ha triunfado en muchas ocasiones. Los librecambistas siempre eran menos que los proteccionistas.

R.- Así es. El proteger la industria nacional es un error porque encarece los productos nacionales, aumenta los costes de producción nacionales. Lo que necesitamos es quitar esos impuestos y otros muchos que tenemos, que hay que reducirlos.

P.- Sin duda, sin duda. Y yo quería, Pedro, terminar esto preguntándote sobre el problema de la economía española y de la política española. ¿Cuál es tu opinión sobre las medidas que el Gobierno de España debería tomar? Yo, por ejemplo, cada vez que veo la cantidad de edificios que están en poder de las administraciones públicas en los mejores sitios, desde luego de Madrid, y supongo que de las demás ciudades pienso en la desamortización de Mendizábal. Porque lo único que hacemos es aumentar la deuda pública. Está muy contento Pedro Sánchez porque tiene mucho dinero, porque entre que no deflacta de los impuestos la inflación y que la Unión Europea, que si los fondos Next Generation, que si no sé qué, está lleno de dinero. Pero en vez de gastar menos lo que hace es aumentar la deuda constantemente. Y luego no tiene dinero para dar a los de la Dana que cuatro de cada cinco que le han pedido ayuda no se la ha dado. No ha llegado la ayuda en tres años a los damnificados del volcán de La Palma e imagínate lo que va a pasar con los incendios de Castilla y León y de Galicia.

R.- No va a cumplir sus promesas. Esa idea de que uno puede financiar con deuda el gasto público sin límite es algo en lo que este gobierno cree y que es una gran equivocación. Habría que pensar en qué impuestos reducir, por qué hay que reducirlos, cómo aumentar la competencia, la libertad económica… De tal forma que así el país pueda resurgir.

El economista Pedro Schwartz visita El rincón de Espe. | Víctor Ubiña

P.- Porque claro, resulta que algunos, incluso en la Unión Europea, creen que el crecimiento es malo, que tenemos que ir al decrecimiento, que como ha dicho muy bien aquí Marcos de Quinto, el único que puso el decrecimiento fue Pol Pot en la Camboya.

R.- Que los mandó a todos al…

P.- No. Quemó los coches, destruyó los puentes, las carreteras… porque quería llegar al año cero. Eso es el decrecimiento. Mientras que el crecimiento permite que los ciudadanos puedan mejorar sus condiciones de vida.

R.- Claro que sí. Y ese crecimiento nosotros lo conseguimos si liberamos la producción y si liberamos la competencia. Y eso es el centro de una parte importante de la política liberal, que es liberar la economía, cosa que no es lo único, porque el liberalismo tiene muchos más elementos, pero ese es uno. Aumente usted la competencia, libere usted la producción y ya verá como el país resurge.

P.- Lo que dices en ese artículo de los aranceles de Trump, los productores del país que pone los aranceles son votantes y como son votantes, los gobiernos tienden a hacerles más caso a ellos que a la doctrina económica.

R.- Naturalmente, es lo malo, que es que en esa forma, los votantes que quieren protección y que quieren dinero público para vivir mejor son los que mandan en la política. Nosotros deberíamos insistir en que hay que reducir los impuestos y reducir el gasto, de tal forma que el que no sea necesario que nos defendamos de nada, sino al contrario, lo que queremos es competir lo mejor que podemos. Es curioso que uno de los sectores que va bien en España es el turismo, la entrada de personas que quieren pasar aquí el verano o las fiestas. Pues a esos hay que perseguirlos de manera que si se están llenando las calles de turistas, pues eso no sucede. Y hay que perseguir, si se puede.

«Cuando en un sistema liberal y abierto hay suficiente oferta, el precio tiene que caer y es lo que no está pasando»

P.- Sí, sí, pero esos mismos que quieren perseguir a los turistas. Ellos no paran de hacer turismo. Se van enseguida que pueden, que si a Londres, a Edimburgo, a París, a Nueva York… No les importa ser turistas ellos, pero no les gusta que vengan a Barcelona.

R.- Con el dinero que les regalamos. Para los individuos lo importante es tener libertad y decidir qué quieres hacer con tu vida. Y ahí está el centro de muchos de los errores de muchos que se llaman liberales, que piensan en el liberalismo, sobre todo de la cintura para abajo, y no piensan en el liberalismo, que consiste en luchar y competir por conseguir clientes. Y eso es lo que queremos los liberales. Yo siempre les pregunto ¿Usted es liberal? Sí. ¿Qué me dice de la competencia? ¿Qué me dice de la libertad de las aduanas? Pues ahí es donde yo les encuentro la dificultad.

P.- Yo me acuerdo de una frase que dijiste con mucha gracia, de uno que decía ser liberal y por supuesto, con sus respuestas demostraba que no, y tú decías que eso era como «no, yo soy muy casto, pero aquella chica tenía unas piernas…» ¿Te acuerdas que dijiste eso?

R.- Uno debe poder decidir su vida. Y además debe también pedir que haya más competencia, porque con esa competencia se consiguen los métodos para tener algo.

P.- Pues te voy a poner un ejemplo que creo que en este momento, según las estadísticas, los españoles lo consideran el principal problema: la carestía de la vivienda, la escasez de viviendas y la carestía del alquiler. Yo, por ejemplo, siempre he pensado que una ley que hizo el Gobierno del que tuve el honor de formar parte del ministro Arias Salgado, que se llamaba Liberalización del suelo, que pretendía que los suelos agrícolas que no tuvieran protección pudieran ser recalificados como urbanos. Y y esa ley el Tribunal Constitucional falló que era incompetente el Gobierno de la Nación para hacerla, que era una cuestión de las comunidades autónomas. Craso error, y yo no me enteré de aquello, porque la realidad es que yo podía haber hecho como presidenta de Comunidad Autónoma, con mayoría absoluta, esa misma ley en Madrid. Pero no lo hice. ¿Pero qué opinas tú de la liberalización del suelo? ¿Por qué tenemos que vivir los españoles en unas torres de pisos en vez de vivir como los del resto de los europeos?

R.- Debería ser a elección nuestra. Donde cada uno pueda pagarlo y sobre todo…

P.- ¿Pero qué hacer para evitar la escasez de viviendas en España?

R.- Producir más viviendas, puesto que la gente las pide. Y los ayuntamientos muchas veces tienen la culpa de la escasez de vivienda y lo caro de los alquileres, porque resulta que no hay suficiente oferta. Entonces, cuando en un sistema liberal y abierto hay suficiente oferta, el precio tiene que caer y es lo que no está pasando. Claro, entonces habría que ver qué hacen los distintos ayuntamientos para aumentar la oferta de vivienda, no solo en Madrid ni mucho menos, sino también en Valencia, en Barcelona y otros sitios.

P.- Hay una realidad que es que en España –cuando uno viene en avión se da muy bien cuenta–, el 90% del suelo en España, en la Península Ibérica, está libre. Solo el 10% del suelo está construido. Entonces, yo lo que sí hice en la presidencia de la Comunidad de Madrid, aprobé una ley que se llamaba de Viviendas Rurales Sostenibles. Desgraciadamente usé esa palabra. Pero bueno, lo que quería decir es que lo que decía la ley es que si tú tenías seis hectáreas en un suelo no protegido, podías irte a vivir ahí, pero que no pretendieras que el Ayuntamiento te diera todos los servicios, ni de agua, ni de luz, ni de alcantarillado, ni nada, que tenías tú que buscarte la vida. ¿Quieres ir a una vivienda rural? Pues haz una vivienda rural. Hoy en día la energía yo creo que es fácil de conseguir y el agua exactamente igual.

R.- Si, no hay más que venir a Madrid o a Barcelona o a Valencia en avión. España está vacía.

P.- Cuando uno va a otros países, yo que sé, los Países Bajos, Bélgica, Alemania… Todo eso está, está casi todo, hay mucho más terreno construido que terreno libre. Y aquí el 90% de nuestro suelo está libre. Y el principal problema de los españoles es que no hay viviendas. Y luego hay otra cosa también el exceso de regulación. Resulta que para hacer unas viviendas tienes que hacer tal cantidad de de obras antes de empezar la construcción de un edificio de viviendas que antiguamente no pasaba eso, pero ahora resulta que es costosísima las regulaciones que te ponen en la urbanización. Y tendría que ser más fácil.

R.- Mucho más fácil. De tal forma, cuando uno viene a Madrid o Barcelona se ve cómo está todo construido y sobre todo, que hay muchos edificios altos. Altos si lo quiere la gente, no tienen por qué forzarnos a hacer rascacielos. Depende de donde sea. Naturalmente que cada grupo de viviendas mantenga sus servicios. Es una obligación que puedan tener, pero que mantengan sus servicios de tal manera que haya mucha más oferta contra la carestía de vivienda.

P.- Eso es para la vivienda en propiedad. Pero luego hay el tema del alquiler. Entonces resulta que el alquiler lo que tienes que hacer es darle seguridad jurídica al propietario de que si el inquilino no le paga, él va a poder fácilmente en los tribunales con rapidez desahuciar a ese inquilino. Entonces resulta que no, que el propietario del inmueble alquilado tiene que responder de los problemas económicos que tenga el inquilino, en el supuesto de que sea por un problema económico. Pues no señor, no tiene porque ser el propietario del inmueble. Esto lo tendrá que ver los servicios sociales del Ayuntamiento. Y luego la okupación, el inquiokupa.

R.- Eso es terrible.

«La gran parte de la carestía del alquiler se debe a que no se respeta la propiedad, ya que los dueños de los edificios no pueden obligar a que la gente cumpla los contratos»

P.- Que resulta que no puedas echarlos porque se han declarado vulnerables.

R.- En España resulta que eres un okupa y no hay quien se eche de allí, y el dueño no tiene la propiedad del edificio.

P.- El dueño tiene que seguir pagando la luz y los servicios. Es increíble. Lleva a la señora presidenta del Congreso, lleva no sé cuántas veces, creo que un montón de veces, pero como veintitantas veces, rechazando que se debata en el Congreso el proyecto de ley del Partido Popular, que dice que a los okupas hay que echarles inmediatamente.

R.- Cuidado, porque los okupas es posible que sean una familia, que sean niños.

P.- Bueno, pues de eso se tendrá que ocupar los servicios sociales del Ayuntamiento, pero no el dueño.

R.- Sin duda. Y en todo caso, no los servicios sociales de Ayuntamiento, sino el hecho de que uno pueda ejercer la propiedad. Si eres propietario de un edificio, tú tienes que poder gobernarlo, y eso no se hace. Ahí es otro sitio donde se ve la importancia de la competencia. Una gran parte, la gran parte de la carestía del alquiler se debe a que no se respeta la propiedad, ya que los dueños de los edificios no pueden obligar a que la gente cumpla los contratos. Eso es una cosa muy de cajón y sin embargo no…

P.- Es una falta de seguridad jurídica, y por eso cada vez disminuyen más los propietarios que ponen sus pisos en alquiler. Pues Pedro, no sé si quieres añadir algo.

R.- Pues quiero añadir que el liberalismo es confianza en los individuos. Si tenemos un país donde haya libertad, tenemos que tener confianza en que la gente, los ciudadanos, los dueños, los propietarios… Tengan la defensa necesaria para poder ejercer sus derechos. Y eso resolvería muchos problemas hoy en día. No hay más, como hemos dicho, que venir en avión alguno de los aeropuertos, tanto el valenciano como los puertos de Barcelona o el de Madrid, y ver vacía la ciudad, vacío el espacio.

«La libertad es una respuesta a muchos de nuestros problemas, y una respuesta a los problemas porque resulta que los individuos, cuando elegimos, elegimos bien»

P.- Los alrededores de las ciudades.

R.- ¿Por qué no se deja que la gente construya?

P.- Pues porque hay una tesis de algunos técnicos que dicen que es que así se gasta mucho suelo. Y digo yo, ¿pero y cuál es el problema de gastar el suelo si lo que tenemos abundancia es de suelo libre en España? Entonces el suelo rústico que no tenga otra protección es un suelo que debe ser urbanizable, en mi opinión.

R.- Si quiere el dueño, y dentro de unas reglas de cómo funciona esa parte de la ciudad. Es decir, la libertad es una respuesta a muchos de nuestros problemas, y una respuesta a los problemas porque resulta que los individuos, cuando elegimos, elegimos bien.

P.- Y si no elegimos bien, según nuestro criterio y según el momento de nuestra vida. A mí cuando quieren regular cuántas horas tenemos que trabajar… Pues yo ha habido etapas de mi vida que he trabajado 20 horas y otras etapas en las que no he trabajado más de cuatro o cinco, y entonces resulta que no, que todos tenemos que trabajar lo que diga la señora esta vicepresidenta, ‘Yoli Tenacillas’, como la llaman.

R.- Y por eso el tener confianza en que la sociedad espontáneamente resolverá los problemas que tenga, es el centro de nuestra creencia en la libertad.

P.- Sí, pero siempre que haya libertad. ¿Porque por qué no se resuelve en España el problema del exceso de gasto público? ¿Y por qué no se resuelve el problema de la vivienda?

R.- Pues porque no hay confianza por parte de los políticos en que los demás van a elegir bien. Esa es la idea de que yo no tengo confianza en los individuos ni mis ciudadanos. Y lo que queremos es, al contrario, poner nuestra confianza en los individuos como lo hacemos en la vida todos los días. Y de esa manera se resolverían muchos problemas. El liberalismo que decir no solo la libertad de mercado, sino también la posibilidad de los individuos de elegir cómo quieren organizar su vida. Y eso es perfectamente posible en muchos sitios. Yo le pregunto a esos regidores de lo que es la propiedad, si van a Manhattan, ¿qué pasa allí? Resulta que hay una gente que lo que quiere es estar juntos, estar en el centro de la ciudad, al lado de otros, porque les convendrá, porque tendrán así más posibilidades de vender. Y esa idea de que los individuos podemos elegir mejor que los políticos es una idea central del liberalismo y que venimos defendiendo.

El economista Pedro Schwartz visita El rincón de Espe. | Víctor Ubiña

P.- Querido Pedro, muchísimas gracias por haber querido estar aquí, en El rincón de Espe para defender las ideas liberales que toda tu vida has defendido como catedrático, como maestro de tantos liberales y antes como antifranquista y luchador, que te quitaron las oposiciones de diplomático que habías aprobado, que no te han querido devolver, pero que hoy yo tengo la satisfacción de pensar, en España pensamos que somos muy pocos los liberales. Pero piensa que Milei el presidente de Argentina, elegido por abrumadora mayoría, es un alumno de Jesús Huerta de Soto, que a su vez es un alumno tuyo y forma parte de la Escuela Liberal de Madrid. Y que, bueno, hay gente a la que no le gusta la motosierra. A ti y a mí sí.

R.- Sí, cuando sobra gasto público, aplicamos la motosierra.

P.- Exacto. Hay que aplicarla, pero no es fácil. Pues muchísimas gracias, Pedro, y muchas gracias a todos ustedes por haber contemplado este programa.

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