The Objective
España

Juan Carlos I desvela que Felipe VI le da la espalda y que Sofía tiene prohibido visitarle

El Emérito subraya que su «exilio voluntario» a Abu Dabi fue una decisión tomada en secreto: «Nadie lo sabía»

Juan Carlos I desvela que Felipe VI le da la espalda y que Sofía tiene prohibido visitarle

Juan Carlos I y Felipe VI en una foto de archivo. | Foto: Gtres

Juan Carlos I lamenta en sus memorias que su hijo, Felipe VI, le haya «dado la espalda por deber» y que sus «supuestos amigos» hayan «desaparecido» en estos cinco años de «exilio voluntario» en Abu Dabi. «Me he dado cuenta de que nunca he sido libre», relata en el libro Reconciliación que ha escrito Laurence Debray y cuyos extractos han aparecido en Le Point. Además, en una entrevista con Le Figaro Magazine, el periodista desliza tres preguntas que sugieren haber salido de la boca del monarca emérito: «¿Por qué su esposa (la reina Sofía) no está autorizada a visitarle?, ¿por qué la princesa de Asturias, heredera al trono, no puede verle?, ¿por qué el embajador de España (en Emiratos Árabes Unidos) rechaza darle la mano?».

Esa deliberada incomunicación centra una parte importante de la entrevista en Le Figaro. «El régimen de alejamiento, deseado por su hijo y agravado por el Gobierno (de Pedro Sánchez), parece muy exagerado, aunque él lo acepta con fatalismo. Por supuesto, Juan Carlos ha pagado el precio de una serie de escándalos que le afectaban y que han debilitado la monarquía. Pero hoy recuerda que ha sido absuelto de todos los casos que en su momento lo habían convertido en paria en su país. Las acusaciones de comisiones en una cuenta suiza o de acoso sexual no han llevado a ninguna parte», prosigue el diario francés. «¡La democracia española no cayó del cielo! Yo la quise desde el principio, y mi libro cuenta esa historia», se reivindica don Juan Carlos a renglón seguido.

Además, Le Point incluye el extracto en el que el rey Juan Carlos relata su marcha de España en agosto de 2020. Un aspecto desconocido hasta ahora es que Felipe VI no supo a dónde se dirigía hasta que su padre subió al avión. «Mi hijo, cuando se enteró de mi repentina partida, me llamó. Yo ya estaba en el avión. ‘¿A dónde te vas, jefe? ¿A Londres?’. Me llaman ‘jefe’ o ‘patrón’. No creo tener un carácter autoritario, pero es cierto que eso refleja la organización piramidal de la Casa Real y la Familia Real. Como muestra de respeto, mi hijo me llama así, aunque en privado sigo siendo ‘papá’. ‘No, a Abu Dabi. Cuídate’. Esa fue nuestra última conversación en voz alta antes de pasar muchos meses lejos. La Casa Real hizo pública la carta privada que le había escrito. Se la había dejado en su escritorio antes de partir».

El padre de Felipe VI deja claro en sus memorias que su salida de España fue una decisión personal y que la tomó en secreto. Un «exilio voluntario», tal y como lo define en Reconciliación. «En pleno verano de 2020, dejé mi residencia madrileña, el Palacio de la Zarzuela, para trasladarme a Abu Dabi. Nadie lo sabía. No es habitual que un jefe de Estado europeo, aunque ya no estuviera en el cargo porque había abdicado seis años antes en favor de mi hijo Felipe, decidiera expatriarse. Ninguna guerra ni persecución judicial me obligaba a ello», puntualiza de inicio. Tras ello, rememora las causas de aquella marcha que pensaba que iba a ser temporal, de apenas unos meses.

«Ante la presión de los medios de comunicación y del Gobierno, tras la revelación de la existencia de una cuenta bancaria que tenía en Suiza y de acusaciones totalmente infundadas de comisiones, decidí marcharme para no obstaculizar el buen funcionamiento de la Corona ni entorpecer a mi hijo en el ejercicio de sus funciones como soberano. Pensaba alejarme unas semanas como mucho, para que los medios de comunicación se olvidaran de mí y dejar que la justicia española y la suiza llevaran a cabo con total tranquilidad su trabajo de investigación. No imaginaba que cinco años después, dos de ellos sin volver a ver mi país, seguiría en Abu Dabi», se lamenta.

«Ser obligado al desarraigo y al aislamiento, al final de la vida, no es fácil. Estoy resignado, herido por un sentimiento de abandono. No puedo contener mi emoción cuando pienso en algunos miembros de mi familia para los que ya no importo y, sobre todo, en España, que tanto echo de menos. Hay días de abatimiento, de vacío. Vivo sin perspectivas, sin ninguna certeza de poder volver a vivir en mi país. Aunque todos los asuntos legales han sido archivados sin más trámite y no se ha presentado ninguna acusación contra mí. Sigo en pie contra viento y marea. Por instinto de supervivencia, por fuerza de carácter», prosigue Juan Carlos I en la confesión más íntima de lo que siente desde Abu Dabi.

Todo ello con sus problemas de movilidad y «de los numerosos intentos» por desacreditarle. «Desde mi nacimiento, no soy dueño de mi destino. Todavía hoy debo ajustarme a los deseos de la Casa Real y del gobierno actual. Al final, mi vida ha estado dictada por las exigencias de España y del trono. Devolví la libertad a los españoles al instaurar la democracia, pero nunca pude disfrutar de esa libertad para mí. Ahora que mi hijo me ha dado la espalda por deber, que mis supuestos amigos han desaparecido, me doy cuenta de que nunca he sido libre», señala con amargura en uno de los extractos de Le Point.

En el libro hay un epígrafe titulado Nostalgia en el que el Emérito vuelca todo lo que siente estando lejos del país. «No hay un solo día en el que no me invada la nostalgia. Es como si España se me hubiera pegado a la piel. Allí dejé mis mejores recuerdos y mis mayores orgullos. He pasado más de setenta años recorriéndola sin cansarme nunca». En concreto, echa de menos los desfiles militares. «No solo porque fui jefe de las Fuerzas Armadas, sino porque me formé en ellas durante cuatro años. Me gusta ese ambiente, entiendo a los militares, valoro sus esfuerzos y sus preocupaciones. Fui uno de ellos».

«Los desfiles son una oportunidad para resaltarlos, para reencontrarlos, en su rigor y franqueza. Solo con ver desfilar en mi mente las imágenes de las rías de Galicia, la niebla que envuelve las colinas de Toledo, las saetas de la Semana Santa en Sevilla, el aroma del jazmín y la flor de azahar al atardecer, me emociono. Sé lo que es la verdadera nostalgia. La caza de la perdiz, que era uno de mis
pasatiempos favoritos en España, no tiene nada que ver con la caza en otros países: el ambiente es jovial y alegre, el cielo está despejado y luminoso», subraya el anterior jefe del Estado sobre sus recuerdas de España.

En el extranjero, sin embargo, «todo es más frío, tanto el clima como las relaciones humanas». En España, «cada vez que se dispara con éxito, nos felicitamos y aplaudimos. Es esta atmósfera, este sol, estos paisajes, esta cordialidad, lo que echo de menos todos los días. Y nada puede llenar este vacío». Por ello, el monarca expresa en el libro su deseo de que, mientras viva, pueda «tener una jubilación tranquila, reanudar una relación armoniosa con mi hijo y, sobre todo, volver a España, a casa».

Publicidad