Defensa se escuda en normas antidopaje para vigilar a los militares en las pruebas de orina
El departamento de Robles defiende que los militares miccionen delante de un testigo como hacen los deportistas

Margarita Robles junto a varios militares en unas maniobras. | THE OBJECTIVE
El Ministerio de Defensa defiende su nuevo procedimiento de toma de muestra en las analíticas de orina dentro de las Fuerzas Armadas para detectar el consumo de drogas, en el que exige a los militares miccionar bajo observación visual directa de un testigo. Para ello, esgrime la normativa de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), según fuentes castrenses consultadas por THE OBJECTIVE.
La polémica instrucción técnica, del pasado 18 de julio y denunciada por la Asociación de Tropa y Marinería Española (ATME), la elaboró la general farmacéutica María Teresa Llorente, que antes de lograr el fajín rojo dirigió el Instituto de Toxicología de la Defensa. En la misma, se ciñe a las exigencias de la AMA y otros organismos internacionales similares. Por ejemplo, el artículo 7.2.4 de la guía para el personal de recolección de muestras de la AMA indica que el deportista, una vez en el baño, «deberá quitarse toda la ropa entre la cintura y la mitad del muslo, para que el personal encargado de la recogida de muestras que actúa como testigo tenga una visión sin obstáculos de la entrega de la muestra».
Además, desde la AMA se subraya que las personas que se sometan a un control antidopaje «deberán remangarse para que los brazos y las manos del deportista también sean claramente visibles». Incluso, se precisa cómo tiene que ser el momento de la prueba de orina bajo vigilancia: «El testigo observará directamente al deportista mientras proporciona la muestra de orina, ajustando su posición para tener una visión clara de la muestra saliendo del cuerpo del deportista». Tras ello, el citado testigo «verificará, a la vista del deportista, que se ha proporcionado el volumen adecuado de orina para el análisis».
Las Fuerzas Armadas ya contaban desde 2019 con una instrucción técnica tras descubrirse varios casos de fraude, en los que se dieron cambiazos con la orina de otros compañeros. Las citadas fuentes recuerdan, por ejemplo, el día que se pilló a un soldado con un preservativo lleno de pis atado a uno de sus muslos para intentar que no descubrieran que había consumido sustancias prohibidas durante el fin de semana. Los test antidrogas son de obligado cumplimiento dentro de la milicia y en ellos se busca la presencia de cannabis, cocaína, anfetaminas y opiáceos.

De ahí que en verano se haya actualizado el texto para dejar claro cómo proceder en los test de detección de drogas, en los que se tienen que recoger dos muestras por si alguien da positivo en la primera y hay que cotejarla con la segunda en un contranálisis. Además, el testigo «siempre deberá ser del mismo sexo que el interesado». Igual que sucede en los deportes de élite.
El departamento que dirige Margarita Robles dudó si abordar el apartado de la recogida de la orina con un texto genérico, como el de la Policía Nacional con sus agentes, o ser más preciso para que no hubiera margen de error o discrecionalidad sobre el procedimiento. Finalmente, la Inspección General de Sanidad de la Defensa se decantó por lo segundo, ya que fue el criterio defendido por la general Llorente.
«Deberá existir, al menos, un testigo encargado de actuar como supervisor del procedimiento. Deberá estar presente durante la emisión de la orina, asegurándose la vista de la salida de la muestra del cuerpo de la persona que realiza la micción, sin ninguna obstrucción, teniendo en cuenta que siempre deberá ser del mismo sexo que el interesado. Para asegurar una clara y no obstruida visión del paso de la muestra, el testigo instruirá a la persona que debe realizar la micción sobre como retirarse o ajustar la ropa que pueda dificultar la visión de forma nítida de la muestra», indica Defensa en la citada instrucción técnica a la que ha tenido acceso THE OBJECTIVE.
De esta forma, el testigo o vigilante —un miembro del personal sanitario designado por el jefe de la unidad— tiene que ver como el militar empieza a orinar en el frasco y no podrá girarse, mirar a otro lado o darle la espalda cuando el recluta u oficial se someta al test antidroga. Asimismo, «comprobará que la orina emitida no es sometida a manipulaciones o fraudes que invaliden los resultados analíticos posteriores, debiendo asimismo salvaguardarse en todo momento la dignidad e intimidad de las personas».
Una norma «humillante y degradante»
Sin embargo, la citada Asociación de Tropa y Marinería considera que la nueva normativa es humillante y contraria a los derechos constitucionales del personal militar. Por ello, ha iniciado un procedimiento administrativo y una queja formal ante el Defensor del Pueblo contra la instrucción técnica que regula ese procedimiento. ATME ya presentó en su día alegaciones al proyecto que fue remitido por el Consejo de Personal de las Fuerzas Armadas, pero no fueron tomadas en consideración ni respondidas.
Ahora, considera que esa práctica es «profundamente degradante, desproporcionada y contraria a los derechos fundamentales» y argumenta que vulnera principios recogidos en la Constitución como la dignidad de la persona y la prohibición de tratos degradantes, así como las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas.
ATME señala que esta «intromisión» no tiene precedentes en otros cuerpos de empleados públicos como las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, el personal penitenciario o el judicial, «todos ellos sometidos a regímenes de alta responsabilidad» y que no están obligados a someterse a este tipo de controles. «Este trato singularizado hacia los militares se considera discriminatorio y menoscaba su dignidad profesional y personal», concluye la asociación en un comunicado.
