La Familia Real celebra este sábado la reunión más tensa desde el exilio de Juan Carlos I
El Emérito estará en El Pardo tras criticar en su libro la actitud de los reyes hacia él y el «poder desmesurado» de Alfonsín

Felipe VI y Juan Carlos I en una imagen de archivo de 2019. | Foto: EP
El Palacio de El Pardo será escenario este sábado de un nuevo almuerzo de carácter privado de la familia del rey Felipe VI al que ha confirmado su asistencia Juan Carlos I. En este caso, para celebrar el medio siglo de la reinstauración de la Monarquía. Pero, a diferencia de otros eventos similares del pasado, como el de hace dos años por la jura de la Constitución por parte de la princesa Leonor, en esta ocasión se prevé el ágape más tenso desde la marcha del Emérito a Abu Dabi hace cinco años en «un exilio voluntario», como él mismo lo define en su libro Reconciliación.
Precisamente, las memorias del anterior jefe del Estado han elevado la tensión en su familia por las críticas que en sus páginas se vierten contra los actuales reyes y otros familiares directos. Don Juan Carlos lamenta, por ejemplo, que su hijo le haya «dado la espalda por deber» desde su marcha fuera de España en agosto de 2020. «Entiendo que, como Rey, deba mantener una postura pública firme, pero sufrí por su insensibilidad».
También revela por primera vez una relación distante con la reina Letizia: «Su entrada en la familia no ayudó a la cohesión de nuestras relaciones familiares […]. Le dije que tenía abierta la puerta de mi despacho, pero nunca vino […]. Ha cortado todos los puentes y me mantiene alejado de mis nietas», asegura de su nuera. Incluso se muestra muy crítico sobre su nieto Froilán, quien en los últimos años le acompaña en Abu Dabi tras encontrar trabajo en el país árabe: «El divorcio de sus padres [Jaime de Marichalar y la infanta Elena] y cierta falta de autoridad parental lo llevaron a una vida desordenada. Iba de fiesta en fiesta, de discoteca en discoteca. Se veía envuelto en peleas y malas compañías. Estaba abandonado a su suerte».
Además, el rey emérito lamenta que sus «supuestos amigos» hayan «desaparecido» en estos cinco años en Abu Dabi. «Me he dado cuenta de que nunca he sido libre», relató en el libro que ha escrito Laurence Debray. En una entrevista con Le Figaro Magazine, el periodista deslizó tres preguntas que sugieren haber salido de la boca del monarca: «¿Por qué su esposa (la reina Sofía) no está autorizada a visitarle? ¿Por qué la princesa de Asturias, heredera al trono, no puede verle? ¿Por qué el embajador de España [en Emiratos Árabes Unidos] rechaza darle la mano?».
Esa deliberada incomunicación centró una parte importante de la entrevista en Le Figaro. «El régimen de alejamiento, deseado por su hijo y agravado por el Gobierno [de Pedro Sánchez], parece muy exagerado, aunque él lo acepta con fatalismo. Por supuesto, Juan Carlos ha pagado el precio de una serie de escándalos que le afectaban y que han debilitado la monarquía. Pero hoy recuerda que ha sido absuelto de todos los casos que en su momento lo habían convertido en paria en su país. Las acusaciones de comisiones en una cuenta suiza o de acoso sexual no han llevado a ninguna parte», prosiguió el diario francés. «¡La democracia española no cayó del cielo! Yo la quise desde el principio, y mi libro cuenta esa historia», se reivindicó don Juan Carlos a renglón seguido.
El anterior rey relata en su libro su marcha de España en agosto de 2020. Un aspecto desconocido hasta ahora es que Felipe VI no supo a dónde se dirigía hasta que su padre subió al avión. «Mi hijo, cuando se enteró de mi repentina partida, me llamó. Yo ya estaba en el avión. ‘¿A dónde te vas, jefe? ¿A Londres?’. Me llaman ‘jefe’ o ‘patrón’. No creo tener un carácter autoritario, pero es cierto que eso refleja la organización piramidal de la Casa Real y la Familia Real. Como muestra de respeto, mi hijo me llama así, aunque en privado sigo siendo ‘papá’. ‘No, a Abu Dabi. Cuídate’. Esa fue nuestra última conversación en voz alta antes de pasar muchos meses lejos. La Casa Real hizo pública la carta privada que le había escrito. Se la había dejado en su escritorio antes de partir».
Don Juan Carlos deja claro en sus memorias que su salida de España fue una decisión personal y que la tomó en secreto. «En pleno verano de 2020, dejé mi residencia madrileña, el Palacio de la Zarzuela, para trasladarme a Abu Dabi. Nadie lo sabía. No es habitual que un jefe de Estado europeo, aunque ya no estuviera en el cargo porque había abdicado seis años antes en favor de mi hijo Felipe, decidiera expatriarse. Ninguna guerra ni persecución judicial me obligaba a ello», puntualiza en Reconciliación. Tras ello, rememora las causas de aquella marcha que pensaba que iba a ser temporal, de apenas unos meses.
«Ante la presión de los medios de comunicación y del Gobierno, tras la revelación de la existencia de una cuenta bancaria que tenía en Suiza y de acusaciones totalmente infundadas de comisiones, decidí marcharme para no obstaculizar el buen funcionamiento de la Corona ni entorpecer a mi hijo en el ejercicio de sus funciones como soberano. Pensaba alejarme unas semanas como mucho, para que los medios de comunicación se olvidaran de mí y dejar que la justicia española y la suiza llevaran a cabo con total tranquilidad su trabajo de investigación. No imaginaba que cinco años después, dos de ellos sin volver a ver mi país, seguiría en Abu Dabi», se lamenta don Juan Carlos, que viajará a Madrid en avión expresamente para este almuerzo. Tras ello, ha decidido no dormir en la capital por la prohibición que pesa sobre él de no pernoctar en La Zarzuela, con lo que su estancia será únicamente de unas pocas horas.

«Ser obligado al desarraigo y al aislamiento, al final de la vida, no es fácil. Estoy resignado, herido por un sentimiento de abandono. No puedo contener mi emoción cuando pienso en algunos miembros de mi familia para los que ya no importo y, sobre todo, en España, que tanto echo de menos. Hay días de abatimiento, de vacío. Vivo sin perspectivas, sin ninguna certeza de poder volver a vivir en mi país. Aunque todos los asuntos legales han sido archivados sin más trámite y no se ha presentado ninguna acusación contra mí. Sigo en pie contra viento y marea. Por instinto de supervivencia, por fuerza de carácter», prosigue Juan Carlos I en la confesión más íntima de lo que siente desde Abu Dabi.
Todo ello con sus problemas de movilidad y «de los numerosos intentos» por desacreditarle. «Desde mi nacimiento, no soy dueño de mi destino. Todavía hoy debo ajustarme a los deseos de la Casa Real y del Gobierno actual. Al final, mi vida ha estado dictada por las exigencias de España y del trono. Devolví la libertad a los españoles al instaurar la democracia, pero nunca pude disfrutar de esa libertad para mí. Ahora que mi hijo me ha dado la espalda por deber, que mis supuestos amigos han desaparecido, me doy cuenta de que nunca he sido libre», señala con amargura.
Ataque frontal contra Jaime Alfonsín
El libro incluye un ataque frontal del Emérito contra Jaime Alfonsín, el primer jefe de la Casa del Rey que tuvo Felipe VI tras casi 20 años de trabajo junto al entonces príncipe de Asturias. Don Juan Carlos critica en Reconciliación el «poder desmesurado» que había acumulado la persona más próxima a su hijo tras la abdicación. Sobre todo, después del inicio de las investigaciones judiciales en Suiza y España contra él en 2020 por la polémica donación de 64,5 millones de euros del rey de Arabia Saudí.
El 15 de marzo de aquel año, Felipe VI convocó a su padre a su despacho para explicarle que iba a renunciar ante notario a su herencia. «Llegué a su despacho, que había sido el mío durante casi 40 años. Para mi sorpresa, allí me encontré al jefe de la Casa Real, Jaime Alfonsín, que había trabajado con mi hijo durante veinticinco años y gozaba de toda su confianza. Este abogado serio y austero, con entradas pronunciadas , había adquirido un poder desmesurado dentro de la Casa Real. Yo lo había nombrado en 1995 secretario personal de Felipe, que acababa de terminar su formación militar y sus estudios universitarios y comenzaba a tener una agenda de actividades oficiales. Entonces lo consideraba un hombre eficaz, íntegro y leal. Venía a verme todos los días para mantenerme informado. Mucho más tarde supe que estaba empujando a mi hijo a distanciarse de mí. Ese 1 de marzo de 2020, pensaba que iba a tener una reunión para hablar a solas con mi hijo, así que, evidentemente, me molestó verlo allí, con nosotros. Para no empeorar la situación, no dije nada».
El actual rey le entregó el comunicado que La Zarzuela iba a hacer público. «Este anuncio significa que reniegas de mí», le dijo don Juan Carlos a su hijo mirándole impasible. «No olvides que heredas un sistema político que yo forjé. Puedes excluirme en lo personal y en lo financiero, pero no puedes rechazar el legado institucional en el que te apoyas. Entre ambas cosas solo hay un paso», prosiguió. Felipe VI no le respondió.
«La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, dice que la carta debe publicarse tal cual», precisó Alfonsín, preocupado por la idea de que el anterior jefe del Estado pudiera solicitar alguna modificación. «La reunión se acaba pronto. Sin más preámbulos ni explicaciones, me ponen ante hechos consumados. Esa fue su respuesta a la revelación del regalo del rey Abdullah de Arabia Saudí a la familia real española, depositado en una cuenta bancaria en Suiza. Pensaban así protegerse del escándalo que yo había provocado. Felipe desempeñaba su papel de jefe de Estado implacable para preservar el prestigio de la Corona. El Gobierno, una alianza de la izquierda con la extrema izquierda, asociada a los independentistas, que no había cejado en su voluntad de romper las prerrogativas del rey, debía sentirse más que satisfecho ante esta situación de hecho», lamenta el emérito.
Juan Carlos I se centra tras ello en las formaciones políticas que más le han criticado estos últimos años. «Al atacarme, no me perjudican personalmente, porque, en el fondo, hoy en día no represento gran cosa, pero sí perjudican a la institución de la Corona. Y al denigrar a la Corona, su objetivo es el Estado, la unidad del país y sus fundamentos democráticos», dice, sin mencionar a ningún partido en concreto.
El Gobierno de Pedro Sánchez «parece alegrarse de ello», añade el monarca a continuación. «En lugar de proteger el Estado, de trabajar respetando las instituciones, en aras de la prosperidad y el desarrollo del país, lo están socavando. Sin embargo, al asumir sus funciones, prometen ‘por su conciencia y honor, cumplir fielmente con las obligaciones de su cargo con lealtad al Rey, y respetar y hacer respetar la Constitución como norma fundamental del Estado’».
Por si no ha quedado claro, don Juan Carlos señala en la parte final del libro que cuando el Gobierno le desacredita, «debilita nuestra Constitución y pone en tela de juicio los logros de la transición democrática y nuestra reconciliación». De ahí que con estas memorias no haya querido dejarles «la última palabra en su revisionismo histórico», sentencia en Reconciliación.
«He querido dar mi versión de la Historia, la que he vivido y forjado. A través de estas páginas, he ido a lo esencial. Quería que se me comprendiera mejor, que se me conociera y que se disiparan los malentendidos. Lo que más me importa es que la Corona me sobreviva y siga haciendo brillar a España. Que el espíritu de la Transición que nos unió persista por el bien del país, donde me gustaría recuperar mi lugar. El de un hombre que se entregó por completo a su país. Que espera ser enterrado allí con honores. España decidirá, la Historia nos juzgará», concluye a modo de corolario.
