Robles cronifica la anomalía de que la Armada no tenga un general médico en su cúpula
La ministra envía el mensaje de que no se plantea subsanar este agravio frente a los ejércitos de Tierra y Aire

El almirante jefe del Estado Mayor de la Armada, Antonio Piñeiro, con la ministra de Defensa, Margarita Robles, al fondo. | Foto: Flickr M.Defensa
La ministra de Defensa, Margarita Robles, se ha decantado de nuevo por otro coronel médico para asumir la Dirección de Sanidad de la Armada, por lo que cronifica la anomalía iniciada hace medio año de que no haya un general en la cúpula del cuartel general de esta rama de las Fuerzas Armadas. Un hecho que ha causado sorpresa entre almirantes y contralmirantes consultados por THE OBJECTIVE, al quedar la Armada en desventaja con respecto a los ejércitos de Tierra y del Aire.
El elegido para ocupar esta plaza con carácter inmediato es el coronel médico Juan Plaza, destinado hasta ahora en la Academia Central de la Defensa, puesto en el que le sustituye el coronel veterinario Alberto Zamora. Los nombramientos de Plaza y Zamora se firmaron el 5 de noviembre y aparecieron en el Boletín Oficial de Defensa (BOD) el pasado 13 de noviembre. Con la primera de las decisiones, Robles envía el mensaje de que no se plantea subsanar la inferioridad en la que se encuentra la Armada al no contar con un general médico en su cuartel general, a juicio de las citadas fuentes.

El castigo a la Armada empezó a mediados de junio y se prolongará sine die hasta que se cree un hueco de general en el escalafón de la Sanidad militar, una situación que podría no darse hasta dentro de un año, salvo un inesperado movimiento de piezas. Este hecho inédito se debe a que Robles no ha encontrado una solución a la vacante dejada por el general Enrique Bartolomé, quien pasó a la reserva el pasado 18 de junio.
A la particular guerra entre miembros de la cúpula de la Sanidad militar, que ha bloqueado una posible solución, se une la polémica decisión de Robles en marzo de aumentar a tres el cupo de generales médicos de división, lo que ha provocado un tapón entre los de brigada y que no puedan ascender el mismo número de coroneles de este cuerpo que había hasta ahora.
El hecho de que la Armada esté sin general médico generó inquietud en el jefe del Estado Mayor, el almirante Antonio Piñeiro, que ha pedido sin éxito a la ministra que no se cronifique esta situación, pues pone a esta rama de las Fuerzas Armadas en desventaja con respecto a los ejércitos de Tierra y del Aire. Ambos se han reunido al menos dos veces para abordar este problema y Robles se disculpó ante él en una de ellas, según las citadas fuentes. Pero el problema sigue persistiendo.
Las fuentes militares temen, no obstante, que Defensa esté ensayando con la Armada la posibilidad de quitar los generales médicos que hay en los tres cuarteles generales para que se encarguen de otros cometidos dentro de la Sanidad militar. En la actualidad, solo hay seis generales de brigada con esta especialidad dentro de los cuerpos comunes y «no hay un planeamiento claro» por parte de Robles sobre estos puestos. Por ejemplo, hace un año colocó a dos generales de brigada al frente del hospital militar Gómez Ulla —el director, Javier Areta, y su número dos, Elvira Pelet— hasta que en julio de este 2025 ascendió al primero a general de división.
En el hospital de Zaragoza, el segundo más importante, también ha habido vaivenes en los últimos años: primero se ascendió a general a Juan Antonio Lara en plena atención a los heridos ucranianos de la guerra, colocándole de esta forma en un mismo plano de igualdad con el director del Gómez Ulla. Pero cuando la ministra se decantó por Lara para la Inspección General de Sanidad de la Defensa (Igesan), su sustituto en la capital aragonesa —Alfredo Buisán— volvió a ser un coronel.
A todo ello se une que el último general médico en ascender, David Cobo, se quedó como segundo mando en el Igesan por deseo expreso de Lara. Una decisión bendecida por la propia ministra. La Armada citó a Cobo a una entrevista para ofrecerle el puesto vacante en el cuartel general y este replicó que no tenía inconveniente en incorporarse al equipo del almirante Piñeiro. Sin embargo, primó la decisión inicial del inspector general de Sanidad de tenerle a su lado.
Rotar el agravio cada dos años
Además, en las últimas semanas se ha barajado en Defensa la opción de que el hueco de general médico en el cuartel general de la Armada rote cada dos años por el resto de los ejércitos, para que así ninguna arma tenga la sensación de estar en inferioridad y nadie pueda quejarse por sentirse agraviado. «La ministra quiere quedar bien con todos cuando casi todo el mundo, sea de Sanidad o no, opinamos que la Dirección de Sanidad de la Armada debe tener un general médico, lo mismo que lo tienen el Ejército de Tierra y el Ejército del Aire», subraya un alto mando a este diario.
Aunque en el cuartel general de la Armada solo tiene que atender a 55 personas, frente a las más de 3.000 que gestiona el hospital Gómez Ulla —por poner un ejemplo—, el responsable de la Sanidad militar de la Armada se encarga de coordinar este área con todos los buques de la Flota. Y si bien no tiene mando orgánico, sirve de enlace con las jefaturas de sanidad de otros órganos del Ministerio como el citado Igesan o el Estado Mayor de la Defensa (EMAD). Y no es lo mismo que las órdenes o las preguntas emanen de un coronel a que los destinatarios sean generales de una o dos estrellas. Por ello, la Armada se siente agraviada frente al resto de armas.
