The Objective
Entrevista

Villarejo, sobre las saunas del suegro de Sánchez: «Hay grabaciones con menores»

El comisario jubilado detalla cómo colaboró durante una década con Sabiniano Gómez para filmar relaciones sexuales

THE OBJECTIVE entrevista al comisario jubilado José Manuel Villarejo, principal investigado en el caso Tándem, que vuelve al primer plano mediático por un motivo que él mismo señala desde el principio: ser «el origen [del] mercadeo» del material sensible que hoy manejan los actuales «fontaneros del PSOE», Leire Díez y el empresario Javier Pérez Dolset. «A mí me incautan todos los archivos en 2017. Sorprendentemente, jamás me dan copia, alegando que son secretos de Estado», denuncia. Y, sin embargo, prosigue, uno de esos intermediarios afirma públicamente «que ha pagado cinco millones de euros por esos archivos».

Ese material, según ha podido confirmar este periódico en investigaciones previas, incluye las carpetas más delicadas del caso Tándem. Entre ellas están los audios sobre las saunas del suegro de Pedro Sánchez, Sabiniano Gómez, donde, tal y como ha publicado THE OBJECTIVE, la Policía habría instalado cámaras y micrófonos para obtener imágenes sexuales con las que extorsionar a personalidades que estaban siendo investigadas, y convertir a algunas de esas personalidades en confidentes. Esos audios, que fueron entregados por Pérez Dolset al PSOE, son los que más interesaron al presidente después de la imputación de Begoña Gómez. En esta entrevista, Villarejo detalla por primera vez ante una cámara cómo —según afirma— se desarrolló aquella operativa y cuál era la participación de Sabiniano Gómez y sus hermanos en el negocio sexual que regentaron durante décadas.

Reuniones con Sabiniano Gómez

Villarejo sitúa su relación con la familia política del presidente mucho antes de que Sánchez llegara a La Moncloa. «Las relaciones con la familia de la esposa del actual presidente de Gobierno ya se tenían desde finales de los 90», explica. Pero el salto cualitativo se produjo hacia 2005 y 2006, cuando la Unidad Central de Información y el Servicio Secreto concluyeron que era necesario «monitorizar la conducta de ciertos sujetos que van a la sauna, sobre todo a la sauna de homosexuales que frecuentan menores». Este es el elemento que, a juicio de Villarejo, desencadenó la colaboración continuada entre los dispositivos del Estado y los propietarios de los establecimientos.

El comisario se detiene para contextualizar su papel. Recuerda que ha trabajado con gobiernos de signos distintos, pero destaca que su vinculación con el PSOE fue especialmente intensa. «He trabajado más para el Partido Socialista que para el Partido Popular, porque el Partido Socialista ha estado mucho más años en democracia». Incluso cuando estuvo en excedencia, entre 1983 y 1993, afirma que desde las filas socialistas se le solicitó «muchísima ayuda vinculada con el GAL». Cuando volvió a la actividad en los años noventa, se integró de lleno en tareas de análisis de información y captación de fuentes. Dentro de esa estructura, la familia Gómez comenzó a aparecer como parte de un engranaje que requería, según sostiene, discreción y colaboración continua.

«Al día siguiente recogíamos las grabaciones»

Villarejo describe el primer encuentro formal con Sabiniano Gómez como un trámite discreto, sin escenificaciones. Una presentación funcional que incluía agradecimientos y apelaciones al patriotismo. Él ya sabía que tanto Sabiniano como sus hermanos tenían una marcada orientación política de derechas, algo que —según dice— facilitaba el clima de entendimiento. Pronto se estableció el acuerdo operativo. El excomisario lo resume sin matices: «Permitir que se instalara una serie de equipos y que al día siguiente se recogieran las grabaciones».

El mecanismo incluía también avisos codificados sobre la llegada de clientes. «Él [Sabiniano Gómez] tomaba la iniciativa: ‘el número siete va a venir mañana’, o ‘creo que estos días va a venir el número ocho’». Con esos mensajes cifrados, el equipo policial determinaba quiénes serían vigilados, quién entraba, quién salía y con quién se reunía cada objetivo. Según su relato, Sabiniano no solo autorizaba la instalación de los equipos, sino que además participaba activamente en la logística y proporcionaba dichos avisos sobre la presencia de ciertos clientes. Estas claves permitían al equipo policial identificar a los objetivos y establecer seguimientos más amplios fuera de la sauna.

Villarejo subraya también que la operación no habría sido posible sin la implicación de todos los hermanos Gómez, que —según afirma— mantenían el control sobre los distintos locales. «Estaban todos en el ajo, digamos, porque si no, no habría sido posible». Atribuye a Sabiniano un papel más visible en la gestión cotidiana hasta 2006, año en el que decidió apartarse, coincidiendo con la boda de su hija con el actual presidente. «Dejó que otros fueran los que figurasen en la sociedad para que no hubiera ninguna posibilidad de problemas que afectaran a su yerno».

«Eran menores marroquíes y brasileños»

Uno de los puntos más delicados de la entrevista llega cuando Villarejo detalla el tipo de grabaciones recogidas en los dispositivos. Por primera vez ante una cámara confirma que las imágenes no solo registraban encuentros homosexuales entre adultos, sino contactos con menores. No introduce matices, ni evita el término. Lo expone de forma directa: «Fundamentalmente, eran, en gran medida, menores de edad. Eran marroquíes muchos. Y brasileños». Esa afirmación encaja con la descripción previa de la operativa, centrada en identificar a personas que —según el comisario— ya estaban siendo vigiladas por otras actividades. Su versión apunta a que la captación de imágenes sexuales tenía un doble objetivo: obtener información útil para investigaciones en curso y presionar a determinados individuos para que colaboraran como confidentes.

La conexión entre Villarejo y la familia Gómez se mantuvo durante aproximadamente una década. Sitúa la última reunión hacia 2015 o 2016, justo antes de su jubilación. En sus recuerdos, la figura de Sabiniano aparece descrita con términos que llaman la atención. «Era una persona muy cordial, correcta, muy seria, muy cumplidor. Parecía que regentaba, más que un negocio de sauna, un hotel de cinco estrellas, por cómo era de riguroso». Tras su salida del servicio activo, la operativa se cerró y, según su relato, dejó de tener contacto con la familia. El material, sin embargo, siguió circulando, primero dentro de la estructura policial y después —según mantiene— en los circuitos paralelos en los que intervenían Pérez Dolset y los operadores del PSOE: ese material se convirtió en una herramienta política que él asegura no haber podido supervisar desde que quedó en manos del Estado.

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