Prisiones refuerza los cacheos de móviles en el módulo de Ábalos para evitar la venta de fotos
La dirección quiere impedir un episodio como el de Santos Cerdán, al que dos presos fotografiaron en la cárcel

Ilustración de Alejandra Svriz.
Jose Luis Ábalos y Koldo García ya han completado sus primeros diez días en la prisión de Madrid V, situada en la localidad de Soto del Real. El exministro y quien fuera su hombre de confianza comparten celda en un módulo de respeto, el número 13, en el que conviven con internos preventivos y poco conflictivos. Se trata del mismo en el que también ingresaron el presunto comisionista Víctor de Aldama y el ex secretario de Organización del PSOE Santos Cerdán, que salió de la prisión hace apenas tres semanas. Por el momento, los nuevos reclusos se adaptan bien a la vida en el penal entre juegos de mesa, gimnasio y llamadas telefónicas, esto último sobre todo en el caso de Ábalos, señalan fuentes penitenciarias.
Aunque su estancia transcurre con normalidad, la dirección de Soto del Real ha comenzado a implantar una serie de medidas para evitar errores pasados con internos de cierta trascendencia. En concreto, ocurrió con Santos Cerdán cuando un medio de comunicación publicó fotos suyas en diferentes estancias de la prisión. Un asunto por el que la cárcel sancionó a dos internos y los recluyó en aislamiento, según adelantó este periódico. Por este motivo, el responsable de Soro del Real ha dado orden de reforzar los cacheos en los módulos con el objetivo de requisar todos los dispositivos móviles posibles.
Si bien es una medida rutinaria en los centros penitenciarios que se hace prácticamente cada semana para detectar teléfonos -un objeto totalmente prohibido dentro de prisión-, los funcionarios han intensificado esta tarea en el módulo de Ábalos y Koldo en los últimos días. Una labor que llevan a cabo en unos casos con detectores y en otros con la ayuda de perros, que se encargan de rastrear tanto a los reclusos como las celdas.
Blindar el módulo
Otra de las medidas que permite el módulo de respeto en el que están los dos imputados por la trama de mascarillas es blindar su seguridad con un control de acceso para los funcionarios. Esta opción ya se ejecutó tras la filtración de las imágenes de Cerdán, aunque, después de su salida de Soto, se restableció la normalidad y por ahora no se plantea para proteger la intimidad del exministro y su ex mano derecha. Si se materializa, solo los funcionarios que trabajan en ese módulo podrían entrar al mismo, y si quisiese hacerlo cualquier otro trabajador, debería facilitar su nombre y número de identificación profesional para que la dirección tuviese constancia.
Con este control extraordinario, los responsables del centro penitenciario de Madrid V pueden controlar el flujo de información en torno a la vida penitenciaria de los presos e identificar a quienes podrían estar filtrándola, si se diese el caso. Basta con tener en cuenta la citada lista de firmas. En su momento, esta medida creo cierto malestar entre los funcionarios, habida cuenta de que podía obstaculizar su trabajo. «Lo normal es que solo fichemos cuando entramos en prisión, no para ir a cada módulo. Nuestro trabajo no es estático. Si surge cualquier contratiempo o gestión, lo normal es desplazarse por toda la prisión sin ningún tipo de problema», contaba un trabajador a este periódico.
Llamadas y X
Aunque conviven juntos en la misma celda, de unos 10 metros cuadrados, Ábalos y Koldo no comparten todos los momentos de ocio en la prisión. Koldo dedica gran parte del día a hacer ejercicio en el gimnasio, mientras que el exministro apenas sale del módulo. Según revelan fuentes penitenciarias, el extitular de Transportes se dedica sobre todo a leer y a escribir, y cuando no hace eso, habla por teléfono. De hecho, suele agotar todas las llamadas disponibles que tiene al día, tal vez para seguir nutriendo de información el diario que a través de sus allegados escribe en su cuenta personal de X, que ahora se llama «En el nombre de Ábalos».
Hace unos días, Ábalos tuiteaba en esta cuenta que su llegada a la prisión estaba siendo «menos traumática de lo que esperaba». Aun así, decía, estaba pasando mucho frío en la celda, porque al parecer no había llevado suficiente ropa de abrigo. Un problema que ya habrá solucionado, porque desde el primer día sus familiares le han llevado paquetes con ropa y otros objetos.
Soto del Real es una de las cárceles más nuevas del sistema penitenciario —tiene 30 años, cuando la mayoría supera ya los 50— y la que cuenta con más actividades para la población penitenciaria: piscina, gimnasios, clases de squash, rugby, baloncesto y una gran oferta educativa. Es el centro penitenciario preferente de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), es decir, la prisión con más alumnos matriculados. Los profesores dan clases telemáticas y presenciales todas las semanas. Algunos presos obtienen incluso grados universitarios.
