Las juventudes comunistas de GKS superan a los 'cachorros' de Bildu en el País Vasco
Ikasle Abertzaleak y Ernai se unifican para intentar frenar el auge de este movimiento

Participantes en lo disturbios en Pamplona por el acto convocado por Vito Quiles. | EFE
Hay una pugna en el País Vasco por la hegemonía del espacio juvenil en la extrema izquierda. Una lucha entre las juventudes abertzales de EH Bildu, y Gazte Koordinadora Sozialista (GKS), un movimiento comunista que critica a la coalición que lidera Arnaldo Otegi de haberse «aburguesado» y que cada vez está ganando más predicamento entre los chavales. Esta rivalidad provoca un auge de la violencia, con pintadas en las sedes del PSE y PP, escraches a profesores universitarios en la UPV y disturbios como los vividos en Vitoria y Pamplona en octubre y noviembre.
La batalla se está decantando del lado de GKS, que comenzó su actividad en 2019, tras la disolución de ETA, y está ocupando con una fuerte movilización social los espacios que abandonan los bildutarras en su proceso de institucionalización. Para hacerles frente, las organizaciones juveniles fieles a la izquierda abertzale de EH Bildu, el sindicato estudiantil Ikama y sus juventudes Ernai, se han lanzado a una carrera activista en los campus y en las calles, a la vez que llaman «españolistas» a los comunistas de IAS y GKS.
El trasfondo ideológico de esta pugna lo desgrana Fernando José Vaquero Oroquieta en Bolcheviques. De ETA al Movimiento Socialista: el rearme del comunismo, una suerte de vademécum de la izquierda radical vasca y navarra en el que defiende que «el fantasma del comunismo vuelve a recorrer Europa encarnado en una nueva generación de jóvenes revolucionarios empeñados en resucitarlo, a pesar de la histórica derrota del Ciclo de Octubre»: «Así, la escena comunista-revolucionaria, en España, se encuentra conmocionada tras la irrupción de una nueva fuerza juvenil que se reclama decididamente comunista, y por ello, en ruptura generacional con la socialdemocracia, el revisionismo y sus expresiones movimentistas: hablamos del Movimiento Socialista».
GKS
Según explica el autor, el GKS, integrado dentro del Movimiento Socialista, representa un «marxismo-leninismo actualizado y atento a las fracturas que presenta el sistema», tales como la «precarización de las condiciones de vida de crecientes contingentes, proletarización de la juventud, nuevos retos identitarios, imposibilidad de acceso de una gran mayoría a una vivienda decente, irrupción de nuevas formaciones políticas, transformaciones autoritarias de los Estados…». Por eso han abrazado el obrerismo y desechado el independentismo vasco, captando a muchos jóvenes para la causa.
El Movimiento Socialista entiende, según el autor, que «el nacionalismo es una ideología burguesa que divide al proletariado, que sirve a los intereses de la burguesía, y el objetivo político de la clase obrera debe ser la independencia política, que sea la clase obrera la que dirija su futuro apropiándose de los medios de producción que están en manos de la oligarquía». Bajo esta retórica, y la de «plantar cara al fascismo en la calle».
Su especialidad es la movilización social. En los últimos meses, han dejado varios ejemplos, como la contramanifestación contra Falange en Vitoria del pasado 12 de octubre, que les visibilizó y reabrió en el País Vasco el debate sobre la violencia política, reavivado antes por la proliferación de pintadas contra las sedes del PSE y PP. Dos semanas después se presentaron en el campus de la Universidad de Navarra ante el anuncio de que Vito Quiles iba a pronunciar un mitin, finalmente suspendido. Pese a la suspensión, hubo enfrentamientos entre los uniformados de GKS y la policía.
¿El futuro?
La intención de GKS no es concurrir a elecciones, de modo que el espacio político de EH Bildu está, a corto plazo, garantizado. «De momento, no están preparados, no están maduros. Necesitan crecer y formarse. Necesitan dotarse de más estructuras, de más recursos materiales, económicos. Y ellos entienden que, además, participar en las elecciones puede acarrear el riesgo de social de democratizarse», explica Fernando José Vaquero Oroquieta, que considera, precisamente, que el error del Frente Obrero de Roberto Vaquero fue lanzarse a concurrir en comicios electorales.
GKS no tiene nada que ver con el rojipardismo, por cuanto abraza la inmigración masiva. «Piensan que si el mundo socialista integra a los inmigrantes, estos tomarán conciencia tarde o temprano de su situación de explotación y se incorporarán con sus características propias, nacionales e incluso religiosas, a la agenda comunista», explica Vaquero Oroquieta, que ve similitudes con la izquierda abertzale, solo que esta quiere incorporar a los inmigrantes «a través del euskera y de la educación pública».
En conclusión, el autor advierte de que «se está construyendo una nueva estructura marxista-revolucionaria de masas y ofensiva, con la voluntad y la mirada puestas en un hipotético nuevo ciclo revolucionario». Y no solo en País Vasco: en toda Europa.
