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Ábalos se reunió con un 'trader' del petróleo en 2019 para iniciarse en el negocio del fuel

La cita se celebró un mes antes de la visita de Delcy Rodríguez y participaron otras dos personas

Ábalos se reunió con un ‘trader’ del petróleo en 2019 para iniciarse en el negocio del fuel

José Luis Ábalos. | EP

José Luis Ábalos no solo utilizaba su despacho ministerial en su condición de ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, sino que lo compatibilizaba con el de secretario de Organización del PSOE. En el segundo semestre de 2019, cuando el Gobierno de Pedro Sánchez apenas había cumplido un año de su llegada a la Moncloa y el poder omnímodo de Ábalos en el Gobierno y partido pasaba por su despacho, el entonces dirigente socialista comenzó a explorar un terreno tan opaco como lucrativo: el negocio de los hidrocarburos. A finales de ese año, en su despacho oficial del Ministerio de Fomento, en el número 67 del Paseo de la Castellana, Ábalos mantuvo una reunión discreta con un trader internacional del petróleo. Según fuentes presenciales consultadas por THE OBJECTIVE, el encuentro surgió a petición del ministro y el objetivo era un «asesoramiento» sobre el mercado del crudo, los márgenes, los intermediarios y, especialmente, la logística del transporte marítimo.

La conversación fue eminentemente técnica y bajó rápidamente al terreno operativo. Se habló de rutas marítimas de crudo supuestamente procedente de Omán, uno de los grandes nodos del comercio energético mundial, aunque en ningún momento se concretó el destino final de esos cargamentos. En la reunión, además de José Luis Ábalos y del trader del petróleo, participaron otras dos personas, una de ellas de nacionalidad venezolana, según fuentes presentes en el encuentro. Fue precisamente ese contexto el que levantó las primeras sospechas. El trader interpretó que el crudo al que realmente se estaban refiriendo no era omaní, sino iraní, un extremo que, siempre según su percepción, habría sido deliberadamente ocultado debido a las sanciones internacionales que pesan sobre Irán y que restringen severamente la comercialización de su petróleo en los mercados occidentales. La reunión se produjo en diciembre de 2019, apenas un mes antes del aterrizaje en España de la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez en enero de 2020. En este sentido, no es casual que fuera precisamente Ábalos quien invitara formalmente a Delcy a venir a España —vulnerando el régimen de sanciones europeo— a través de una carta firmada el 10 de diciembre como secretario de organización del PSOE, desvelada por THE OBJECTIVE.

Ese encuentro no fue un hecho aislado. Meses antes, en la primavera de 2019, Ábalos ya había comenzado a implicarse en una operativa relacionada con el petróleo venezolano, según se desprende de informes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil incorporados a distintas investigaciones judiciales. Su posición como hombre fuerte de Pedro Sánchez en el partido era crucial, en la medida en que era el encargado de controlar la organización interna del PSOE y uno de los principales interlocutores de Sánchez para diversos ámbitos. Una conversación intervenida por los investigadores, fechada el 9 de abril de 2019, revela hasta qué punto esa implicación iba más allá de lo político. En ella, su entonces asesor de máxima confianza, Koldo García Izaguirre, le traslada la posibilidad de utilizar la interlocución privilegiada de Ábalos con el Gobierno para facilitar contactos con la oposición venezolana liderada por Juan Guaidó, a quien el Ejecutivo español había reconocido como presidente encargado.

Un negocio de medio millón al mes

El tono del diálogo es revelador. Koldo explica que Guaidó se siente agradecido por las gestiones hechas desde España y quiere transmitir personalmente su reconocimiento a Pedro Sánchez. No solo eso: pretende aprovechar esa vía directa para pedir ayuda humanitaria para los cerca de 200.000 españoles residentes en Venezuela, que —según se desprende de la conversación— atravesaban las mismas carencias que la población local. «A ver si tú puedes conseguir que hable con Guaidó por teléfono», le plantea el asesor al ministro, subrayando que el dirigente venezolano desea agradecerle al presidente su respaldo y explorar posibles apoyos desde España. En ese contexto político-diplomático se empieza a dibujar, según los investigadores, una derivada económica mucho más ambiciosa.

Fuentes del entramado explican a THE OBJECTIVE que, como gesto de agradecimiento por las gestiones realizadas, desde el entorno de la oposición venezolana se facilitó el contacto con un intermediario empresarial que actuaría como puente en una operación petrolera de gran envergadura. El esquema era aparentemente sencillo: obtener crudo venezolano, canalizarlo a través de una empresa pública implantada en Estados Unidos y tratarlo allí antes de su comercialización internacional. Las conversaciones reflejan que se hablaba de suministrar un petrolero al mes, cargado de crudo, mediante contratos de larga duración. En uno de los intercambios, el asesor transmite al ministro que, una vez firmado el acuerdo con la petrolera, una parte sustancial de los beneficios sería recurrente y estable durante varios años. La cifra que se desliza alcanza los 500.000 euros mensuales.

«Para asegurarnos, que se haga un contrato», insiste el entonces ministro, consciente de la necesidad de dotar de apariencia legal a la operativa. En ese punto, surge la preocupación clave: quién debía figurar formalmente en esos acuerdos. En la conversación, Ábalos apunta que sería necesario «dibujar» el flujo económico y sugiere que los contratos deberían firmarse a nombre de un tercero y para ello propone que sea su primogénito Víctor Ábalos, que a día de hoy, sorprendentemente, no ha sido imputado.

Transcripción de la conversaciones entre José Luis Ábalos y Koldo García en el que hablan de Víctor Ábalos.

Conviene subrayar un patrón que se repite tanto en el encuentro mantenido con el trader del petróleo a finales de 2019 como en las conversaciones intervenidas por la UCO en abril de ese mismo año: José Luis Ábalos se muestra decidido a sacar adelante la operación, pero rehúye de manera sistemática en las reuniones a descender a los detalles concretos del negocio de los hidrocarburos. Ese comportamiento queda especialmente claro en la conversación de abril con Koldo García Izaguirre. Cuando su entonces asesor comienza a desgranarle los pormenores de la operativa —la estructura contractual, los intermediarios y el funcionamiento interno del negocio—, Ábalos corta en seco cualquier explicación técnica con una frase reveladora: «Los detalles a mí me la sudan». Le interesa el resultado, no el mecanismo.

La misma actitud se reprodujo meses después, en la reunión celebrada en su despacho del ministerio a finales de 2019. Según las fuentes presentes, apenas un 10% del encuentro se dedicó a hablar del negocio petrolero propiamente dicho. El resto del tiempo transcurrió entre comentarios sobre la actualidad política, el contexto internacional y la situación del Gobierno. El entonces ministro escuchó, preguntó lo justo y evitó conscientemente profundizar en los aspectos más sensibles de la operativa. Ese distanciamiento calculado apunta a una forma de proceder constante: Ábalos quería que el negocio se cerrara, pero sin implicarse directamente en su arquitectura técnica ni en sus riesgos. Una manera de mantenerse al margen de los pormenores que, lejos de ser casual, encaja con la voluntad de preservar una coartada de desconocimiento sobre el funcionamiento interno de una operación.

«Urge: petróleo venezolano»

Hace más de un año, THE OBJECTIVE publicó en exclusiva que un empresario envió un telegrama urgente a una vivienda propiedad de Ábalos en el centro de Madrid. El mensaje era explícito: «Asunto petróleo venezolano para cliente de China. Me urge contactar con usted hoy sin falta». El remitente era un empresario afincado en Tenerife, con el que contactó este periódico, y que buscaba utilizar la influencia del exministro para abrir una vía directa con Petróleos de Venezuela (Pdvsa) e importar crudo a España. El destinatario formal del mensaje era, de nuevo, el hijo mayor del exdirigente socialista. Un detalle que, para los investigadores, refuerza la tesis de que el apellido Ábalos funcionaba como puerta de entrada a un negocio que se prolongó en el tiempo, más allá de su salida del Gobierno. Todas estas evidencias dibujan un patrón que va mucho más allá de los episodios por los que Ábalos está actualmente siendo investigado. No se trataría únicamente de su presunta implicación en contratos de mascarillas durante la pandemia o en adjudicaciones públicas bajo sospecha, sino de una vinculación temprana y profunda con el negocio de los hidrocarburos.

Todas estas evidencias apuntan a que el exministro José Luis Ábalos no solo se habría beneficiado presuntamente del negocio de las mascarillas o de la adjudicación de contratos públicos supuestamente irregulares, sino que su implicación podría extenderse de forma mucho más profunda a la denominada trama de los hidrocarburos. De acuerdo con los últimos indicios conocidos, su participación no se limitaría únicamente al apoyo para la obtención de una licencia de operadora destinada a la compraventa de hidrocarburos —por la que actualmente se encuentra procesado—, sino que habría tenido un papel más relevante y continuado en la operativa relacionada con el sector petrolero.

Las nuevas informaciones sitúan el foco en una presunta actividad más amplia y en una implicación directa de Ábalos en estos negocios, lo que ampliaría notablemente el alcance de las investigaciones. Resulta especialmente significativo que estos hechos se remonten a 2019, coincidiendo con su llegada al Gobierno y su posición como secretario de Organización del PSOE, momento en el que, según los indicios, habría comenzado su vinculación con estas presuntas prácticas fraudulentas.

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