The Objective
Los 10 de 2025

Juan Carlos I, el rey 'bestseller' que añora España

El Emérito ajusta cuentas y reivindica su papel en la Transición en sus memorias, el libro del año

Juan Carlos I, el rey ‘bestseller’ que añora España

El rey Juan Carlos. | Ilustración: Alejandra Svriz

Cinco años después de su salida de España rumbo a Abu Dabi, Juan Carlos I ha sido protagonista en este final de 2025 por Reconciliación (Planeta), sus memorias publicadas primero en Francia el 5 de noviembre y un mes después en España, por presiones del Gobierno de Pedro Sánchez, para que no coincidiese con el 20 de noviembre y la efeméride de los 50 años de la muerte de Franco. En apenas una semana, se imprimieron cuatro ediciones con más de 130.000 copias en nuestro país. El libro ha sido un éxito de ventas.

El Emérito ha volcado en esas páginas con la ayuda de la escritora francesa Laurence Debray, su biógrafa oficial, el dolor por la lejanía de España y los problemas que tiene para regresar a La Zarzuela, la que sigue considerando su casa. También ajusta cuentas y reivindica su papel en la Transición. «¡La democracia española no cayó del cielo! Yo la quise desde el principio, y mi libro cuenta esa historia», subrayó en su entrevista promocional con Le Point.

Su inesperada marcha en agosto de 2020, tras el escándalo de la donación saudí de 64,5 millones de euros ocultada a Hacienda unos años antes, sale de la penumbra en la que estaba. Un aspecto desconocido hasta ahora es que Felipe VI no supo a dónde se dirigía hasta que su padre subió al avión. «Mi hijo, cuando se enteró de mi repentina partida, me llamó. Yo ya estaba en el avión. ‘¿A dónde te vas, jefe? ¿A Londres?’. Me llaman ‘jefe’ o ‘patrón’. No creo tener un carácter autoritario, pero es cierto que eso refleja la organización piramidal de la Casa Real y la Familia Real. Como muestra de respeto, mi hijo me llama así, aunque en privado sigo siendo ‘papá’. ‘No, a Abu Dabi. Cuídate’. Esa fue nuestra última conversación en voz alta antes de pasar muchos meses lejos. La Casa Real hizo pública la carta privada que le había escrito. Se la había dejado en su escritorio antes de partir».

El padre de Felipe VI deja claro en sus memorias que su salida de España fue una decisión personal y que la tomó en secreto. Un «exilio voluntario», tal y como lo define en Reconciliación. «En pleno verano de 2020, dejé mi residencia madrileña, el Palacio de la Zarzuela, para trasladarme a Abu Dabi. Nadie lo sabía. No es habitual que un jefe de Estado europeo, aunque ya no estuviera en el cargo porque había abdicado seis años antes en favor de mi hijo Felipe, decidiera expatriarse. Ninguna guerra ni persecución judicial me obligaba a ello», puntualiza de inicio. Tras ello, rememora las causas de aquella marcha que pensaba que iba a ser temporal, de apenas unos meses.

«Ante la presión de los medios de comunicación y del Gobierno, tras la revelación de la existencia de una cuenta bancaria que tenía en Suiza y de acusaciones totalmente infundadas de comisiones, decidí marcharme para no obstaculizar el buen funcionamiento de la Corona ni entorpecer a mi hijo en el ejercicio de sus funciones como soberano. Pensaba alejarme unas semanas como mucho, para que los medios de comunicación se olvidaran de mí y dejar que la justicia española y la suiza llevaran a cabo con total tranquilidad su trabajo de investigación. No imaginaba que cinco años después, dos de ellos sin volver a ver mi país, seguiría en Abu Dabi», se lamenta.

«Ser obligado al desarraigo y al aislamiento, al final de la vida, no es fácil. Estoy resignado, herido por un sentimiento de abandono. No puedo contener mi emoción cuando pienso en algunos miembros de mi familia para los que ya no importo y, sobre todo, en España, que tanto echo de menos. Hay días de abatimiento, de vacío. Vivo sin perspectivas, sin ninguna certeza de poder volver a vivir en mi país. Aunque todos los asuntos legales han sido archivados sin más trámite y no se ha presentado ninguna acusación contra mí. Sigo en pie contra viento y marea. Por instinto de supervivencia, por fuerza de carácter», prosigue Juan Carlos I en la confesión más íntima de lo que siente desde Abu Dabi.

Todo ello con sus problemas de movilidad y «de los numerosos intentos» por desacreditarle. «Desde mi nacimiento, no soy dueño de mi destino. Todavía hoy debo ajustarme a los deseos de la Casa Real y del gobierno actual. Al final, mi vida ha estado dictada por las exigencias de España y del trono. Devolví la libertad a los españoles al instaurar la democracia, pero nunca pude disfrutar de esa libertad para mí. Ahora que mi hijo me ha dado la espalda por deber, que mis supuestos amigos han desaparecido, me doy cuenta de que nunca he sido libre», señala con amargura.

En el libro hay un epígrafe titulado Nostalgia en el que el Emérito vuelca todo lo que siente estando lejos del país. «No hay un solo día en el que no me invada la nostalgia. Es como si España se me hubiera pegado a la piel. Allí dejé mis mejores recuerdos y mis mayores orgullos. He pasado más de setenta años recorriéndola sin cansarme nunca». En concreto, echa de menos los desfiles militares. «No solo porque fui jefe de las Fuerzas Armadas, sino porque me formé en ellas durante cuatro años. Me gusta ese ambiente, entiendo a los militares, valoro sus esfuerzos y sus preocupaciones. Fui uno de ellos».

«Los desfiles son una oportunidad para resaltarlos, para reencontrarlos, en su rigor y franqueza. Solo con ver desfilar en mi mente las imágenes de las rías de Galicia, la niebla que envuelve las colinas de Toledo, las saetas de la Semana Santa en Sevilla, el aroma del jazmín y la flor de azahar al atardecer, me emociono. Sé lo que es la verdadera nostalgia. La caza de la perdiz, que era uno de mispasatiempos favoritos en España, no tiene nada que ver con la caza en otros países: el ambiente es jovial y alegre, el cielo está despejado y luminoso», subraya el anterior jefe del Estado sobre sus recuerdas de España.

En el extranjero, sin embargo, «todo es más frío, tanto el clima como las relaciones humanas». En España, «cada vez que se dispara con éxito, nos felicitamos y aplaudimos. Es esta atmósfera, este sol, estos paisajes, esta cordialidad, lo que echo de menos todos los días. Y nada puede llenar este vacío». Por ello, el monarca expresa en el libro su deseo de que, mientras viva, pueda «tener una jubilación tranquila, reanudar una relación armoniosa con mi hijo y, sobre todo, volver a España, a casa».

La novedad sobre el golpe del 23-F

Otra importante novedad está relacionada con el 23-F. Su padre, don Juan de Borbón, coincidió a finales de 1980 con el teniente general Jaime Milans del Bosch en una cena. Apenas faltaban dos meses para el golpe militar: «Una reunión amistosa sin segundas intenciones», señala el rey emérito, en la que el entonces capitán general de Valencia le soltó «con aplomo» la siguiente frase al conde de Barcelona: «¡Antes de jubilarme, sacaré los tanques de combate a la calle!». Don Juan se encontraba en casa de Luis de Ussía, conde de Gaitanes y padre del conocido columnista Alfonso Ussía, ya que el primero se había convertido en el secretario particular del conde de Barcelona. Milans del Bosch estaba emparentado con los Ussía por parte de madre y posiblemente viajó a Madrid en fechas navideñas. En aquella cena de Navidad aún no se había producido la dimisión del entonces presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, pero las conversaciones entre los golpistas sí que estaban en marcha.

¿Aprovechó el capitán general la citada cena para testar el comportamiento de don Juan ante un golpe que empezaba a gestarse? El emérito no desvela más datos de ese ágape entre su padre, los Ussía y Milans del Bosch. «Sinceramente, cuando mi padre me lo contó, lo tomé como una broma. Seguramente debería haberlo tomado en serio», reconoce en su libro de memorias. «Sabía que el descontento crecía en los cuarteles. Los militares se atrevían a tildar públicamente de ‘traidores’ a los miembros del Gobierno, en primer lugar a Adolfo Suárez y a su ministro de Defensa y vicepresidente, el general Gutiérrez Mellado, pero ni por asomo imaginaba que se estaba tramando un golpe de Estado. Los partidos políticos también tramaban, en busca del poder. Atravesábamos un periodo de crisis que me preocupaba. Ya no tenía el poder ejecutivo para actuar. Solo podía escuchar y alertar. Entonces ocurrió lo impensable», explica Juan Carlos I en el libro.

Los reyes Juan Carlos I y Felipe VI en uno de sus últimos encuentros públicos. | Gtres

El monarca aborda, igualmente, las relaciones familiares. En una entrevista con Le Figaro Magazine, el periodista deslizó tres preguntas que sugieren haber salido de la boca del Emérito: «¿Por qué su esposa (la reina Sofía) no está autorizada a visitarle?, ¿por qué la princesa de Asturias, heredera al trono, no puede verle?, ¿por qué el embajador de España (en Emiratos Árabes Unidos) rechaza darle la mano?».

Esa deliberada incomunicación centró una parte importante del texto en Le Figaro. «El régimen de alejamiento, deseado por su hijo y agravado por el Gobierno (de Pedro Sánchez), parece muy exagerado, aunque él lo acepta con fatalismo. Por supuesto, Juan Carlos ha pagado el precio de una serie de escándalos que le afectaban y que han debilitado la monarquía. Pero hoy recuerda que ha sido absuelto de todos los casos que en su momento lo habían convertido en paria en su país. Las acusaciones de comisiones en una cuenta suiza o de acoso sexual no han llevado a ninguna parte», prosiguió el diario francés.

Don Juan Carlos lamenta, por ejemplo, que su hijo le haya «dado la espalda por deber» desde su marcha fuera de España en agosto de 2020 y que sus «supuestos amigos» hayan «desaparecido» en estos cinco años de «exilio voluntario» en Emiratos. «Entiendo que, como Rey, deba mantener una postura pública firme, pero sufrí por su insensibilidad». También revela por primera vez una relación distante con la reina Letizia: «Su entrada en la familia no ayudó a la cohesión de nuestras relaciones familiares […]. Le dije que tenía abierta la puerta de mi despacho, pero nunca vino […]. Ha cortado todos los puentes y me mantiene alejado de mis nietas», asegura de su nuera. Incluso, se muestra crítico sobre su nieto Froilán, quien en los últimos años le acompaña en Abu Dabi tras encontrar trabajo en el país árabe: «El divorcio de sus padres [Jaime de Marichalar y la infanta Elena] y cierta falta de autoridad parental lo llevaron a una vida desordenada. Iba de fiesta en fiesta, de discoteca en discoteca. Se veía envuelto en peleas y malas compañías. Estaba abandonado a su suerte».

El libro incluye también un ataque frontal del Emérito contra Jaime Alfonsín, el primer jefe de la Casa del Rey que tuvo Felipe VI tras casi 20 años de trabajo junto al entonces príncipe de Asturias. Don Juan Carlos critica en Reconciliación el «poder desmesurado» que había acumulado la persona más próxima a su hijo tras la abdicación. Sobre todo, después del inicio de las investigaciones judiciales en Suiza y España contra él por la mencionada donación del rey de Arabia Saudí.

El 15 de marzo de hace cinco años, Felipe VI convocó a su padre a su despacho para explicarle que iba a renunciar ante notario a su herencia. «Llegué a su despacho, que había sido el mío durante casi 40 años. Para mi sorpresa, allí me encontré al jefe de la Casa Real, Jaime Alfonsín, que había trabajado con mi hijo durante veinticinco años y gozaba de toda su confianza. Este abogado serio y austero, con entradas pronunciadas , había adquirido un poder desmesurado dentro de la Casa Real. Yo lo había nombrado en 1995 secretario personal de Felipe, que acababa de terminar su formación militar y sus estudios universitarios y comenzaba a tener una agenda de actividades oficiales. Entonces lo consideraba un hombre eficaz, íntegro y leal. Venía a verme todos los días para mantenerme informado. Mucho más tarde supe que estaba empujando a mi hijo a distanciarse de mí. Ese 1 de marzo de 2020, pensaba que iba a tener una reunión para hablar a solas con mi hijo, así que, evidentemente, me molestó verlo allí, con nosotros. Para no empeorar la situación, no dije nada», confiesa el Emérito.

La exigencia de Carmen Calvo

El actual rey le entregó el comunicado que La Zarzuela iba a hacer público. «Este anuncio significa que reniegas de mí», le dijo don Juan Carlos a su hijo mirándole impasible. «No olvides que heredas un sistema político que yo forjé. Puedes excluirme en lo personal y en lo financiero, pero no puedes rechazar el legado institucional en el que te apoyas. Entre ambas cosas solo hay un paso», prosiguió. Felipe VI no le respondió.

«La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, dice que la carta debe publicarse tal cual», precisó Alfonsín, preocupado por la idea de que el anterior jefe del Estado pudiera solicitar alguna modificación. «La reunión se acaba pronto. Sin más preámbulos ni explicaciones, me ponen ante hechos consumados. Esa fue su respuesta a la revelación del regalo del rey Abdullah de Arabia Saudí a la familia real española, depositado en una cuenta bancaria en Suiza. Pensaban así protegerse del escándalo que yo había provocado. Felipe desempeñaba su papel de jefe de Estado implacable para preservar el prestigio de la Corona. El Gobierno, una alianza de la izquierda con la extrema izquierda, asociada a los independentistas, que no había cejado en su voluntad de romper las prerrogativas del rey, debía sentirse más que satisfecho ante esta situación de hecho», lamenta don Juan Carlos.

Juan Carlos I se centra tras ello en las formaciones políticas que más le han criticado estos últimos años. «Al atacarme, no me perjudican personalmente, porque, en el fondo, hoy en día no represento gran cosa, pero sí perjudican a la institución de la Corona. Y al denigrar a la Corona, su objetivo es el Estado, la unidad del país y sus fundamentos democráticos», dice, sin mencionar a ningún partido en concreto.

El Gobierno de Pedro Sánchez «parece alegrarse de ello», añade el monarca a continuación. «En lugar de proteger el Estado, de trabajar respetando las instituciones, en aras de la prosperidad y el desarrollo del país, lo están socavando. Sin embargo, al asumir sus funciones, prometen ‘por su conciencia y honor, cumplir fielmente con las obligaciones de su cargo con lealtad al Rey, y respetar y hacer respetar la Constitución como norma fundamental del Estado’».

Por si no queda claro, don Juan Carlos señala en la parte final del libro que cuando el Gobierno le desacredita, «debilita nuestra Constitución y pone en tela de juicio los logros de la transición democrática y nuestra reconciliación». De ahí que con estas memorias no haya querido dejarles «la última palabra en su revisionismo histórico», sentencia en Reconciliación a punto de cumplir los 88 años. «He querido dar mi versión de la Historia, la que he vivido y forjado. A través de estas páginas, he ido a lo esencial. Quería que se me comprendiera mejor, que se me conociera y que se disiparan los malentendidos. Lo que más me importa es que la Corona me sobreviva y siga haciendo brillar a España. Que el espíritu de la Transición que nos unió persista por el bien del país, donde me gustaría recuperar mi lugar. El de un hombre que se entregó por completo a su país. Que espera ser enterrado allí con honores. España decidirá, la Historia nos juzgará», deja claro a modo de corolario.

memorias emérito Corinna
El rey Juan Carlos en una de sus últimas visitas a Galicia. | Gtres

A 48 horas de que su libro apareciese en las librerías españolas, don Juan Carlos dio un golpe de efecto con la circulación de un vídeo entre sus más allegados y que THE OBJECTIVE dio el primero en exclusiva. En él, pidió a los más jóvenes que apoyen a su hijo, Felipe VI, en su «duro trabajo» al frente de la Jefatura del Estado para «unir a todos los españoles y que España siga siendo y jugando un papel tan relevante en el mundo».

«Quiero dejar un breve mensaje para los jóvenes españoles, sobre todo para todos los que no conocéis la historia de España. Quiero que sepáis que vuestros padres, vuestros abuelos y muchos españoles unidos, conseguimos hacer una Transición ejemplar, dar un cambio a este país en unas circunstancias muy complejas, en las que todos tuvimos que esforzarnos y arriesgar. Pero con la generosidad y el esfuerzo de todos, logramos que este país sea lo que hoy es», aseveró Juan Carlos I en su mensaje de apenas un minuto y medio, con una bandera de España ondeando a sus espaldas.

El Emérito había reconocido unos días antes en una entrevista emitida por France 3 que cometió «errores», pero que no se arrepiente de su pasado y tampoco tiene remordimientos o intenta «no tenerlos», aunque si pudiese volver atrás tendría más cuidado. «Todos los hombres cometen errores y todo el mundo los comete», afirmó en la entrevista en la televisión pública francesa titulada ‘Juan Carlos I. Las confidencias de un rey en desgracia’, en la que repasó su vida y los momentos más destacados de sus 39 años de reinado (1975-2014).

Preguntado específicamente por los asuntos financieros o fiscales que se le reprocharon y por sus relaciones amorosas, que apenas toca en sus memorias, el rey emérito zanjó las polémicas con lo siguiente: «Estoy acostumbrado a oír de todo. Cada uno tiene derecho a su opinión, pero todo está resuelto, todo ha terminado. Estoy tranquilo».

Publicidad