Un acusado de robar una talla barroca dice que la compró a las monjas por 10.000 euros
El Ministerio de Cultura dio permiso para la exportación a Nueva York, donde se habría intentado subastar
«Se la compré a las monjas por 10.000 euros», fueron las palabras de uno de los hombres acusados de apropiarse de una escultura barroca del siglo XVIII. El juicio comenzó en la Audiencia Provincial esta semana y la obra corresponde al reconocido escultor José Mora. Los supuestos autores del robo intentaron venderla por 350.000 euros en una subasta en Nueva York.
Los procesados son un galerista y un anticuario que, según la Fiscalía, habrían robado la talla de Santa Margarita de Cortona, perteneciente al convento Nuestra Señora de los Ángeles, en el barrio del Realejo de Granada.
Según la acusación, los hechos se remontan a abril de 2018, cuando las monjas clarisas del convento decidieron llevar a restaurar varias de sus piezas artísticas, incluyendo la imagen de Santa Margarita. Según informó THE OBJECTIVE, en ese momento, uno de los acusados, propietario de una galería de arte, supuestamente recibió la obra para su restauración, pero en lugar de devolver la talla original, entregó una copia de menor calidad sin que las religiosas lo advirtieran de inmediato. La pieza original, por su parte, terminó en manos del segundo acusado, un anticuario de Madrid, quien la intentó vender en el mercado internacional.
La defensa: una compra legal
Durante la primera sesión del juicio, el principal acusado negó haber cometido un robo y afirmó que la escultura no le fue entregada para su restauración, sino que la compró directamente a las monjas por 10.000 euros. Según su testimonio, la transacción se cerró de manera informal, sin ningún documento de por medio, ya que las religiosas no quisieron firmar ningún recibo. «Me dijeron que querían vender algunas cosas porque el convento estaba cerrado», relató ante el tribunal, insistiendo en que desconocía el verdadero valor de la obra en ese momento.
El acusado aseguró que, además de la Santa Margarita, adquirió otras piezas, como una escultura de San Agustín, también de tamaño considerable. «Me gustó y la compré, y luego me enteré de que era una obra buena», declaró, añadiendo que la falta de documentación en la operación fue por deseo de las monjas, quienes, según él, le dieron su palabra de que tenían permiso para vender las obras.
El segundo acusado, el anticuario madrileño que recibió la escultura, también se defendió ante las acusaciones. Sostuvo que pagó 90.000 euros por la pieza, mitad en efectivo y mitad mediante la entrega de un vehículo, y que desconocía su procedencia ilícita. Según su versión, investigó la autenticidad de la obra y no halló indicios de que estuviera robada, lo que le permitió obtener un permiso del Ministerio de Cultura para su exportación.
Con dicho permiso en mano, intentó vender la escultura en la Feria de Arte y Antigüedades de Nueva York por 350.000 euros. No obstante, la obra no llegó a salir del país y fue recuperada por la Policía Nacional antes de que pudiera ser subastada.
El original y la copia
El convento de las monjas clarisas había cerrado a principios de 2018 y, según la Fiscalía, este hecho facilitó el intercambio de la talla original por la copia sin que las religiosas lo detectaran de inmediato. Las monjas aseguraron en su testimonio que en ningún momento vendieron la escultura y que su intención era restaurarla, no deshacerse de ella. Afirmaron que la entrega al acusado fue para llevar a cabo trabajos de restauración, y que no se percataron de que habían recibido una copia hasta tiempo después.
La Fiscalía, por su parte, sostiene que los acusados actuaron con plena conciencia de que la obra de José de Mora era un bien patrimonial protegido, ya que estaba catalogado por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico. Por ello, considera que el galerista principal cometió un delito de apropiación indebida y solicita para él una condena de cinco años de prisión, así como una multa de 9.900 euros. Para el segundo acusado, el anticuario que intentó vender la obra, la Fiscalía pide una pena de tres años de cárcel por el delito de receptación, además de una multa de 8.100 euros.
La subasta fallida
Uno de los aspectos más destacados del caso es el intento de vender la escultura en la prestigiosa Feria de Arte y Antigüedades de Nueva York, donde fue ofertada a un precio de 350.000 euros. Sin embargo, antes de que la talla pudiera ser trasladada a Estados Unidos, las autoridades intervinieron, logrando que la pieza se quedara en España y fuera finalmente recuperada por la Policía Nacional. Este detalle ha sido clave en el juicio, ya que demuestra la intención de los acusados de lucrarse a través del comercio ilícito de una obra de arte de gran valor.
El juicio busca esclarecer las circunstancias exactas en las que se produjo la apropiación de la escultura y establecer las responsabilidades de los acusados. La obra de Santa Margarita de Cortona, además de su valor económico, es un símbolo del patrimonio barroco andaluz. La Audiencia Provincial de Granada espera emitir un veredicto en los próximos días, una vez finalicen las sesiones del juicio, en el que también participa como parte acusatoria la Junta de Andalucía, en defensa del patrimonio artístico.