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Andalucía

Sevilla acelera las reformas del Villamarín y la Cartuja en plena carrera hacia el Mundial

Entre reajustes y negociaciones, la ciudad reorganiza su oferta futbolística para afrontar los próximos grandes eventos

Sevilla acelera las reformas del Villamarín y la Cartuja en plena carrera hacia el Mundial

Detalle del Estadio de la Cartuja tras la finalización de las obras en abril | María José López (Europa Press)

El estadio de La Cartuja vive un momento único e impensable algunos años atrás: es sede provisional del Real Betis mientras continúa adaptándose a las exigencias de los grandes eventos internacionales. El traslado del conjunto verdiblanco ha servido como prueba para un recinto que, pese a su largo historial de competiciones, todavía arrastra debilidades en accesos, movilidad e interiores. Durante los próximos meses se desplegarán nuevas actuaciones para mejorar la experiencia del público, tanto dentro como fuera del recinto, siguiendo un calendario que la Junta de Andalucía ha ido ajustando con la vista puesta en la posibilidad de volver a acoger la final de la Copa del Rey y en el horizonte del Mundial de 2030. Fuentes internas del Ayuntamiento de Sevilla aseguran que la apuesta por el recinto deportivo es «total».

Según se ha difundido en distintos medios locales, las próximas mejoras se centrarán en optimizar la iluminación, modernizar diferentes espacios internos y reordenar parte de los accesos principales. La intención es que estas intervenciones convivan sin excesivas interferencias con los partidos del Betis, que seguirá utilizándolo mientras avanza la obra de su nuevo estadio. No es la primera vez que el entorno del recinto se modifica para hacerlo más funcional: antes del debut liguero de los verdiblancos ya se acometió un paquete de actuaciones de urgencia que incluyó trabajos en los viales, adecuación de aparcamientos, creación de zonas de estancia y refuerzos en el alumbrado. La afición reconoce el lavado de cara que ha supuesto esta serie de mejoras previas, pero todavía queda mucho camino por recorrer. 

Los responsables de la gestión del estadio mantienen que estas adaptaciones no solo buscan responder a la demanda actual, sino preparar el recinto para desafíos mayores. La Cartuja quedó reforzada tras la eliminación de la pista de atletismo y la ampliación del graderío, que la situó entre los estadios de mayor capacidad del país. Aun así, para convertirse en sede destacada de una cita mundialista harían falta inversiones adicionales: zonas de restauración renovadas, sistemas de acceso más ágiles, mejoras en aseos y ascensores, e incluso una actualización integral de algunos espacios de servicio, según explica la constructora. El calendario previsto apunta a que buena parte de estos trabajos se concentrará en el periodo en el que el Betis deje eventualmente de utilizar el estadio, aunque todavía no está claro cuándo sucederá exactamente.

El Villamarín: entre retrasos y ambición

Mientras La Cartuja se viste de gala, el nuevo Benito Villamarín avanza entre giros de guion y expectación. Según explican fuentes del Real Betis a THE OBJECTIVE, la demolición de la antigua grada de Preferencia ya está en marcha, pero el proceso de adjudicación de la gran obra ha tenido que reformularse. El club esperaba cerrar la licitación a finales de año, con el objetivo de arrancar la fase principal en 2026, pero las ofertas recibidas no encajaron con los estándares económicos ni técnicos que la entidad considera imprescindibles. Esto ha obligado a activar un plan alternativo basado en una negociación directa con varias constructoras para ajustar costes, plazos y metodología.

La estrategia se fundamenta en dividir el proyecto en etapas. Con la demolición prácticamente resuelta, el siguiente paso será una fase intermedia de excavación y contención que permitirá avanzar mientras se cierra la adjudicación definitiva. La dirección bética insiste en que el retraso no supone un riesgo mayor, aunque sí obliga a contemplar escenarios más largos de estancia en La Cartuja. Lo que hace apenas unos meses parecía un paréntesis de dos temporadas podría alargarse, y dentro del club ya se reconoce que dependerá en gran medida del plan que presente la empresa constructora que finalmente asuma el proyecto. Sin una fecha clara, la prioridad dentro de las oficinas hispalenses es dejar un estadio a la altura de los más grandes del fútbol profesional.

Lo que está fuera de toda duda es el papel estratégico del nuevo estadio dentro del modelo de negocio del club que viene sonando en los últimos años. Triplicar la oferta VIP, incorporar nuevos espacios de restauración y diseñar un recinto capaz de albergar actividades más allá del fútbol supone, para el Betis, un salto económico que no quiere posponer más de lo estrictamente necesario. La directiva mantiene que la negociación colaborativa permitirá ajustar la obra para que sea viable en un momento complejo para el sector, marcado por la falta de mano de obra y el encarecimiento de materiales.

Sevilla mira al Mundial 2030

El avance de ambos estadios coincide con un contexto internacional que ha abierto nuevas oportunidades. Tras la retirada de Málaga de la carrera por ser sede del Mundial 2030, Sevilla ha quedado como la única ciudad andaluza candidata. La Cartuja parte con ventaja por su capacidad, su historial reciente y su proceso continuo de modernización. Sin embargo, el nuevo Villamarín ha entrado en escena como una opción real una vez finalicen sus obras. Sin que todavía sea una opción inminente, fuentes béticas expresan ilusión si se resolviese la situación a su favor.

La posibilidad de que la capital andaluza albergue dos sedes mundialistas está más cerca que nunca. De hecho, según diversas informaciones locales, el club, la Junta y el Ayuntamiento mantienen contactos periódicos para explorar esta opción. La propuesta del Betis recibió el visto bueno preliminar de la Federación meses atrás, cuando su presidente visitó Sevilla y reconoció que el proyecto bético estaría listo con antelación suficiente para la cita.

Que Sevilla concentre dos estadios mundialistas dependerá de múltiples factores: la distribución de sedes entre los tres países organizadores, las exigencias técnicas que establezca la FIFA y la rapidez con la que se ejecuten las obras. Lo que sí es evidente y reconocido es que la ciudad está aprovechando este impulso para acelerar transformaciones que, de otro modo, podrían haber tardado bastantes años en materializarse. El beticismo reconoce la coordinación entre administraciones tan efectiva y es consciente de que estos cambios y posibles acuerdos no solo beneficiarán al club europeo, sino que también serán de impulso para la capital andaluza.

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