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Andalucía

Un preso con 170 expedientes disciplinarios agrede de nuevo en la cárcel de Algeciras

El incidente reabre el debate sobre la gestión de internos peligrosos y las condiciones del personal penitenciario

Un preso con 170 expedientes disciplinarios agrede de nuevo en la cárcel de Algeciras

Cárcel de Botafuegos (Algeciras). | Creative Commons

La prisión de Botafuegos, en Algeciras, volvió a activar su protocolo de máxima alerta a inicios de esta semana tras una nueva agresión de un interno con un extenso historial de incidentes. El episodio vuelve a situar el foco sobre un preso que no solo acumula condenas que superan los 29 años, sino también más de 170 expedientes disciplinarios por episodios de violencia, amenazas, autolesiones y resistencia a órdenes dentro de distintos centros penitenciarios del país.

El incidente se produjo en el área del economato, cuando los funcionarios detectaron que el recluso llevaba una sábana manchada de sangre y betadine. Según fuentes sindicales, el hombre realizó gestos de que iba a cortarse el cuello y advirtió a los trabajadores de que no se acercaran. Aunque inicialmente logró ser calmado, la situación cambió de forma brusca. Cuando parecía dispuesto a colaborar, lanzó varias patadas y puñetazos a los funcionarios que intentaban asegurar la zona. Uno de los golpes alcanzó de lleno la boca de un trabajador, que tuvo que ser atendido primero en la enfermería del centro y posteriormente trasladado a un hospital para una revisión más completa.

Historial de conflicto prolongado

El agresor, de 40 años, no es un desconocido ni para la dirección de Botafuegos ni para el sistema penitenciario en general. Según los registros, entró por primera vez en prisión en 2004 y desde entonces ha pasado por los centros de León, Teixeiro, Puerto III, A Lama, Murcia y, finalmente, Algeciras. En todos ellos ha dejado un reguero de partes disciplinarios que incluyen insultos a funcionarios, coacciones, materiales prohibidos, amenazas graves, episodios de autolesión y desobediencia reiterada.

Su historial penal también es amplio: lesiones, atentado a la autoridad, delitos contra la salud pública, robos violentos, quebrantamientos de condena, falso testimonio y amenazas, entre otros. Esa combinación de trayectoria delictiva y una conducta penitenciaria especialmente conflictiva ha llevado a sucesivos traslados a distintos centros.

Reacción del centro y de los sindicatos

Tras el incidente, la dirección de Botafuegos ha solicitado el traslado del interno a otra prisión más adecuada a su perfil. Además, los hechos ya han sido puestos en conocimiento del juzgado de guardia para que se determine si la agresión constituye un nuevo delito. Funcionarios del centro han señalado a THE OBJECTIVE que este tipo de episodios se está volviendo demasiado frecuente y que la plantilla lleva tiempo alertando de la peligrosidad de determinados perfiles que, aunque concentran un gran número de incidentes, continúan rotando entre prisiones sin un protocolo actualizado ni claro que permita actuar con mayor margen de prevención.

La incidencia ha reavivado las reclamaciones de los sindicatos, que recuerdan que este tipo de agresiones se producen con una periodicidad alarmante. Según datos difundidos por Acaip, cada 15 horas un trabajador penitenciario en España sufre una agresión. La organización considera que uno de los motivos es la falta de contundencia jurídica en estos casos, ya que muchos episodios se tramitan como faltas y no como delitos, dando lugar a sanciones que califican de escasas.

Demandas históricas

Entre las reivindicaciones que los funcionarios vuelven a poner sobre la mesa se encuentra el reconocimiento como agentes de la autoridad, una petición que el colectivo reclama desde hace años y que, aseguran, permitiría reforzar su protección. También exigen la actualización del Protocolo Específico de Actuación Frente a las Agresiones (Peafa), que consideran claramente desfasado. Fuentes de prisiones consultadas por este medio señalan que la falta de un marco renovado complica la gestión de internos de especial conflictividad, como el protagonista del incidente en Algeciras.

Los trabajadores penitenciarios defienden que, sin más medios humanos, formativos y tecnológicos, este tipo de sucesos continuará repitiéndose. También recuerdan que la sobrecarga que viven prisiones como la de Algeciras, una de las más señaladas por la entrada de sustancias, móviles o intentos de introducir objetos mediante drones, aumenta la tensión interna y dificulta el trabajo diario.

Situación en Andalucía

La agresión se suma a otros episodios ocurridos recientemente en centros andaluces. Sindicatos como CSIF y Acaip llevan meses denunciando que la plantilla trabaja bajo mínimos y sin recursos adecuados, especialmente en módulos de mayor peligrosidad. En centros como el de Sevilla II, por ejemplo, ya se ha alertado de agresiones similares en departamentos de aislamiento.

De momento, el funcionario herido en Botafuegos evoluciona favorablemente, aunque deberá someterse a seguimiento médico. Sus compañeros, por su parte, insisten en que los episodios violentos no pueden normalizarse y que las cifras muestran un problema creciente que requiere una respuesta urgente desde la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias.

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