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Comunidad Valenciana

Compromís reutiliza su táctica del accidente del metro con la dana para erosionar a Mazón

El partido vuelve a impulsar asociaciones de víctimas presididas por afines para atacar al Gobierno valenciano

Compromís reutiliza su táctica del accidente   del metro con la dana para erosionar a Mazón

Marilo Gradolí, en un acto electoral de Compromís en Catarroja en abril de 2023 | GP (Compromís)

La tragedia provocada por la dana del 29 de octubre de 2024 ha vuelto a poner en evidencia una fórmula que Compromís ya utilizó con éxito hace más de una década: crear o impulsar asociaciones de víctimas presididas por personas de su entorno político para erosionar al gobierno autonómico del Partido Popular. En aquel entonces, fue el accidente del metro de Valencia; ahora, las devastadoras inundaciones.

En 2015, durante la toma de posesión de Joan Ribó como alcalde de Valencia, una de las asistentes destacadas fue Beatriz Garrote, presidenta de la Asociación de Víctimas del Metro 3 de Julio, la plataforma que durante años canalizó el dolor de las víctimas del accidente de 2006 para convertirlo en bandera política contra el Consell. Aquella presencia simbólica confirmó lo que muchos ya apuntaban: la instrumentalización del sufrimiento como arma de oposición.

Esa misma estrategia se ha repetido tras la dana con dos nuevas asociaciones que han tenido amplia visibilidad mediática: la Asociación de Víctimas Dana 29 de Octubre 2024 y la Asociación de Damnificados Horta Sud. Ambas comparten una característica clave: están lideradas por candidatos o figuras estrechamente vinculadas a Compromís.

La primera está presidida por Mariló Gradolí, periodista, exasesora de Compromís en la Diputación de Valencia, actual trabajadora del Ayuntamiento de Catarroja (donde gobierna la coalición PSOE-Compromís) y candidata número 14 de la formación en las elecciones municipales de 2023. Gradolí no solo ha asumido el liderazgo formal de la asociación, sino que ha protagonizado actos públicos clave: leyó el manifiesto de la primera gran protesta del 11 de noviembre frente al Palau de la Generalitat y encabezó la cabecera de la manifestación del 29 de diciembre por la gestión de la tragedia.

En sus intervenciones públicas, Gradolí ha responsabilizado en exclusiva a Carlos Mazón, a quien ha acusado de mentir, manipular y no tener empatía. Reclamó su dimisión «desde el día siguiente a la tragedia» y aseguró que el presidente «no puede salir a la calle sin que alguien le grite». En la web de la asociación, el objetivo queda escrito sin matices: «llevar a Carlos Mazón y a su Gobierno a los tribunales».

La segunda plataforma, la Asociación de Damnificados Horta Sud, fue constituida semanas antes bajo la presidencia de Christian Lesaec, profesor de secundaria y candidato de Compromís en la población vecina de Alfafar. Agrupa a afectados de municipios como Alfafar, Paiporta y Benetússer y está personada como acusación particular en el proceso judicial que se instruye desde Catarroja por la gestión de la dana. Aunque con un tono aparentemente más moderado, Lesaec también arremetió contra Mazón por no reunirse con los damnificados, por su falta de empatía y por haber restado importancia a la emergencia en sus primeras horas. Confirmó además que la asociación ya prepara una querella contra las administraciones implicadas, aunque con especial foco en la Generalitat Valenciana.

Ausencia de críticas al Gobierno

Ambas asociaciones replican un mismo patrón: discurso alineado con Compromís, omisión de responsabilidades del Gobierno central y acciones coordinadas con la agenda parlamentaria del partido, como ocurrió el 20 de febrero, cuando organizaron una protesta el mismo día en que la formación nacionalista forzaba en Les Corts una votación sobre la continuidad de Mazón.

Incluso han trasladado su relato a Europa. La asociación de Gradolí solicitó comparecer por vía urgente ante el Parlamento Europeo, pero la iniciativa fue parada por el Partido Popular europeo y los grupos conservadores, que alertaron del carácter político de la plataforma. La propuesta fue apoyada, sin embargo, por socialistas, verdes y partidos de la izquierda.

La similitud con el caso del metro de Valencia es evidente: estructuras de partido convertidas en asociaciones ciudadanas, víctimas reales canalizadas por dirigentes políticos y una estrategia de desgaste institucional mantenida en el tiempo. Compromís repite una fórmula que le funcionó en el pasado, pero que despierta serias dudas sobre los límites entre activismo, representación legítima y oportunismo partidista.

La similitud con el caso del metro de Valencia es evidente: estructuras de partido convertidas en asociaciones ciudadanas, víctimas reales canalizadas por dirigentes políticos, y una estrategia de desgaste institucional mantenida en el tiempo. Compromís repite una fórmula que le funcionó en el pasado, pero que despierta serias dudas sobre los límites entre activismo, representación legítima y oportunismo partidista.

Mientras los valencianos siguen recuperándose de la peor catástrofe natural del último siglo, el nacionalismo valenciano ha optado por desempolvar su manual de agitación, en el que la tragedia pasa a ser una oportunidad de confrontación.

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