The Objective
Comunidad Valenciana

Vox pierde a otro líder local en Valencia: «Abascal es un problema para el partido»

El exportavoz en Torrente, Guillermo Alonso, denuncia que la dirección le obligó a votar en contra de ayudas a los vecinos

Vox pierde a otro líder local en Valencia: «Abascal es un problema para el partido»

Guillermo Alonso, exportavoz de Vox en Torrente.

Guillermo Alonso del Real, sevillano de nacimiento y vecino de Torrente desde 2019, es de esos que no tienen pelos en la lengua. De los que se han marchado de Vox, pero que ponen el dedo en la llaga. Este lunes 5 de mayo anunció su salida del grupo municipal del partido. Dejó también sus cargos en el equipo de gobierno —entre ellos la primera tenencia de alcaldía— para pasar a formar parte del grupo de no adscritos. Su marcha deja en minoría al Ejecutivo local que compartían PP y Vox con la alcaldesa popular, Amparo Folgado. Pero más allá de su impacto institucional, Alonso ha querido explicar con claridad los motivos de su renuncia.

Uno de los pasajes más contundentes de la conversación con THE OBJECTIVE llega cuando se le pregunta por el liderazgo de Santiago Abascal. «Si hay un partido personalista es Vox. Más incluso que Pedro Sánchez con el PSOE», afirma. «Ahora mismo Vox está tan ligado a Abascal que si no está Abascal, cabría preguntarse: ¿puede estar Vox?». Asegura también que «Santiago Abascal es un problema para Vox» porque «todos los esfuerzos se dedican a ensalzar su figura personal en lugar del proyecto», que a su juicio «está haciendo agua en varios frentes».

Así, critica con claridad el rumbo europeo del partido: «Te sales del grupo europeo de Meloni para irte a un grupo donde hay partidos que han apoyado el secesionismo catalán y vasco. Y todo eso a cambio de una presidencia europea. No tiene sentido».

«No tengo necesidad de soportar esto»

Sobre su salida asegura que «ha sido una decisión meditada, con argumentos y avisos previos». «He estado transmitiendo durante meses, por escrito y en reuniones personales y telefónicas, las cosas que he visto con las que no estoy de acuerdo y cosas que había que corregir», añade. Insiste en que no se trata de una ruptura por causas personales o ideológicas, sino por el funcionamiento interno del partido: «Al final dices: ‘oye, yo no tengo necesidad de estar teniendo que soportar esto’».

Con su decisión, Alonso marca distancia con otros casos recientes en la provincia. Asegura que su situación no tiene nada que ver con la de los concejales de Vox en el Ayuntamiento de Valencia, quienes pasaron al grupo de los no adscritos y después fueron readmitidos a pesar de las irregularidades denunciadas por este medio. «En esa parte estoy supertranquilo», subraya. «Yo puedo haber tomado decisiones políticas que a lo mejor no han sido las más correctas, pero en contratación absolutamente no me he metido en nada».

Uno de los factores clave que precipitó su salida fue la gestión política tras la dana que afectó duramente a Torrente. Desde la dirección nacional de Vox, según cuenta, se le pidió votar en contra de mociones de ayuda a los afectados por haber sido presentadas por el PSOE. «Teníamos que estar oponiéndonos mes tras mes a todo lo que viniera de los socialistas. Y yo respondía, ‘¿qué más le da al vecino que ha perdido su casa?’». Añade que él tiene «criterio propio, y no tengo por qué aceptar una cosa que no veo que esté bien o una cosa que esté bien y viene del partido de enfrente. ¿Por qué voy a estar sosteniendo algo que no me convence?».

Para Alonso, ese tipo de instrucciones deslegitiman el proyecto local de Vox y lo alejan de la ciudadanía: «Lo que no puede ser es que los que estábamos todos los días yendo al polideportivo a ver a la gente que se había quedado sin casa y que estaba durmiendo en hamacas de la Cruz Roja, luego le tengamos que decir que tiene que pagar 6.000 euros en impuestos para empezar a reparar su vivienda».

Montserrat Lluís y el cambio de rumbo

Durante el inicio de su mandato, Alonso dependía directamente de la presidencia provincial de Vox, encabezada por el diputado nacional Ignacio Gil Lázaro. «Yo confiaba en Ignacio porque fue quien me puso y seguía quedando con él de vez en cuando para comentarle asuntos».

Pero todo cambió cuando el control pasó a la Vicesecretaría Nacional de Acción de Gobierno, liderada por Montserrat Lluís. Según explica, fue entonces cuando le comunicaron que dejaba de depender de la dirección provincial y que sus instrucciones vendrían directamente desde Madrid: «Me dijeron que ya no tenía que hablar con la dirección provincial, que dependía de Madrid».

Ese punto marcó un antes y un después en la gestión local: «Uno tira para su lado, Montserrat Lluís tira para el suyo, los concejales que tengo por detrás tiran para el suyo… y yo ya no sé a quién reportarle». Describe incluso cómo algunas decisiones se tomaban a sus espaldas: «A mí me cuenta Lluís cosas que yo no le había dicho, y no sé muy bien de dónde las saca. Desconozco si las abordaba con la alcaldesa por detrás, con el jefe de prensa, o con alguno de mis concejales. No lo sé».

Por eso, cree que la apuesta de Vox por candidatos ajenos a la política profesional —como él mismo— solo tiene sentido si se les permite ejercer con autonomía. «Si estás apostando por un tipo de gente que no vive de la política y lo quieres utilizar como tu punto fuerte políticamente, tienes que también confiar en ellos y decir: ‘oye, si tú que estás ahí, que estás en el pueblo, que estás viendo a la gente, consideras que esto es bueno, pues adelante’».

¿Es el modelo jerárquico y centralista de Vox un error? Alonso responde con matices, pero es claro: «Para determinadas cosas, no. Creo que es bueno mantener una dirección única, pero también hay que tener la sensibilidad de saber diferenciar las necesidades de una persona de Lugo, a las necesidades de una persona de Torrente, de una persona de Cádiz, de una persona de Ceuta o de una persona de Canarias, que son realidades totalmente distintas en el día a día».

Defiende una estructura nacional con principios claros, pero con capacidad de adaptación a cada territorio. «Tú puedes tener claro unas líneas generales, unos principios básicos sobre los temas, por ejemplo, en materia de inmigración», añade.

Voto libre y sin retorno

Desde su nuevo papel como concejal no adscrito, Guillermo Alonso afirma que ejercerá su voto con independencia: «Ahora mismo son 12 contra 12, y yo en medio». Si alguna iniciativa de la izquierda le parece beneficiosa para sus conciudadanos, la apoyará, sostiene. Recuerda que incluso cuando estaba en Vox ya votó a favor de propuestas de Compromís o PSPV: «Se solicitó por parte de Compromís crear una comisión para hacer un seguimiento del contrato de limpieza. Y lo voté a favor porque era el contrato más grande y la limpieza es una de las principales preocupaciones de los vecinos».

No piensa devolver —manifiesta— el acta de concejal ni liderar otro proyecto político: «Estoy encantado con el municipalismo, con la cantidad de gente que he conocido y que he podido ayudar. Pero todo lo que es la parte de los tramoyistas, todo lo que se mueve por detrás, no me gusta».

Tampoco cree que Vox vaya a ofrecerle una vuelta a las filas del grupo, como ha ocurrido en Valencia: «El partido hoy por hoy no podría fiarse de mí. Y yo no me veo volviendo a una estructura donde no puedo defender lo que creo que es correcto».

Su despedida no ha sido fácil, pero tampoco amarga: «Hay gente que me ha sorprendido para bien, y otros que me han decepcionado. Pero me quedo con la gente del pueblo, incluso con aquellos que ni conozco, que me han buscado para escribirme, para decirme que entienden mi decisión. Eso compensa».

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