El escándalo del acoso en Almusafes reaviva las tensiones internas en el PSOE valenciano
El control de la gestora vuelve a enfrentar a la ministra Diana Morant con el líder provincial, Carlos Fernández Bielsa

Carlos Fernández Bielsa y la Diana Morant, en una imagen de archivo en Benicásim | Rober Solsona / EP
El caso de presunto acoso sexual que afecta al alcalde de Almusafes, Toni González, ha dejado de ser un problema local para convertirse en un factor de desestabilización interna del PSOE valenciano, reabriendo viejas tensiones entre la secretaria general del PSOE valenciano y ministra, Diana Morant, y el líder provincial en Valencia, Carlos Fernández Bielsa. Lo que comenzó como una denuncia de una trabajadora municipal ha derivado en un choque orgánico de alto voltaje, con la gestora de Almusafes como epicentro del conflicto.
Tras conocerse la primera denuncia, Morant exigió a González su dimisión inmediata de todos los cargos orgánicos e institucionales. El dirigente político de la población era además la mano derecha de Bielsa en la provincia de Valencia. El alcalde, sin embargo, solo accedió parcialmente: abandonó sus responsabilidades internas en el partido, pero mantuvo la alcaldía y su acta de concejal, amparándose en la presunción de inocencia y en la mayoría absoluta con la que gobierna el municipio desde hace tres mandatos. Esa decisión ya marcó una primera fisura entre la dirección autonómica y sectores del partido que reclamaban una respuesta más contundente.
La gestora como campo de batalla
La crisis se agravó cuando la dirección provincial, encabezada por Bielsa, impulsó la creación de una gestora en la agrupación local de Almusafes en la que fue incluida Manoli Egea, secretaria general en la comarca de Almusafes (la Ribera Baixa) y dirigente próxima al propio Bielsa. Egea había defendido públicamente al alcalde tras conocerse la denuncia, llegando a afirmar en redes sociales que «la víctima eres tú» y calificando de «denuncias falsas» este tipo de casos, unas declaraciones que provocaron un profundo malestar en el entorno de Morant y en las áreas de Igualdad del partido.
La inclusión de Egea en la gestora fue interpretada por la dirección autonómica como una provocación política y un intento de mantener el control orgánico de una plaza clave. Según fuentes del PSOE, Morant decidió intervenir directamente para corregir la composición de la gestora y vetar la presencia de Egea, con el argumento de que sus declaraciones evidenciaban una «parcialidad intolerable» incompatible con la gestión de un caso de esta naturaleza. Desde la dirección autonómica se insiste en que el relevo sería ocupado por una persona referente en la defensa de la igualdad y el feminismo.
Este movimiento ha sido leído internamente como una rectificación a la decisión de Bielsa, que ve cómo uno de sus principales apoyos territoriales queda apartado ipso facto. El alcalde de Almusafes había sido, hasta el estallido del escándalo, una pieza clave del engranaje provincial, y su caída ha debilitado la posición del líder socialista en Valencia, especialmente en un momento de máxima fragilidad interna.
Un liderazgo bajo presión
La batalla orgánica se produce además en un contexto político especialmente adverso para Diana Morant: las encuestas no acompañan a los socialistas; su perfil aparece estrechamente vinculado al de Pedro Sánchez en un momento de desgaste del Gobierno por los escándalos de corrupción que se han hecho patentes en las elecciones extremeñas; y el lema de «queremos votar» —utilizado tras la crisis política surgida por la gestión de la dana— ha perdido fuerza frente a un PP que ha logrado contener la crisis de credibilidad tras la salida de Carlos Mazón y la entrada de Juanfran Pérez Llorca.
En este escenario, Morant necesita reafirmar liderazgo y autoridad interna y evitar que el partido aparezca atrapado en contradicciones entre el discurso feminista y la gestión real de los conflictos. De ahí la dureza con la que su equipo ha reaccionado ante el diseño inicial de la gestora de Almusafes, consciente de que cualquier ambigüedad en un caso de acoso puede tener un alto coste político y reputacional.
Para Bielsa, el golpe es doble. Por un lado, pierde a un alcalde de referencia y ve cuestionada su capacidad de influencia en el territorio. Por otro, queda expuesto en un pulso con la secretaria general que no ha buscado, pero tampoco ha logrado evitar. Desde su entorno se insiste en que la inclusión de Egea respondió a un procedimiento habitual —propuesto desde la directiva comarcal—, pero lo cierto es que la rectificación posterior deja al líder provincial en una posición defensiva.
El caso Almusafes ha terminado así por reabrir una brecha latente en el PSOE valenciano, en el que conviven distintas sensibilidades sobre liderazgo, estrategia y control orgánico. Más allá del desenlace judicial de la denuncia, la gestión política del conflicto ha evidenciado una falta de cohesión interna y una pugna por el poder que amenaza con prolongarse en el tiempo. A ello se añade que perfiles como los del propio Bielsa o el del alcalde de Almusafes pertenecieron en su día al círculo de José Luis Ábalos, hoy en prisión y fuertemente enfrentado ahora a Pedro Sánchez tras años de estrecha amistad.
Con el horizonte electoral cada vez más cerca y sin un relato claro que permita a los socialistas recuperar la iniciativa frente al PP, las denuncias de Almusafes se han convertido en algo más que un problema puntual: es el síntoma de una crisis más profunda en un partido que aún no ha logrado recomponer su equilibrio interno ni definir una estrategia sólida para volver a ser competitivo en la Comunidad Valenciana.
