Vox peleará a la izquierda el voto en los barrios humildes de Madrid tras la salida de Monasterio
El partido apela a la juventud, el municipalismo y el discurso contra la inseguridad y el «problema migratorio»
No hay mal que por bien no venga: Vox considera que la salida de Rocío Monasterio, pese al ruido que generó, abre una nueva ventana de oportunidad en la Comunidad de Madrid. La que fuera su lideresa regional durante ocho años se ha marchado dejando una sensación amarga, pero existe cierta esperanza en el nuevo aparato del partido, que lo percibe como una ocasión para ensanchar su espacio electoral. Un desafío, teniendo en cuenta que la hegemonía de Isabel Díaz Ayuso no tiene visos de acabar a corto o medio plazo.
«Nosotros no tenemos por qué disputar el voto al PP», explican desde el nuevo Comité Ejecutivo Provincial (CEP), confeccionado el pasado viernes y presidido por José Antonio Fúster, también portavoz nacional de Vox. El objetivo es penetrar en el cinturón rojo madrileño, donde históricamente el PSOE ha sido más fuerte, aprovechando que la preocupación por la inseguridad va in crescendo, y servirse de la debilidad de Más Madrid para robarles votos en algunos distritos de la capital.
El plan del nuevo CEP es que cale, en definitiva, la idea de que «no somos un partido del barrio de Salamanca», sino que existe una conciencia «social» en Vox, que es lo que les ha permitido crecer en otras regiones. En este empeño, «va a ser más fácil apelar al votante de izquierdas que al del PP» en los barrios humildes, porque ahí hay una «desconexión» entre PSOE y Más Madrid, por ejemplo, con los madrileños que sufren «la inseguridad y la pérdida de poder adquisitivo». La nueva dirección regional se fija especialmente en enclaves como Fuenlabrada, Usera, Vallecas, Carabanchel, Pinto, Parla, Villaverde, Majadahonda y Las Rozas.
Moñino y Vázquez
En esta nueva etapa, el tándem formado por la nueva portavoz en la Asamblea de Madrid, Isabel Pérez Moñino, y el portavoz nacional en Inmigración, Interior y Seguridad, Samuel Vázquez, se antoja fundamental. Sobre la primera se destaca internamente su «juventud» y «cercanía», en contraste con el «elitismo» que desprendía Rocío Monasterio a ojos del electorado más humilde. Su discurso está mucho más centrado en el problema migratorio, y se convirtió en el azote de PP y PSOE por la puesta en marcha del centro de menas de Fuenlabrada.
En cuanto a Vázquez, se trata de uno de los fichajes que más ilusiona al partido a nivel nacional, pero se volcará en los municipios madrileños, aprovechando su experiencia de veinte años de servicio en los Grupos Operativos de Respuesta de la Policía Nacional en el sur de Madrid. Su tesis es que la capital será un escenario de degradación criminal mucho peor que Barcelona de aquí a cinco-ocho años, si no se toman una serie de medidas contundentes que sólo Vox está dispuesto a adoptar.
El ejemplo catalán
La comparación entre el escenario madrileño y el catalán no es baladí. Vox logró mantener sus 11 diputados en las elecciones del 12 de mayo en Cataluña, pese al auge extraordinario del PP, e incluso creció en 30.000 votos con respecto a 2021, gracias a su penetración en los barrios más humildes, donde quedó como segunda fuerza solo por detrás del PSC. El partido liderado por Ignacio Garriga amplió su base en el litoral catalán, desde el Alto Ampurdán hasta las Tierras del Ebro, pasando por Tarragona, con un discurso duro contra la inmigración.
De la población reclusa en Cataluña, la mitad es de origen extranjero. En el caso de Madrid es del 42%, según los datos de 2023 del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Además, la Fiscalía Provincial reflejó en su última memoria un aumento de la delincuencia juvenil preocupante: los delitos sexuales aumentaron de 425 en 2022 a 595 en 2023, los procedimientos sobre bandas latinas crecieron un 70% y los niños inimputables (de 13 años y menos) subieron de 2.259 a 2.770.
La marcha de Monasterio
Tras más de un año de desavenencias con la cúpula nacional, Rocío Monasterio se fue -empujada- de Vox denunciando la falta de «democracia interna», tras ser sustituida por decisión del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) en beneficio de José Antonio Fúster. Fuentes de la dirección nacional se defienden señalando que esa falta de democracia interna «no le molestaba 72 horas antes» de dimitir, y que la limitación de primarias en los estatutos solo a la presidencia nacional «la decidieron los afiliados, de los cuales un 90% votó a favor».
La Comunidad de Madrid era ya la única región que escapaba al control de Bambú, sede de Vox. Precisamente eso, control, es lo que se garantizan los dirigentes de Vox con el nombramiento de José Antonio Fúster, un hombre del que internamente se destaca su «lealtad» al partido, y que liderará el nuevo Comité Ejecutivo Provincial, que ha sido rejuvenecido. El vicepresidente, Julián Vitoria Grueso, tiene 31 años, dos menos que Javier Pérez Gallardo, de 33, vocal. Una apuesta por «gente joven» y «sin complejos»; «más apegada a los problemas de la juventud madrileña».