¿Qué pasa en Álava? Cómo es posible que el PP ganara en 1998 y ahora un tercio vote a Bildu
La gestión del PNV y la ignorancia de los jóvenes sobre ETA, principales claves del cambio en el electorado
El resultado histórico que EH Bildu cosechó el pasado domingo en las elecciones autonómicas vascas se fundamentó en la provincia de Álava. Los abertzales lograron el 29,44% de los votos, 44.652, nada menos que 3.713 más que el Partido Nacionalista Vasco (PNV). El territorio más conservador, más españolista, se ha convertido en nuevo feudo de la extrema izquierda abertzale.
Hace apenas 26 años, todo era muy diferente. En las elecciones autonómicas de 1998, el Partido Popular consiguió imponerse en Álava con siete escaños, uno por encima del PNV. Tres años más tarde, ambos empataron a nueve. Y en los dos casos el resultado de los abertzales fue residual. ¿Qué ha pasado desde entonces? ¿Cómo es posible un cambio así en tan poco tiempo? THE OBJECTIVE indaga en las causas.
En primer lugar, el feudo de los jeltzales durante la última década ha dejado de serlo porque los alaveses han penalizado la gestión del PNV, sobre todo en materia sanitaria. Así se desprende del hecho de que el año pasado se organizaran en Vitoria 633 manifestaciones, casi dos al día. El sector agrario organizó tractoradas históricas, el mundo rural tomó las calles contra las renovables, y los trabajadores de la industria se movilizaron por la negociación de sus convenios. Al lado de estas protestas, en muchos casos, ha estado Bildu y/o sus asociaciones satélite.
«Álava era la provincia menos euskaldunizada, más españolizada, y el PNV entró a saco en los pueblos cuando el PSE de Fernando Buesa controlaba la capital, pero tenía abandonados esos pueblos», explica Pedro José Chacón, profesor de Historia del Pensamiento Político en la UPV, que abunda: «Luego, el PNV, a través de esos pueblos, se hizo con la capital, y ahí estuvo José Ángel Cuerva muchos años». Pero ahora hay «una tercera ola» liderada por Bildu, que «ha buscado las cosquillas al PNV con la Sanidad y las subvenciones al campo, y se han llevado esos votos».
Hasta 14 pueblos, de hecho, se han pasado a Bildu en estos comicios: Iruña de Oca (tradicional feudo socialista) o Campezo son ejemplos paradigmáticos. Al final de la campaña, los jeltzales prometieron ayudas y ventajas al campo alavés detectando lo que podía pasar, que finalmente sucedió. Ya era demasiado tarde.
El ‘lavado’ de Bildu
Luego hay una cuestión extensible también a las otras regiones, que es la percepción que los jóvenes tienen de EH Bildu como algo «nuevo, guay, progresista». Así lo explica Pedro José Chacón: «Ha habido una amnesia porque la historia del terrorismo ha permanecido muchos años oculta: los colegios no visitan el Memorial de Víctimas de Vitoria». Además, los bildutarras «han sabido camuflar muy bien sus intenciones, poner en un segundo plano a sus figuras más polémicas, y tienen el apoyo de Sánchez desde Madrid, así que han conseguido una imagen renovada, juvenil» a pesar de que cuentan con etarras en sus filas y que la mayoría de los demás no condenan sin ambages el terrorismo.
«El núcleo duro no se ve, han puesto muchos jóvenes en primera fila», abunda Chacón. El candidato Pello Otxandiano, cabeza de lista precisamente por Álava, evidencia este empeño. Un líder cercano, más de barra que de moqueta, a pesar de que, como recuerda el profesor de la UPV, «pertenece al sector duro de Sortu».
PP y VOX
Partido Popular y Vox han obtenido unos resultados decentes en Álava. Los populares han logrado un escaño más, cuatro en total, de los tres conseguidos en 2020, y los de Santiago Abascal han amarrado el de Amaia Martínez, que era su objetivo. Pero no hay que olvidar que los resultados que obtenía la derecha en otros tiempos eran mucho mejores. Sin ir más lejos, en 2001 el PP, con Jaime Mayor Oreja al frente, obtuvo nueve escaños por la provincia. Y Javier de Andrés, actual líder del PP Vasco, fue Diputado General de Álava entre 2011 y 2015.
«El PP ha abandonado Euskadi, no tiene gente dispuesta, y tampoco ayuda el partido nacional, que no los apoya. Se han dejado comer la tostada porque Álava ha sido siempre una provincia tradicionalista, de derechas. Ha habido mucha desidia, quizá, pero también es una de las consecuencias del terrorismo: el nacionalismo está rampante, y debes hacer un sobreesfuerzo contra él», zanja Chacón.