Un análisis del debate electoral y unas cuantas lecciones de comunicación política
«Juanma Moreno Bonilla fue el absoluto ganador. Su comunicación no verbal era impecable porque sonreía sin exagerar la sonrisa y sin que pareciera falsa»
Lo primero y principal que ustedes deben recordar es lo siguiente: nadie recuerda en la práctica lo que se dice en un debate electoral televisado. La televisión -como decía Marshall McLuhan- es un medio caliente y, por lo tanto, todo sucede demasiado rápido. No se trata de un libro sobre cuyas páginas puedes volver o cuyos párrafos puedes releer. No. Las palabras, como decía Bécquer, se las lleva el viento. Una vez dichas ya no las puedes volver a retomar, a no ser que te grabes el debate. Son volátiles y casi siempre se olvidan.
Porque la tele es un aparato que está en el medio del salón y que tú estás mirando a la par que cenas, o que comentas el debate con tu pareja, o que juegas con el perro, o incluso que envías WhatsApp por el móvil a un amigo. Si lo sabré yo bien, porque aparezco en un programa televisión cada semana, y en muchísimas ocasiones alguien ha recordado que yo he dicho exactamente lo contrario de lo que dije, o que yo dije lo que en realidad había dicho la persona que estaba sentada a mi lado.
Los asesores de los políticos lo tienen muy en cuenta. Por lo tanto, entrenan a los políticos para que el mensaje se transmita de otra manera. No a partir de la comunicación verbal, sino a partir de la no verbal, y también a partir de la comunicación indumentaria. Nunca es lo que se cuenta sino cómo se cuenta.
El aspecto
El aspecto importa. Mucho. Cómo va peinado o peinada, cómo va vestido o vestida, los colores que lleva, si lleva chaqueta, si lleva corbata, los accesorios que se haya puesto….
Si ustedes se fijan bien, repararán en que nuestro presidente, Pedro Sánchez, lleva una corbata morada cuando quiere dárselas de feminista y una roja cuando quiere expresar poder. En ocasiones se pone una azul si quiere transmitir tranquilidad. Nunca lleva una verde, porque aquí, en España, asociamos el verde a la facción monárquica.
Isabel Díaz Ayuso se viste de rojo cuando quiere expresar poder o cuando son actos institucionales relacionados con la Comunidad de Madrid. De blanco, en ocasiones en las que quiere expresar inocencia, pureza, como el día en el que tuvo que comparecer para explicar que ellas no tenían nada que ver con una supuesta comisión de su hermano. Lo pillan, ¿verdad?
Luego están los gestos. Por ejemplo, no conviene hacer el gesto del dedo bastón – gesto de señalar con el dedo, alargando el brazo- excepto que alguien quiera mostrar mucha, mucha, agresividad. Pero más vale no hacerlo en un debate. Son muchos políticos a los que su asesor les entrega un lápiz para que no se les escape el infame dedito. Y así, si te pierden las formas, en la foto o en el vídeo saldrás apuntando con un bolígrafo, pero no con el dedo. Por eso en fotos de Errejón, de Pablo Iglesias, o de Irene Montero, en muchas ocasiones aparecen con el famoso bolígrafo de marras.
En general, si tienes un buen asesor, te entrenan a controlar las manos. Moreno Bonilla lo tiene, o eso creo, y ayer gesticulaba con mucho cuidado. Teresa Rodríguez no lo tiene, y las manos iban dibujando arabescos a su alrededor.
Gestos faciales
También están los gestos faciales. Estos son muy, muy, muy difíciles de controlar y pueden arruinar un discurso. ¿Usted ha experimentado alguna vez la sensación de que le están mintiendo? Esto es porque los humanos sabemos entender los gestos del otro y, excepto que usted se halle ante un excelente actor o un psicópata, puede usted decodificar gran parte del mensaje a través de los gestos de la cara. Mi hija, por ejemplo, no escucha muy bien, ya que es hipoacúsica, pero en una conversación casual no solo se entera del mensaje porque lee los labios, sino porque también entiende los gestos. Puede salir sin su implante y mantener una charla con la vecina, aunque no la escuche. Entiende que la vecina le está dando los buenos días y diciéndole que está muy guapa y que qué tal estoy yo.
Por lo tanto, saber transmitir una sonrisa amplía y no forzada y expresarse con gestos de tranquilidad es muy importante para el candidato. Recuerden el verso de Salinas: Lo que eres me distrae de lo que dices.
Como lo que se dice es poco importante, porque el espectador no va a recordar mucho, a veces se presenta uno con gráficos o carteles. Ayer no lo hicieron.
Repetir mantras
Y también hay que repetir mantras. Frases contundentes que se repiten una y otra vez y que se le quedan al espectador en la cabeza. El de ayer fue uno: la ultraderecha. Si yo hubiera organizado un drinking game con mis amigos lo hubiera propuesto de forma que el chupito preceptivo en estos juegos habría que beberlo cada vez que dijeran «la ultraderecha». Yo no recuerdo gran cosa de lo que dijeron Espadas o Nieto o Rodríguez excepto que repetían la ultraderecha, la ultraderecha, la ultraderecha… como si no hubiera un mañana. (Corrijo: Lo cierto es que Espadas e Inmaculada Nieto decían «la ultraderecha» y Teresa Rodríguez decía «la extrema derecha»).
El mantra de Olona fue «la banda del WordPerfect». Tantas veces lo dijo que fue trending topic en Twitter.
¿Recordamos algo más lo que dijo Inmaculada Nieto? Pues la verdad es que no.
Análisis de los candidatos del debate electoral (Andalucía)
De forma que, si analizamos el debate de ayer desde el punto de vista de la comunicación política, y sin tener en absoluto en cuenta las ideologías de cada cual, el resultado fue éste:
Juanma Moreno
Juanma Moreno Bonilla fue el absoluto ganador. Su comunicación no verbal era impecable porque sonreía sin exagerar la sonrisa y sin que pareciera falsa. Sí que parecían un poco falsos los gestos con las manos, que estaban muy estudiados. Pero al menos no se le disparaban por los cielos, como en el caso de Teresa Rodríguez. Iba impecablemente vestido con un traje que le sentaba como un guante y que probablemente le han hecho a medida. Era el único que llevaba corbata. Y, atención al color de la corbata: verde, monárquico, conservador.
Yo no sé ustedes, pero yo sospecho que había algo de botox, blanqueamiento de dientes e, incluso, ¿implante capilar? El caso es que Juanma Moreno estaba de repente sexy. Nos sonaba a ese ejecutivo que te ligas en un afterwork y que, aunque en principio resulte un poco soso, en cuanto se quita la chaqueta y la corbata resulta ser un empotrador. ¿Recordamos algo de lo que dijo? Bueno, a grandes rasgos vino a decir que en Andalucía lo había hecho todo muy bien y lo iba a seguir haciendo muy bien. ¿Qué transmitía? Aire de triunfador.
Juan Marín
En mi opinión, grave error el de aparecer sin corbata, porque no es lo que está buscando su electorado. Su electorado es conservador y reclama seriedad. Muy buena idea la de llevar la camisa con un ligerísimo tono de azul, porque transmite tranquilidad. Traje de buen corte y no le hacía arrugas, la voz estaba bien modulada y controlaba las manos.
Además, el discurso era pausado y moderado y no había incoherencia entre lo que decía y su comunicación no verbal. Pero algo en él daba aspecto de cansado y desaliñado. No va bien afeitado ni bien peinado. Esto no hubiera supuesto ningún problema en el caso de un candidato de izquierdas, pero él se alinea hacia el espectro más conservador y esto iba en su contra.
Y las ojeras … Ay, las ojeras. Un candidato no debe aparecer con cara de enfermo y/o agotado. Nunca. Lo que la gente busca es un candidato sano y con aspecto de poder echárselo todo a la espalda. Especialmente en tiempos de crisis. ¿Su equipo no ha escuchado hablar de esos serums milagrosos que te quitan las ojeras en un santiamén? Ya les cuento yo que valen un riñón y parte del otro, pero funcionan. Incluso se podía haber inyectado plasma, qué sé yo.
Juan Espadas
Cualquiera hubiera dicho que el PSOE ha enviado este candidato a perder. El discurso era muy confuso y era imposible que cualquiera recordara lo que estaba contando. Para colmo, el traje le venía pequeño. Ya sabemos que usted es socialista y que tampoco quiere venir vestido como si fuera a dirigir una empresa, pero entonces lleve usted directamente la chaqueta de pana o atrévase a venir sin chaqueta, pero no se ponga un traje que le sienta mal.
La comunicación no verbal le falló estrepitosamente, porque cada vez que Olona le recordaba lo del WordPerfect le salía una mueca de desprecio profundo que obviamente no podía controlar, pero que le destrozaba el discurso.
Macarena Olona
Se presenta vestida de blanco, ese color que transmite dulzura, pureza, inocencia. Supongo que lo hace para contrarrestar un discurso extremadamente agresivo. Lleva colgada al cuello una cruz bien grande ¿de diamantes? para que sepamos que es católica (como si alguien lo hubiera olvidado) y nos recuerda en varias ocasiones que es madre, hija y hermana. Porque ha de contrarrestar su discurso agresivo y recordarnos que luego en casa tiene otra faceta maternal y cariñosa.
Por eso, también habla con un tono de voz muy dulce y pausado, para contrarrestar las barbaridades que a veces dice, extremadamente agresivas y chocantes. Es una mujer muy bella y lo sabe, y se presenta con el pelo suelto para suavizar su imagen. Tengo comprobado que en el Parlamento cuando quiere ser agresiva y soltar un discurso en el que lanza las palabras como cañonazos, se recoge el pelo y se pone un moño para parecer más dura. Le falló estrepitosamente la comunicación verbal. Se le da muy bien en el Parlamento hacer discursos bravucones y beligerantes pero, por alguna razón, cuando quiere ser dulce todo le falla porque, entre otros detalles, tiene un problema con la sonrisa.
Le sale a menudo la sonrisa falsa, que es la contraria a la sonrisa de Duchenne. Es decir, que en muchas ocasiones Macarena sonríe con la boca, pero no se le elevan las mejillas ni le salen arruguitas alrededor de los ojos. En general es una estupenda oradora, pero ayer le falló todo, porque no optó por su vena combativa, que es impresionante en el Parlamento ni tampoco por la irónica que es una de las más recordadas. Para colmo, interrumpía a menudo a sus compañeros, lo cual, en una sociedad sexista, se interpreta como asertividad en los hombres, pero como mala educación en las mujeres.
En mi opinión, no estuvo a la altura de sí misma. Aunque poco importa porque sus fieles seguidores le profesan tal devoción que se hubiera podido estar callada todo el debate y poco les hubiera importado. Eso sí, ha dejado un meme para la posteridad: «La banda del guorperfe».
Inmaculada Nieto
Se presenta con traje de chaqueta para dar la impresión del power dressing. Es decir: seriedad, sobriedad, profesionalidad. Y se pone una camiseta morada para recordarnos que es feminista. El pelo suelto es el complemento necesario para el traje de chaqueta, porque si llevara traje de chaqueta y pelo recogido la veríamos como a una ejecutiva y no como a esa señora de izquierdas que nos tiene que transmitir que es.
Tiene una sonrisa muy bonita y lo sabe, por eso sonríe a menudo. Pero a veces le juega la misma pasada que a Macarena, que se nota demasiado que la sonrisa es falsa. La cadencia de voz despaciosa hubiera quedado fantástica si esta señora hubiera estado intentando ligar contigo en el reservado de un restaurante, a los postres, y con una copita de champagne. Pero en el debate había momentos que parecía que iba puesta de orfidal de lo despacio que hablaba. Resultó inane, aburrida y estoy segura de que la mayoría de los telespectadores no se acuerdan de nada de lo que dijo.
Teresa Rodríguez
La gran sorpresa del debate. Habría mucho que decir respecto a su indumentaria. En principio ha cometido un fallo garrafal. Se entiende que cuando una mujer acude a un debate electoral debe ir vestida lo más sobria posible. Power dressing, power dressing, power dressing… Los asesores lo repiten hasta la saciedad. Es decir, que lo más adecuado es llevar un traje de chaqueta, y si es blanco tanto mejor. Rojo si necesitas aparecer como agresiva, violeta si quieres ser feminista, azul claro si quieres parecer dulce y, en España, verde si quieres proyectar la imagen de monárquica.
Una candidata debe transmitir impresión de seriedad, profesionalidad, sobriedad. Así que se suponía que lo que hizo Teresa Rodríguez fue un autoboicot. Se suponía. Apareció como si se fuera a ir de marcha con sus amigas en un chiringuito en Chiclana. Enormes pendientes, labios rojos, traje de tirantes con estampado de flores. ¿Pero qué es esto?, me dije yo. No solo se supone que le trae al pairo todo el concepto de power dressing, sino que también lleva demasiados alimentos distractores. Te vas a fijar en sus labios rojos o en sus pendientes oversize, pero no te vas a fijar en su discurso.
Si a eso le añades las manos voladoras, que cualquiera diría que está bailando flamenco, esas manos que trazan dibujos en el aire y que suben, bajan, se van a la derecha y se van a la izquierda, en principio dirías que es un desastre como comunicadora… ¡Pues no! Cuando me fui a la cama resulta que tenía en la cabeza todo el rato a Teresa. Teresa destacaba. Teresa había transmitido un mensaje: yo soy de mi pueblo y hago lo que a mí me da la gana. Y otro mensaje: a mí me han intentado ningunear, mis propios compañeros, me han intentado echar de mi formación, me han retirado incluso la financiación pública y mis propios compañeros me han echado de los espacios electorales pero, a mí se me va a ver.
A mí no se me va a olvidar tan fácilmente. Me han echado de los espacios electorales, pero el espacio del debate lo voy a ocupar. Sí, lo voy a ocupar. Esas manos amplísimas parecía que lo que querían transmitir es que Teresa quería ser tres Teresas. Quería que se la viese bien. Y se la vio. Se la vio y se la recordó.
Los debates electorales no se ganan ni se pierden
En realidad, los candidatos normalmente ya tienen el pescado vendido y casi siempre es muy difícil que convenzan a más gente de la que ya traían convencida de casa. Es probable que pesquen algo en un pequeño caladero de indecisos, pero poco más. Desde el punto de vista de la comunicación no verbal, supone un craso error plantear los debates electorales como una competición en lugar de una oportunidad: una extraordinaria ocasión para conectar con el electorado, para caer bien, para mostrarse humanos, accesibles, cercanos.
No, no se trata de vencer. Ni siquiera de convencer. Sino de seducir, de conmover, persuadir, de mover a la acción. Y la acción parte de un componente emocional. Por eso es crucial la coherencia entre lo que se dice y cómo se dice. La transparencia emocional y la autenticidad. Porque, como ya he dicho, en un debate no se recuerdan las palabras, sino la conducta.
Por eso a Olona le ha jugado una mala pasada la sonrisa falsa. Por eso las ojeras de Marín se recuerdan mucho más que cualquier cosa que haya dicho. Por eso Moreno Bonilla ha salido airoso, porque ha quedado como tranquilo y seguro de sí mismo. Por eso Inmaculada Nieto casi ni ha dejado poso, pese a que algunas de sus respuestas irónicas fueran muy inteligentes. Y por eso Teresa Rodríguez me ha dado una lección de comunicación política y me ha demostrado que a veces las teorías de los asesores no siempre tienen que ver con la práctica.
Especialmente en Andalucía.