El Gobierno de Suecia, en el aire: el ascenso de la ultraderecha podría echar a los socialistas
La derecha logra una ajustadísima mayoría parlamentaria que podría llevar a los conservadores a la presidencia, aunque el voto del extranjero podría ser clave
La situación política en Suecia está completamente en el alambre. Aunque, en las elecciones generales de este domingo, los socialdemócratas (SD) han vuelto a ser los más votados con un 30,5% y casi dos puntos más que en 2018, el partido nacionalista y antiinmigración Demócratas de Suecia (DS) ha sido el gran protagonista al lograr un histórico segundo puesto con un 20,6% de los votos. Un resultado que sitúa a la derecha en posición de conquistar la presidencia, aunque serán clave los votos del exterior y los anticipados enviados por correo dentro del plazo, pero que no llegaron a tiempo: la diferencia entre ambos bloques es de apenas 47.000 papeletas.
De hecho, el primer resultado preliminar no estará listo hasta este miércoles o jueves, cuando se contabilicen todos estos sufragios. En las anteriores elecciones de 2018, los llamados «votos del miércoles» fueron unos 200.000, una cuarta parte de suecos residentes en el extranjero, aunque se cree que la cifra podría ser mayor esta vez por el aumento del voto anticipado.
Con el 95,2% escrutado, la derecha logra el 49,7% y 175 escaños frente al 48,9% y 174 mandatos del centroizquierda de la primera ministra, la socialdemócrata Magdalena Andersson. Un balance que, a pesar de la victoria de los actuales ocupantes del poder, deja como auténtico vencedor al líder ultraderechista Jimmie Åkesson, que con su segundo puesto se convierte en la figura política que más ha crecido y será la llave de un eventual Gobierno conservador.
Hasta ahora, el DS, que en su origen a finales de los ochenta tenía raíces neonazis, había sido sometido en las sucesivas elecciones a un «cordón sanitario» por el resto de partidos, lo que explica que los socialdemócratas hayan gobernado en minoría las dos pasadas legislaturas pese a que en la Cámara había mayoría de derecha. De hecho, en la última legislatura fue necesario un pacto con centristas y liberales, rompiendo la alianza de centroderecha que existía desde 2004, para mantener ese aislamiento.
Sin embargo, tanto conservadores como democristianos y liberales, que han vuelto a cambiar de bando, defienden desde hace tiempo negociar con la ultraderecha, aunque sin permitir en ningún caso su entrada en el Gobierno. Un punto que puede ser clave a la hora de determinar el éxito de la negociaciones: Åkesson avisó en la noche electoral de que su partido quiere tener una posición «central» en un hipotético nuevo Ejecutivo y que su ambición es «formar parte del Gobierno», palabras que este lunes ha reiterado el secretario del SD, Richard Jomshof, reclamando una influencia acorde con su tamaño.
Veto a la presencia en el Gobierno del DS
«Está claro que debemos poder discutir carteras de ministros y hablar de los puestos de primer ministro, presidente del Parlamento y presidencias de las distintas comisiones», declaró a la cadena sueca SVT Jomshof, si bien resaltó que lo importante es tener impacto en la línea política del futuro Gobierno. Es decir que, aunque partirán de posiciones maximalistas, el gran objetivo de los ultraderechistas es influir por primera vez en su historia en las políticas gubernamentales de su país, algo que hasta ahora han tenido vetado.
Eso sí, el partido de los conservadores que dirige Ulf Kristersson, y que debería dirigir las conversaciones para formar gobierno de confirmarse el resultado, está en una posición de extrema debilidad tras haber perdido votos en las dos elecciones en las que que ha liderado el bloque de derecha. De hecho, su decisión de basar una campaña basada en temas como el crimen y la inmigración, que al final ha acabado beneficiando al SD.
Por el momento, el líder del SD ha almorzado este lunes en las oficinas del Partido Moderado (conservador) en Estocolmo, aunque no quiso dar detalles del encuentro. Y después de que este se hubiera ido, acudió su homólogo liberal, Johan Pehrson, igualmente parco en palabras. Pero estos imprescindibles socios ya han avisado: la presencia de Åkesson en el Ejecutivo es prácticamente tabú. La líder de los liberales en Europa, Karin Karlsbro, ha asegurado que su partido no aceptará un gobierno en el que esté el SD, una fuerza con la que mantiene diferencias notorias.
Todo esto, si el miércoles se confirma la victoria de la derecha, algo que no es nada seguro. El voto exterior ha tenido históricamente poca influencia en el resultado final, con la excepción de 1979, cuando decantó la victoria de la derecha, después de que 8.500 votos separasen a ambos bloques en la noche electoral.