Sánchez ordena contención contra Montero ante el riesgo de que Podemos «implosione»
La preocupación en Moncloa ante la batalla Díaz-Iglesias es creciente. El PSOE pide que ambos lleguen «unidos» a las próximas elecciones
Desde que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aterrizó en España en la mañana del sábado, la consigna es la «contención». Recién llegado de Bali tras participar en la cumbre del G-20, el jefe del Ejecutivo tuvo que afrontar una de las crisis más graves de la coalición desde sus inicios, en noviembre del 2019. En esta ocasión, no es tanto por el enfrentamiento directo entre las dos facciones partidistas del Ejecutivo, PSOE y Podemos, como por la división en el seno del espacio morado que se presentó a los últimos comicios con el apellido de ‘Unidas’. Este último corre un riesgo creciente de fractura, hasta el punto de que el Gobierno ya se comporta internamente como un tripartito.
Tras la creciente agresividad verbal de los últimos días entre las dos alas del espacio morado, la de Yolanda Díaz, y la del emérito Pablo Iglesias, fuentes socialistas consultadas por THE OBJECTIVE hablan de un riesgo real de que Podemos «implosione», de modo que la coalición de partidos que convergió en una única candidatura en las elecciones del 10 de noviembre de 2019 acabe incluso fracturándose y presentándose separada a las próximas elecciones. En el PSOE admiten que «puede ser que se presenten en dos listas separadas» porque la temperatura subirá a medida que se acerquen las elecciones.
Sin embargo, Gobierno y PSOE trabajan para evitar ese escenario que, como ocurrió en Andalucía, desmovilizaría de forma notable al votante progresista e impediría que la plataforma de Yolanda Díaz, a la que respalda Sánchez, pueda propiciar la suma de una nueva alianza de izquierdas. Por ello, desde Moncloa dan cuenta del esfuerzo de contención y prudencia que se ha hecho y se hace con la ministra de Igualdad, Irene Montero, tras su ataque a los jueces «machistas» y los «fachas con toga».
Sánchez echa el freno
Unas palabras que desautorizó la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, justo antes de que el presidente del Gobierno compareciera públicamente en Bali con la intención de apagar el fuego y sostener a Montero, negando, como habían manifestado hasta cuatro ministras socialistas, que se fuera a modificar la ley del solo sí es sí para corregir errores. Sánchez se limitó a confiar en que el Tribunal Supremo siente jurisprudencia de aquí a las próximas semanas, en el mes de diciembre. Un apoyo necesario para el que no medió conversación alguna entre el propio Sánchez y Montero, sino la llamada de un miembro del gabinete del presidente que recondujo la agresividad de la ministra del ramo, según fuentes de Moncloa consultadas por este periódico.
Sánchez rescató a Montero ante una incipiente crisis en la órbita morada de la coalición, tras la petición de dimisión de la ministra por parte de la oposición y las asociaciones de jueces y el silencio clamoroso de la vicepresidenta, Yolanda Díaz. El tuit de Pablo Iglesias el viernes por la tarde prendió la mecha definitiva, al acusar veladamente a la futura candidata de Sumar de «ponerse de perfil», lo cual calificó de «cobarde, miserable y políticamente estúpido». El jefe del Ejecutivo tomó nota de la supuesta «cacería» que denunciaban otros dirigentes de Podemos en las redes sociales y decidió echar el freno.
Desde este lunes, la línea oficial del partido consistía en morderse la lengua y esquivar el balón. Ni una palabra de reproche a la ofensiva contra los jueces, ni una palabra de distancia respecto a Irene Montero. Preguntada por THE OBJECTIVE por si había posibilidad alguna de dimisión o de «implosión» de Podemos, la portavoz de la Ejecutiva, Pilar Alegría, evitó crítica alguna hacia su compañera del Consejo de Ministros y pidió que Podemos concurra unida a los comicios.
Alegría pide «unidad»
«Soy respetuosa con el poder judicial, pero también con otros partidos políticos, también con el de Unidas Podemos aunque forme parte del gobierno de coalición. Nuestra responsabilidad es trabajar con una hoja de ruta clara y aprobar leyes transformadoras para seguir consolidando el escudo social. Sobre cuestiones internas que ese digan en otro partido, manifiesto todo mi respeto… Sí que espero y sí que deseo, porque ambos somos partidos progresistas, que vayamos cada uno con la máxima unidad que sea capaz de movilizar al votante progresista, mayoritario en este país», manifestó Alegría.
Ni la portavoz de la Ejecutiva socialista ni ningún otro dirigente del PSOE se saltó el guion de la contención. La estrategia pasa por esperar y confiar en que sea el Supremo quien apague el incendio con la unificación de la doctrina de aquí a las próximas semanas. No contemplan que esto no suceda y el Alto Tribunal se inhiba de su responsabilidad, escenario que sería el «precipicio» para unas fuentes socialistas que evitan pronunciarse sobre este futurible menos favorable a sus intereses.
Aseguran en Ferraz que «el PSOE es un partido muy animoso», pero admiten que el nivel de crítica interna del socio minoritario ha llegado a un punto de beligerancia tal que hay que ejercer de pacificador. De lo contrario, la alternativa será la división y la resta de una coalición que, a día de hoy, no suma en las encuestas y sigue bajando.