Díaz amenazó a Montero con destituirla si no bajaba los "decibelios" con el 'sí es sí'
La retórica de Podemos sobre la vuelta «al código de la manada» irritó a los socialistas, que pidieron a la vicepresidenta Díaz intervenir para frenar a Montero
La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, amenazó directamente a la ministra de Igualdad, Irene Montero, con destituirla aprovechando la última remodelación del Gobierno si no bajaba los «decibelios» en la polémica sobre la reforma de la ley del solo sí es sí. En la víspera de las marchas del 8 de marzo pasado, el Congreso aprobó la primera tramitación de la modificación de la ley estrella del Ministerio de Igualdad de Montero. Poco antes de la votación, Díaz y la número dos de Montero se citaron en una sala del Congreso para debatir y echarse en cara sus diferencias sobre la estrategia que mantener ante la petición del PSOE, que hablaba de «errores» y «efectos indeseados» de la norma. En ese encuentro, según fuentes de Unidas Podemos, Díaz llegó a avisar a Montero de que su cargo podía verse afectado.
Díaz acudió con el líder del PCE, Enrique Santiago, a dicho encuentro. Se celebró minutos antes de la votación de la modificación del sí es sí, que concluyó su iter parlamentario esta semana. Aunque las fuentes consultadas sostienen que Santiago actuó para buscar algo parecido a un armisticio o punto de encuentro entre las dos ministras, sus esfuerzos fueron sustancialmente inútiles.
Durante el encuentro, Díaz afeó a Montero su actitud ante la petición de revisión del PSOE. Podemos llevaba semanas de duro enfrentamiento con el PSOE. Los morados acusaron a los socialistas de querer revertir la situación al «código de la manada», para referirse a la situación anterior a la aprobación de la ley del solo sí es sí. Esa declaración de Montero y de sus colaboradores irritó profundamente a la Moncloa y a otros ministros y portavoces socialistas que pidieron a Yolanda Díaz intervenir. El portavoz Patxi López lo hizo directamente desde el patio del Congreso, en ese mismo 7 de marzo, cuando declaró que Díaz «debería haber sido más proactiva» frente a Podemos.
Todos los poderes para Díaz
Díaz heredó de Pablo Iglesias la vicepresidencia segunda del Gobierno y el papel de interlocutor con el PSOE y con Pedro Sánchez. Pero también la responsabilidad sobre todos los ministros de Unidas Podemos. Ella es ahora la principal dirigente -después de Sánchez- que desde un punto de vista formal puede destituir a los ministros adscritos a la cuota morada. Así que la declaración de Díaz pudo sonar como legítima demostración de autoridad.
La desavenencia entre Montero y Díaz llevaba meses al rojo vivo. Los dirigentes morados acusaban a Díaz de ocultar datos de sus encuentros con Sánchez, y hasta de esconderles acuerdos en los últimos presupuestos. En la víspera de aquel 8 de marzo, la aprobación de la ley del solo sí es sí ya había generado la revisión de condena a centenares de agresores sexuales y Sánchez se había desmarcado públicamente de dicha norma. En Podemos, sin embargo, negaban la mayor. Sostenían que los datos eran falseados y que la ley no contemplaba revisiones de condenas. Los jueces estaban aplicando mal la norma, insistían.
Irene Montero se vio acorralada. Y con ella todo el grupo dirigentes de Podemos. Iglesias aconsejó aguantar y enfocar el enfrentamiento contra el sector judicial, a los que miembros del partido morado criticaron hasta deslizar comentarios como los de «fachas con toga». Montero tuvo en esos días un duro choque con la ministra de Justicia, Pilar Llop, tal y como desveló este diario, en el que llegó a acusarla de haberle tendido una «trampa».
Pequeña remodelación
Ya acorralada, Montero tuvo que enfrentarse a Yolanda Díaz, quien le pidió personalmente rebajar la tensión y el «ruido». La responsable de Trabajo avisó a Montero, y por ende también a la ministra Ione Belarra, de que si no bajan los «decibelios» estaba dispuesta a dar su visto bueno a una expulsión del Gobierno de las dos ministras coincidiendo con la remodelación que Sánchez que ejecutaría unos días después, el 27 de marzo, con la salida de las ministras de Salud e Industria.
Aun así, Díaz mantuvo su apoyo formal a Montero. La intención de la ministra de Trabajo era demostrar su disconformidad con lo ocurrido con la ley del sí es sí, pero sin alinearse oficialmente con el PSOE. Sobre Díaz pende una espada de Damocles, saben sus estrategas. Se trata de no acabar siendo percibidos como la «marca blanca del PSOE». Dirigentes de Podemos y del Partido Popular coinciden en ese calificativo cuando hablan de Sumar, a demostración de un extraño acercamiento que recuerda la «pinza» de los años noventa durante la etapa de Julio Anguita.
La lideresa de Sumar se mueve entre dos aguas. En la votación definitiva de la modificación del sí es sí del pasado jueves, de hecho, Díaz ha reiterado su voto negativo a la reforma del PSOE. Acudió incluso al Congreso para acallar las voces que especulan sobre una ruptura violenta con Podemos. Los miembros de su propio sector admiten que Yolanda Díaz, a diferencia de Iglesias, suele ser muy dura en las negociaciones a puertas cerradas, pero después ofrece una imagen pactista. Ese mismo estilo aplicó en esa fatídica reunión del día 7 de marzo de 2023, cuando Díaz y Montero se cruzaron la mirada y volvieron a hablar en persona después de meses de silencio.
Después de aquella reunión Montero insiste en defender su ley. En la sesión del Congreso del pasado jueves ha apostado por un perfil victimista, diciendo que era «el día más triste» de su vida parlamentaria. Ha criticado duramente al PSOE por su posición, pero ha dejado de hablar en público de «vuelta al código de la manada». Quedará por ver si el aviso de Díaz sigue vigente y si las críticas que llueven todavía sobre el tejado socialista se considerarán asumibles o si, una vez más, los dirigentes del PSOE exigirán a la vicepresidenta recordar a sus compañeras que en política nada es para siempre.