Falange organiza un acto en la tumba de Primo de Rivera y lanza duras críticas a la familia
Los seguidores del político asesinado en 1936 le dedicarán un responso para reparar el «agravio» al que, aseguran, fueron sometidos por sus descendientes
Falangistas de toda España se concentrarán este sábado en el cementerio de San Isidro para homenajear a José Antonio Primo de Rivera. El acto se celebrará a mediodía junto a la tumba en la que reposan sus restos desde el lunes. Le dedicarán un responso para reparar el «agravio» al que, aseguran, fueron sometidos por los descendientes del fundador de Falange. Les acusan de impedir su ingreso en el camposanto. La policía detuvo a tres seguidores tras cargar contra quienes trataban de acceder al recinto, algo a lo que solo estaba autorizada la familia.
Los restos de Primo de Rivera fueron trasladados al cementerio madrileño de San Isidro 86 años después de su asesinato tras un acuerdo entre el Gobierno y su familia. Para eso debieron ser exhumados del Valle de los Caídos, donde permanecían desde 1959. Es la quinta ubicación desde que fue fusilado en Alicante. Pequeños grupos de falangistas se agolparon a las puertas de Cuelgamuros y del camposanto para saludar el coche fúnebre al grito de «Viva España» y «José Antonio, ¡presente!».
Los seguidores de Primo de Rivera intentaron sin éxito acceder al camposanto. Los falangistas culpan a sus descendientes del «agravio» y quieren resarcirse celebrando un acto «solemne» para rezar por su fundador, algo que podría chocar con la Ley de Memoria Democrática. Piden a los asistentes que no lleven banderas ni pancartas, que guarden «una actitud de respeto y silencio» por tratarse de un lugar sagrado y que respeten las indicaciones de la organización.
La memoria de Primo de Rivera
Los promotores (La Falange y Falange Española de las JONS, anteriormente enfrentados) reconocen que no han hablado con la familia, ya que el lugar donde reposan los restos de Primo de Rivera es público y cualquier persona puede acceder en su horario de apertura para rezar. «Estamos bastantes descontentos con ellos. No quisieron que estuviésemos en el entierro. No entienden que José Antonio es patrimonio de todos», explica Jesús Heras, portavoz de La Falange.
«El acto es un desagravio y servirá para honrar su memoria», insiste Heras. Los seguidores de Primo de Rivera no pudieron acceder el lunes al cementerio de San Isidro, con fuertes medidas de seguridad que desaparecieron al día siguiente. Algunos de ellos ya han pasado por la tumba de su fundador para rezar o depositar flores. Está enterrado en una de las dos sepulturas «discretas» donde reposan otros familiares, pero por el momento no se ha incluido el nombre de José Antonio.
La tumba del fundador de Falange carece de medidas de seguridad en la actualidad y el Gobierno tampoco ha precisado si va a adoptarlas. Las fuentes consultadas por THE OBJECTIVE sostienen que es poco probable porque, a diferencia de Francisco Franco, la inhumación de Primo de Rivera se realizó por deseo expreso de sus descendientes, que lo solicitaron en octubre, días antes de que entrara en vigor la Ley de Memoria Democrática.
El sepulcro donde reposan los restos del dictador en Mingorrubio cuesta al Estado más de 9.000 euros al año. A diferencia de Franco, que yace en terreno propiedad de Patrimonio Nacional, Primo de Rivera ha sido enterrado en un sepulcro de titularidad privada que sufraga su familia, a la que los miembros de Falange acusan de «traicionar» la figura de su fundador, ya que negoció con el Gobierno su salida del Valle de los Caídos, y los principios de su organización al impedirles el paso el lunes para homenajearle.
Heras resta dramatismo a los comentarios de sus acólitos, pero también lanza un dardo contra la familia: «La verdad es que no se está portando bien». En su opinión, los descendientes del abogado y político asesinado al poco de comenzar la Guerra Civil «no son conscientes de la dimensión del personaje».
La exhumación de Primo de Rivera se produce en cumplimiento de la Ley de Memoria Democrática, que prohíbe que dirigentes de la sublevación de 1936, la Guerra Civil y el franquismo permanezcan enterrados en lugares preeminentes de acceso público en el Valle de los Caídos porque «puede favorecer la realización de actos públicos de exaltación». Ahora 121 familias de víctimas republicanas esperan recuperar los restos de los suyos, algo que podría producirse en las próximas semanas.