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De la polémica del chuletón a su guerra contra el juego: el paso de Garzón por el Gobierno

Como ministro de Consumo desde 2020, ha tenido un mandato sin medidas grandilocuentes y con algunas polémicas

De la polémica del chuletón a su guerra contra el juego: el paso de Garzón por el Gobierno

El líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón.

Alberto Garzón saltó del 15-M a la política en 2015, fue el diputado más joven con 26 años, y ha sido protagonista de la historia de Unidas Podemos y del primer Ejecutivo de coalición, en el que también simbolizó la entrada del comunismo en un Gobierno de España. Garzón (Logroño, 1985), que como ministro tampoco se ha librado de polémicas, cierra ahora una etapa con su apuesta por el proyecto de Yolanda Díaz, Sumar, que le ha llevado a renunciar a ser candidato a las próximas elecciones generales.

Con su decisión, el líder de IU, que seguirá al frente del partido, aspira a promover la renovación de las caras públicas que representan el proyecto de Díaz, y posiblemente a que lo hagan otros y otras compañeras de Unidas Podemos. Su carrera ha sido rápida, como la de muchos compañeros políticos de su generación, que del movimiento del 15-M saltaron al escaño. Así fue en su caso.

Como ministro de Consumo desde 2020, ha tenido un mandato sin medidas grandilocuentes y con algunas polémicas, como la que le valió su campaña contra el consumo excesivo de carne y las macrogranjas. La campaña parecía que le iba a costar su cargo después de que Pedro Sánchez pronunciara esta frase: «A mí, donde me pongan un chuletón a punto, eso es imbatible», pero ‘sobrevivió’ al pequeño huracán.

La polémica del chuletón fue posterior a la lucha sin cuartel que mantuvo con el sector del juego online y la Liga de Fútbol, que se saldó a su favor porque pudo limitar la publicidad de las casas de apuestas, algo que pretendía hacer ahora con los alimentos infantiles.

Ha defendido hasta el final cada una de las causas que ha llevado por bandera su Ministerio, que no ha sido una «maría» sin competencias -defiende frente a las críticas- y que le ha costado más de un enfrentamiento con los gigantes del sector del juego y la alimentación. Y dentro del propio Gobierno, especialmente con el ministro de Agricultura, Luis Planas, quien ha ganado la última ‘batalla’.

Garzón, casado y con tres hijos, no ha conseguido que los socialistas le apoyaran para aprobar el real decreto sobre publicidad de alimentos y bebidas no saludables dirigida al público infantil, y eso que se lo ha pedido una y otra vez antes del 31 de marzo para que se aprobara en esta legislatura. Ha sido uno de sus proyectos prioritarios, paralelo al de Nutri-score, el sistema de etiquetado frontal nutricional que quería utilizar como base para restringir la publicidad de alimentos menos saludables.

La obesidad y el sobrepeso de la infancia ha sido una de sus preocupaciones, y lo ha manifestado en primera persona cada vez que habla de ello porque Garzón, tal y como señala en sus apariciones públicas, entiende que sus hijas cuando van a un supermercado vayan corriendo a coger un bollo con su dibujo animado favorito. Y por eso defiende con uñas y dientes que se limite este tipo de publicidad, igual que defiende ahora el proyecto Sumar.

Del ‘pacto de los botellines’ con Iglesias a respaldar a Yolanda Díaz

El ministro ha estado siempre muy vinculado a Málaga, donde inició su formación académica (posteriormente se licenció en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid) y política (afiliado a Izquierda Unida Los Verdes-Convocatoria por Andalucía desde los 18 años). Garzón llegó al Congreso desde el activismo en las plazas, las tertulias televisivas y las redes sociales, en un momento en el que la IU de Cayo Lara también se resistía a los cambios y a Podemos.

Fue el candidato de la formación en las elecciones de 2015, en las que los de Pablo Iglesias lograron un grupo parlamentario propio con más de 70 escaños y él tuvo que quedarse con una presencia minoritaria en el Grupo Mixto. A partir de entonces, Garzón empezó a apostar por la unión con Podemos, que tantos recelos había despertado en la vieja guardia de su partido, donde la renovación le llevó a ser coordinador federal. Y de ahí, y tras algunos tira y afloja con Pablo Iglesias, que también los tuvo, acabaron finalmente en 2016 sellando juntos el famoso «pacto de los botellines» del que nació Unidas Podemos.

Una marca que ahora el propio Garzón vuelve dar por amortizada en favor del proyecto de Yolanda Díaz y la posibilidad de que la izquierda a la izquierda del PSOE acuda unida a las elecciones del 23-J.

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