El día que Sánchez pidió la abstención a los diputados del PP para sacar su investidura
El líder socialista aseguró en 2019 que nada impedía a Casado concederle una «abstención técnica»
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, solicitó la abstención del Partido Popular ante la negativa de Ciudadanos en septiembre de 2019, una petición que ahora ha recuperado el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y que en cambio ha recibido las críticas del PSOE. Finalmente, el PP se negó en ese momento y la repetición electoral fue ineludible, de modo que los españoles acudieron a las urnas mes y medio más tarde –el 10 de noviembre– para votar por segunda vez.
Pese a que entonces el actual presidente en funciones empeoró su resultado, logró llegar a un acuerdo con el entonces líder morado, Pablo Iglesias, y gran parte de las formaciones nacionalistas cediendo cinco ministerios y una vicepresidencia a Unidas Podemos.
Entonces el líder socialista apeló a la «responsabilidad» de Pablo Casado y Albert Rivera asegurando que no existían motivos para que no favoreciesen una «abstención técnica»: «En Navarra hay un Gobierno que defiende la Constitución, en Cataluña también el Gobierno de España vela por el cumplimiento de la Constitución y queremos bajar los impuestos a la clase media», argumentó Sánchez tratando de ganarse el apoyo de la oposición.
Además, y pese a que durante la última legislatura ha contado finalmente con el apoyo de Bildu para sacar adelante algunas medidas y los propios abertzales reconocen ser socios del Gobierno en funciones, los socialistas aseguraron en ese momento que ni había ni habría pacto con la formación de Otegi en el futuro. También se comprometieron a aplicar el 155 si era necesario y no subir la presión fiscal sobre las clases medias y trabajadoras: «Si la situación constitucional lo requiere, lo aplicaremos como ya se hizo», apostillaron buscando un desbloqueo del lado popular.
Conflicto catalán
Respecto al conflicto soberanista, Sánchez quiso confirmar que, «evidentemente, garantizarían el cumplimiento de la Constitución y del Estatut, la integridad territorial, la soberanía nacional y en caso de que hipotéticamente las fuerzas independentistas volvieran a situar a España y a Cataluña ante una situación de quebrantamiento de la Constitución y del Estatut, el Gobierno actuaría con la misma contundencia y la misma proporcionalidad al desafío que se pudiera plantear», añadió insistiendo en que no podían existir dudas dado que «apoyaron» anteriormente las medidas de Mariano Rajoy tras el 1-O.
Eso sí, no quiso esconder que su principal objetivo de cara a una posible legislatura iba a ser armar un Ejecutivo «progresista»: «Queremos una hoja de ruta de izquierdas, de políticas económicas y sociales y de ampliación de derechos y libertades de reconstrucción del Estado del bienestar», zanjó insistiendo en que buscaba la ‘cesión’ de PP y Ciudadanos para no depender de las fuerzas secesionistas.
Ahora, a escasas horas de la investidura de Alberto Núñez Feijóo, que se impuso al socialista obteniendo 137 escaños y quedándose junto a Vox, UPN y Coalición Canaria a cuatro de la mayoría absoluta, los populares han abrazado la misma idea: buscar un acuerdo de Estado que frene la entrada e influencia de partidos que «quieren disolver la nación». Es más, semanas antes del 23-J, el líder del PP ya ofreció a Sánchez que gobernase el más votado con la abstención del segundo, algo que rechazaron desde el PSOE.
«Le pido expresamente al PSOE y al resto de fuerzas políticas que no bloqueen el Gobierno de España una vez más. Los españoles hoy nos han dado la confianza, pero también nos han dicho a todos los partidos del arco parlamentario que dialoguemos», expresó Feijóo desde el balcón de Génova mientras las últimas mesas terminaban de escrutarse.
Tres meses más tarde, el Partido Popular sigue en la casilla de partida y se enfrentará a una probable investidura fallida con Feijóo que desembocará en una repetición electoral o un nuevo Gobierno de coalición, con más dependencia de partidos separatistas.