Sánchez dejó plantado al gabinete de crisis de Moncloa «decepcionado» con su núcleo duro
El presidente considera que los miembros del partido y del Gobierno no han defendido a Begoña Gómez
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a la vicepresidenta María Jesús Montero.
El presidente del Gobierno está «aislado» en su residencia oficial en el Palacio de La Moncloa, junto a la única persona con la que tomará su decisión: su mujer, Begoña Gómez. «Él está solo y no quiere hablar con nadie», explican fuentes del complejo gubernamental. Permanece recluido en el que es su hogar desde hace cinco años y medio, junto a su familia, desde que el miércoles abandonara precipitadamente el Congreso de los Diputados. Según fuentes de Moncloa consultadas por THE OBJECTIVE, Pedro Sánchez no quiso participar en el gabinete de crisis que se convocó tras anunciar su intención de dimitir a través de una carta a la ciudadanía en las redes sociales, que conmocionó al PSOE. Un encuentro que se celebró en el edificio de Semillas, donde se ubica el gabinete de presidencia del Gobierno, y en el que participó el núcleo duro: la vicepresidenta primera del Gobierno, María Jesús Montero; el ministro de Presidencia, Félix Bolaños; y el de Transportes, Óscar Puente, muy afín al secretario de organización, Santos Cerdán.
Su aislamiento tiene explicación: «Está decepcionado con todos ellos, con el partido y con el Gobierno, porque considera que no han defendido a Begoña… Han salido a denunciar a los medios que han publicado sus informaciones, pero no han defendido a su mujer». De hecho, el presidente lleva la cuenta de qué dirigentes políticos no han salido públicamente a defender a su mujer, quiénes lo han hecho de forma tibia o tímida, y quiénes lo han hecho demasiado tarde. Por ello, el argumentario desplegado por la inmensa mayoría del PSOE, empezando por la número dos del Ejecutivo y la vicesecretaria general del PSOE, Maria Jesús Montero, incluía una referencia especialmente elocuente con la actividad profesional de Gómez, que no había sido esgrimida hasta hoy: «Es una profesional independiente, moderna, libre. Se trata de una campaña de acoso y perjuicio en su trayectoria profesional. Él se siente responsable de eso».
«Se siente traicionado»
Incluso, según otras fuentes gubernamentales, «siente que ha podido ser traicionado por algún miembro de su equipo», pues alguna de las informaciones publicadas recoge aspectos relevantes que sólo han podido salir «de dentro». Por ello, a la insólita renuncia en diferido se le suman otras dos decisiones sin precedentes: su aislamiento del núcleo duro y su negativa a acudir como secretario general del PSOE al Comité Federal que aprobará las listas a las elecciones europeas el próximo 9 de junio. «No quiere ir, no quiere saber nada. Está dolido y cabreado y quiere mandar el mensaje de que ahora tiremos solos». Por primera vez en ocho años, desde que fue derrocado por el Comité Federal del PSOE de octubre de 2016, ha sentido soledad en el diseño de la estrategia: «Ya no hay núcleo duro. Están desbordados y hay muchísima tensión en Moncloa. Pedro decide él solo, no le vale nadie, no les escucha». Y ello ha puesto de relieve la ineficacia de sus estrategas: «No se ha gestionado bien. Está mal defendido. Había que haber desmentido información por información».
El resultado es un órdago a la grande, una reflexión que «no tiene punto de retorno». Sánchez ha cruzado un Rubicón que sólo permite dos opciones: su dimisión y un anuncio de igual importancia que no sepa a poco si recula: «Sería un hazmerrereír». Cuestión de confianza, convocatoria de elecciones, remodelación de gobierno… «Todo es posible, incluso todo a la vez», explican diferentes dirigentes y cargos gubernamentales. Las señales que se emiten desde Moncloa hacen pensar a la inmensa mayoría de las fuentes consultadas que «se va», que Pedro Sánchez está en «una clave muy personal», determinado a «hacerse un Costa» (en referencia al expresidente portugués), a reivindicar «la injusticia» de la supuesta campaña contra él, y a tirar la toalla sin pensar en las consecuencias terribles que conllevará para el Gobierno y el partido, que se han movido al son de su imposiciones.
«Fin de ciclo»
No obstante, en el PSOE confían en que las próximas horas son «impredecibles». Ferraz está fletando centenares de autobuses desde Andalucía, Comunidad Valenciana y Castilla y León. Confían en una movilización masiva de la militancia de toda España, a la que están convocando desde las más altas esferas de la organización, espoleados por la ola de solidaridad sincronizada desde el PSOE. Si la imagen de la manifestación frente a Ferraz el próximo sábado es potente, el PSOE confía en que Sánchez escuche el mensaje y lo intente aprovechar a su favor. Y sobre todo, confían en la única capaz de convencerle: Begoña Gómez. Recuerdan fuentes socialistas a este diario que fue la esposa de Pedro Sánchez quien le convenció en 2016 de volver a presentarse a las primarias del PSOE tras «un viaje de reflexión» a San Francisco. Ahora vuelve a ser ella quien le ha transmitido a Pedro Sánchez que «aguante» y permanezca al frente de La Moncloa.
A 48 horas de que expire el plazo, muchos empiezan a verbalizar que Pedro Sánchez puede estar escribiendo el final de su epitafio político, y «cuadra que no sea a la vieja usanza, derrotado en las urnas, sino por todo lo alto. Invictus». De nuevo, la obsesión por el relato: «Va a salir de la política con una épica… A ver quién coño le quita eso. Renunciar a la política por amor, por la puerta grande». Apenas cinco meses y medio después de lograr salir investido, sin ganar las elecciones pero logrando la suma imposible de Junts tras ceder con la amnistía, el mediador internacional, la modificación del reglamento parlamentario para el uso de las lenguas y las comisiones de investigación que asumen la guerra judicial (lawfare) contra los independentistas catalanes, la mayoría se atreven a pronunciar ya las palabras tabú en el PSOE hasta hace unas horas: «Final de ciclo».
