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Sánchez reforzará a Bolaños y pone a Alegría «en la cuerda floja» tras el debate sucesorio

Fuentes socialistas y gubernamentales señalan el malestar con la portavoz del Gobierno

Sánchez reforzará a Bolaños y pone a Alegría «en la cuerda floja» tras el debate sucesorio

Pilar Alegría y Félix Bolaños. | Pool Moncloa/José Manuel Álvarez

El calentón se ha enfriado, pero tras el fuego quedan las cenizas. Al presidente del Gobierno no le gustó el Comité Federal. Ni el tono, ni las formas. Porque fue más bien un ‘comité funeral’, que se convirtió en una despedida y no en la resistencia que había esperado Pedro Sánchez de un partido que luchaba por evitar la orfandad de su liderazgo. Los ‘topos’ del secretario general tomaron nota de los movimientos entre bambalinas de quienes «pensaron que se iba y empezaron a posicionarse anticipadamente» sobre algo que sigue siendo tabú, aunque menos que antes: el post sanchismo. De ese ranking de la lealtad al líder, el presidente Sánchez ha tomado nota y apuntado los nombres significados en su particular lista negra. En la ebullición interna que ha sucedido a la reflexión de Sánchez, la más cuestionada es la portavoz del Gobierno y ministra de Educación, Pilar Alegría. Según las fuentes socialistas consultadas por THE OBJECTIVE, «Alegría está en la cuerda floja porque ha aprovechado la crisis para promocionarse a sí misma», directa e indirectamente a través del jefe de gabinete del presidente, Óscar López, que «ha maniobrado para impulsar a su amiga Pilar». El malestar de Sánchez con López es notable, no sólo por su papel en la reunión del máximo órgano entre congresos. A él le atribuyen la filtración del gabinete de crisis de Moncloa en el que participó Pilar Alegría junto a Félix Bolaños, Maria Jesús Montero, Santos Cerdán, Óscar López y Óscar Puente.

No obstante, Alegría y López no son los únicos que han motivado el enfado presidencial. En la lista negra figuran otros nombres, aunque no sea por una participación activa en el debate sucesorio, o no solo por ello. Es el caso de la vicepresidenta primera y vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero, y el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán. A la primera se le reprochan las formas ante la militancia, «excesos que no han gustado al presidente» porque «la imagen no es buena tratándose de la número dos del Gobierno». Pero también porque su baño de masas en primera línea de saludo a los militantes de Ferraz parecía mostrar a las bases de partido el banquillo con los aspirantes a suceder a Pedro Sánchez. No en vano, Montero era la llamada a ser presidenta del Gobierno en caso de que Sánchez hubiera dimitido y sus «golpes de pecho» han chirriado en diversos cenáculos del socialismo.

La «lealtad de Bolaños»

Su abrazo a la militancia fue compartido con Santos Cerdán, cuyas formas más austeras le permitieron pasar más inadvertido. Sin embargo, el responsable de Organización del partido fue cuestionado inicialmente por permitir que el ministro de Transportes, Óscar Puente, tuviera una intervención entre el selecto grupo de comparecientes del Comité federal, en el que los secretarios generales suelen intervenir en primer lugar y sólo lo hicieron los tres que son barones. Cerdán y Puente son amigos y diversos asistentes al cónclave interpretaron este discurso como un espaldarazo para proyectar el liderazgo del vallisoletano, uno de los perfiles más queridos por la militancia y más respaldados en clave interna. No obstante, la decisión de la intervención de Puente en el órgano federal no fue de Santos Cerdán. Al día siguiente, Puente se erigió en la voz del partido como «foco» mediático en un acto en Galicia junto a José Ramón Gómez Besteiro, donde calificó de «el puto amo» a Pedro Sánchez. Como ocurriera en su día con José Luis Ábalos, Óscar Puente es uno de los pocos dirigentes del PSOE capaces de hablar claro al presidente del Gobierno, cuando le pide opinión. Durante los cinco días de aislamiento, Sánchez no habló tampoco con Puente, pero el suyo es uno de los pocos perfiles que no están en la diana ni han generado malestar en el presidente.

El otro perfil que sale indiscutiblemente reforzado a ojos de Sánchez, y también a ojos del partido, es el del ministro de Presidencia, Félix Bolaños. «Ha sido prudente y se ha mantenido al margen de las habladurías», aplauden desde Moncloa, donde aseguran que ‘el jefe’ ha tomado nota de que las suyas fueron «lágrimas sinceras» porque «Bolaños sabe que su vida política acaba con Pedro Sánchez y no ha querido jugar a la sucesión». Y esto tendrá recompensa, auguran desde el PSOE, donde ya se le sitúa en las quinielas de ascenso para una futura vicepresidencia de una futura remodelación del Gobierno. Un premio a «la lealtad de Bolaños», que es amigo personal de Sánchez y no aspira a trascender políticamente a él. Ya es mucho decir en un PSOE en el que la palabra «desleales» se ha repetido en demasiadas ocasiones en los últimos diez días.

Crisis de Gobierno, en otoño

En un partido en absoluta efervescencia por las consecuencias de la ‘operación dimisión’, que ha mostrado la vulnerabilidad, la frialdad y la irresponsabilidad de Sánchez a partes iguales, todos descuentan que «habrá cambios en el Gobierno y en el partido» y que serán antes de lo prometido. Desde Ferraz abogaron hace días porque el congreso federal del PSOE será en 2025, y no en otoño de este año como se ideó desde la dirección federal hace unos meses para renovar los liderazgos autonómicos tras la caída de múltiples barones el 23-J. Pero lo que será inaplazable es una crisis de Gobierno tras la salida de Teresa Ribera para ser comisaria europea, en el otoño de 2024. Y lo que teme es que «esta crisis de Gobierno será de un profundo calado», es decir, que Pedro Sánchez aprovechará para ajustar cuentas con todos aquellos que se hayan precipitado a enterrarle demasiado pronto. Lo primero que está en la mente del presidente del Gobierno es reformar su propio gabinete, habida cuenta de la reiterada petición de Óscar López de buscar otro destino. «El puesto de jefe de gabinete quema mucho, él lleva tres años y en estos momentos la presión en Moncloa es insoportable», explica un trabajador de la casa. Sus maniobras en clave sucesoria parecen haberle dado la puntilla. «Y detrás de Óscar, irá Hernando», su número dos, porque «ambos están quemadísimos».

Las vacantes podrían permitir el ascenso de la única mujer del gabinete del presidente, Pilar Sánchez Acera, «trabajadora y discreta», según sus cercanos, aunque aún es pronto para quinielas y hay otros hombres del presidente en liza. De esa remodelación del Gobierno se espera un equipo capaz de darle «impulso político» a lo que quede de legislatura. «Se necesitan escudos políticos, parapetos del presidente» que, al mismo tiempo, sean capaces de polarizar y tensionar el debate público para activar al máximo el voto útil hacia el PSOE y terminar de fagocitar a los socios minoritarios, Podemos y Sumar. Y en esto, Óscar Puente «es el rey» y ejerce como tal. Desde hace meses, él es quien concentra un mayor número de peticiones por parte de las agrupaciones del PSOE, quien más territorios visita, y quien se ha convertido en el ministro político de referencia para Moncloa, en sustitución del cuarteto de la anterior estructura (Montero, Bolaños, Isabel Rodríguez y Pilar Alegría). Puente es el ministro de quien tiran en los días complicados, después de un Comité Federal para cuestiones orgánicas, para desviar la atención con polémicas extemporáneas o exabruptos que emocionan a los propios y abochorna a extraños. Un portavoz sin cargo a jornada completa y los siete días de la semana, no circunscrito sólo a los martes. Y eso, auguran en el PSOE, también se verá reforzado en octubre.

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