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Cultura abre el proceso de devolución de las obras incautadas durante la guerra civil

Los herederos deberán aportar pruebas de su propiedad y cumplir unos requisitos como acreditar la titularidad dominical

Cultura abre el proceso de devolución de las obras incautadas durante la guerra civil

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun | Borja Sánchez-Trillo (EFE)

Una acuarela de Sorolla, un relevante relieve del Museo de Escultura de Valladolid o miniaturas del Museo del Romanticismo de gran belleza son parte de las 5.126 piezas que el Ministerio de Cultura ha identificado como incautadas en la Guerra Civil y que los herederos pueden ver en una web y reclamar.

«A partir de mañana, las personas que localicen un bien de su propiedad, lo podrán reclamar y lo estudiaremos caso por caso», ha explicado el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, que se ha mostrado «muy orgulloso» de ser el primer Ministerio que cumple con este requerimiento de inventario que establece la Ley de Memoria Democrática.

Urtasun da comienzo a esta medida casi ocho meses después de tomar posesión el pasado noviembre. Ha justificado el tiempo que se ha tardado en hacerlo en la necesidad de contar con un informe de la abogacía del Estado que diera luz verde a la posibilidad de hacer las devoluciones.

Requisitos de los reclamantes

Los herederos deberán aportar pruebas de su propiedad y cumplir una serie de requisitos como acreditar la titularidad dominical (esto es, el derecho exclusivo de usar, disfrutar y disponer de la propiedad de acuerdo con la ley) sobre los bienes incautados e inventariados, así como hacer una identificación lo más detallada posible del bien reclamado.

Joyas, vajillas, cerámicas, piezas textiles y ornamentos litúrgicos, así como algunos cuadros, esculturas y mobiliario, suponen la mayoría de las piezas cuyo origen ha sido documentado como procedente de las incautaciones realizadas por la República para salvaguardar temporalmente los bienes de interés artístico y que nunca fueron devueltos a sus dueños por la dictadura franquista al acabar la contienda. Urtasun ha resaltado el carácter «heroico y pionero» de la decisión del gobierno de la II República para tratar de salvar estas obras.

Se trata de piezas de nueve museos estatales que han identificado entre sus fondos estos bienes, en concreto el Museo del Traje-Centro de Investigación del Patrimonio Etnológico, el Museo Arqueológico Nacional, el Museo Nacional del Romanticismo y el Museo Nacional de Artes Decorativas, el Museo Nacional de Antropología, el Museo de América y el Museo Sorolla, en Madrid; el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias ‘Gonzalez Martí’, en Valencia; y el Museo Nacional de Escultura, en Valladolid.

Además, se ha identificado una pintura conservada en la sede del Ministerio de Cultura con el mismo origen. También se han identificado piezas de la colección Weissberger en el Museo de Artes Decorativas que fueron incautadas a este coleccionista y marchante de arte por el Tribunal de Responsabilidades Políticas.

Aunque las obras le fueron devueltas una vez fue absuelto de los cargos, aún se conservan piezas que quedaron depositadas en el museo. Son los únicos fondos identificados en el Ministerio de Cultura que proceden de embargos realizados por la dictadura franquista.

En este inventario no se encuentra el Museo del Prado o el Reina Sofía, que si bien son públicos, tienen personalidad jurídica propia. El Prado ha inventariado en sus fondos 70 obras procedentes de incautaciones durante la Guerra Civil y el franquismo, a las que se podrían sumar 7 medallas y 89 dibujos cuya procedencia en origen es desconocida, según una investigación publicada por la pinacoteca el pasado año. Entre ellas, cuadros de Brueghel el Joven, Joaquín Sorolla, Eugenio Lucas Villaamil y Francisco de Osona.

El estudio del catedrático Arturo Colorado, experto en patrimonio y Guerra Civil, pudo identificar la procedencia de diez de las pinturas con nombre y apellidos u origen concreto: Pedro Rico -alcalde de Madrid en dos ocasiones (1931-1934 y 1936)-, la iglesia de Yebes en Guadalajara o el Marqués de Villalonga son algunos de los propietarios originarios.

  «Hay miles de obras que están donde no deberían estar. Es uno de los temas pendientes del franquismo, una herida que hay que solventar y cicatrizar. En eso estamos», apuntó a EFE Arturo Colorado, responsable de la investigación abierta por el Museo del Prado.

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