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La ausencia de Díaz en los fracasos electorales desató a los críticos: «No sentó nada bien»

El frente crítico elevó su voz contra la cúpula de Sumar tras la ausencia de Díaz en Galicia y en la noche de las europeas

La ausencia de Díaz en los fracasos electorales desató a los críticos: «No sentó nada bien»

Yolanda Díaz con otros miembros de Sumar | Europa Press

«No sentó nada bien». Así explican fuentes conocedoras del desenlace interno en Sumar que acabó con la declaración de Yolanda Díaz en la que anunció su salida de la coordinación del partido. La reiterada ausencia de la lideresa de las noches electorales desencadenó un enfado de los aliados, que pidieron públicamente la «asunción de responsabilidades» de la cúpula. Fue un dardo en plena regla contra la lideresa del partido-movimiento, a la que se reprochó «falta de autocrítica» después de varias citas electorales decepcionantes. Díaz reaccionó con una salida táctica del cargo orgánico de su partido, tan solo tres meses después del nombramiento.

En política la forma y el fondo a veces coinciden. Yolanda Díaz empezó la construcción de Sumar hace 14 meses, en Magariños. Entonces habló claro y mostró contundencia. Dijo que su proyecto político podía contar con Podemos, pero que no era indispensable. Todos los partidos aliados de Díaz, desde Más Madrid hasta los Comunes, habían pedido romper los puentes con los morados. A Díaz no le tembló el pulso cuando tuvo que desconectarse de Podemos.

En la negociación de las listas electorales de las generales dio otro golpe sobre la mesa con la exclusión de Irene Montero. Las elecciones generales del 23-J se interpretaron como un éxito para Sumar. El grupo político se había reducido respecto a la época de Unidas Podemos, pero la dinámica plebiscitaria de aquellos comicios y la posibilidad de reeditar el Gobierno de coalición dio argumentos para la celebración. Las cosas empezaron a torcerse a comienzos de 2024, cuando Díaz y Sumar se enfrentaron a las elecciones gallegas. 

Experimentos fallidos

En Galicia Sumar acudió con su marca. Fueron las primeras elecciones regionales en las que Díaz medía su influencia y poder territorial. Marta Lois, que ejercía de portavoz parlamentaria -elegida personalmente por la lideresa de Sumar-, pero no había convencido en el Congreso. Así que fue desplazada de candidata en las gallegas. El experimento de Díaz volvió a pinchar. El partido no llegó al 2% de votos y se quedó fuera el Parlamento regional. Pero en esa noche electoral ni Díaz ni Íñigo Errejón dieron la cara. 

La cabeza de lista de Sumar para las elecciones europeas, Estrella Galán, y el portavoz de Sumar, Ernest Urtasun
La cabeza de lista de Sumar para las elecciones europeas, Estrella Galán, y el portavoz de Sumar, Ernest Urtasun

Después llegaron las elecciones vascas y catalanas. En las vascas, Díaz entregó plenos poderes al ex barón de Podemos, Lander Martínez. El partido eligió otra vez a una candidata de la «sociedad civil», y volvió a pinchar. Sumar logró un solo escaño, gracias a la circunscripción donde se presentaba el candidato de Izquierda Unida. Tampoco esa noche Díaz dio la cara. En las catalanas de un mes después, los Comunes habían dejado claro que querían una presencia testimonial de la lideresa de Sumar. Las relaciones con Ada Colau han empeorado mucho y Sumar intentó culpar a la exalcaldesa de Barcelona de la caída de ocho a seis diputados. Tampoco entonces Díaz hizo autocrítica. Todo recayó sobre el equipo de Colau. 

Las europeas, sin embargo, tenían un valor más trascendente que esos comicios autonómicos. Entre otras cosas porque Podemos eligió a Irene Montero de candidata, y la sensación de derby político era incuestionable. Díaz se involucró en la campaña electoral como nunca. Eligió personalmente y sin primarias a Estrella Galán de candidata. Otra vez una mujer, otra vez una persona desconocida públicamente. Los aliados de Díaz avisaron del peligro, pero la vicepresidenta no les escuchó. Siguió las directrices de un comité de expertos, o «técnicos» según se les conoce internamente, que insistía en emular al modelo de En Marche de Emmanuel Macron. Demasiado marketing y poco política, era la crítica que se podía escuchar internamente. 

Punto de inflexión

Cuando el 9-J Sumar fracasó en su objetivo mínimo de alcanzar el 6% de votos y enviar a Bruselas al menos a cuatro representantes, todo se tambaleó. Pero la explosión de críticas se produjo, esta vez, por una cuestión de fondo y también de forma. La ausencia de Yolanda Díaz en la sede de Sumar para dar la cara ante el mal resultado irritó a muchos socios, sobre todo a Izquierda Unida, que se quedaba por primera vez en su historia sin un representante en la Eurocámara.

Tan solo Ernest Urtasun acompañó a Estrella Galán cuando bajó a dar explicaciones a sus votantes. La ausencia de Díaz «no sentó nada bien», aseguran las fuentes consultadas, que ya veían repetirse el guion de Díaz, sin autocrítica ni asunción de responsabilidades. Fue entonces cuando algunos cargos de los partidos aliados salieron incluso en las redes sociales para acusar a Sumar de haber cometido errores graves en la campaña electoral.

Otras fuentes describen el «cansancio» de Díaz ante esos reproches. La vicepresidenta siempre ha mostrado cierta alergia a los equilibrios internos de las formaciones políticas. Ella misma ha admitido que prefiere una política más de gestión y de contacto directo con los votantes. Y aunque a nivel público trascendiera poco, la coalición llevaba tiempo en situación de dificultad interna. Este diario publicó sendas exclusivas que relataban el enfado, por ejemplo de Izquierda Unida y Compromís, a lo que consideraban un control demasiado estricto y unilateral de Díaz y su equipo sobre las principales decisiones de la coalición.

Única candidata

Así que cuando en la noche electoral del 9-J Díaz decidió quedarse en casa en lugar que acudir a la sede de Sumar, todos los aliados rebotaron y exigieron pública y privadamente unos ceses. IU llegó a calificar de acabada la experiencia de Sumar como coalición. Acto seguido, Díaz anunció su salida de la coordinación de Sumar, tres meses después de su nombramiento. Aunque al día siguiente reiteró que no tenía intención de dejar la vicepresidencia segunda ni asumir ningún debate interno sobre su relevo

La declaración del lunes desató, aun así, un debate sobre el relevo de Díaz que el equipo de la ministra de Trabajo intenta atajar. Asumen el error de comunicación, pero esta vez aseguran que el fondo no corresponde con la forma. Aunque Díaz haya dicho que quiere dar un paso al lado, esto no significa que renuncie a representar Sumar en las próximas elecciones generales. La política gallega sigue viéndose de candidata y fuerte porque considera que nadie la puede sustituir. Al menos de momento.  

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