Vox pasa de la cordialidad y se prepara para la guerra con Alvise tras sus ataques en Telegram
El líder de Se Acabó La Fiesta lleva días cargando contra los de Santiago Abascal, que cambian de estrategia con él
Del silencio en la campaña a las elecciones europeas a una cordialidad impostada tras obtener tres eurodiputados y ahora la guerra. En solo un mes, la relación de Vox con Alvise Pérez, el líder de la agrupación de electores Se Acabó La Fiesta, ha pasado por tres etapas diferenciadas. Todas ellas posturas estratégicas, pues el activista lleva años siendo muy mal visto en Bambú.
Desde la sede nacional de Vox aseguran que el pasado 9 de junio, tras conocerse que el activista había obtenido 800.000 votos, Santiago Abascal le llamó personalmente para felicitarle por sus resultados. Proporcionan, incluso, una hora: las 23.30 horas. Una llamada que Alvise Pérez negó en su cuenta de Telegram. En lo que ambos coinciden es en que el dirigente vasco le tiene ahora bloqueado en WhatsApp.
El motivo podría anidar en el Telegram de Alvise, desde donde ha cargado contra Vox estas últimas semanas, bien acusando a los conservadores de expulsar al resto de acusaciones particulares del caso Begoña Gómez, o bien por su memoria económica, presentada este martes, asegurando que esta refleja que 11,4 millones van a la Fundación Disenso «de la que Abascal cobrará sueldo vitalicio».
Esto ha motivado que Vox haya arremetido contra él por primera vez desde su irrupción en la política, negando la información y tildándolo de «mentiroso»: «Ahora que te has metido en política y que representas a 800.000 personas, deberías dejar de mentir». Los conservadores dan por rotos los puentes entre ambos y adelantan que «desenmascararán sus mentiras y al personaje», aunque aseguran que mantendrán siempre «el respeto por sus votantes».
En este sentido, tanto el vicepresidente Jorge Buxadé como la portavoz parlamentaria, Pepa Millán, han tenido guiños hacia las ardillas con un mensaje pergeñado desde Bambú: «El voto a Alvise Pérez se debe a un hartazgo con la corrupción y con parte del sistema que nosotros compartimos».
Este medio ya contó que la historia de Alvise Pérez con los de Santiago Abascal pasó del amor al odio, y que el casus belli surgió por «una bronca en la cafetería del Congreso» entre los entonces diputados Mireia Borrás y Juan Luis Steegmann. Alvise tenía una «relación sentimental» con la primera en aquel momento y, a raíz de esa disputa, comenzó a cargar duramente contra el médico de profesión por «cobrar comisiones de Pfizer». Pérez ha negado esta versión a THE OBJECTIVE, pero desde el equipo de SALF sí que admiten que Alvise interpretó que Borrás fuese de número cuatro en la lista europea de Vox como un intento de «desestabilizar».
Inquietud en Vox
En Bambú están inquietos con la irrupción del activista otrora cercano a algunos prebostes de la formación de Santiago Abascal. No es para menos. La agrupación SALF robó unos 300.000 votos a Vox en las pasadas elecciones europeas, según una encuesta confeccionada por Sociométrica, y ha sabido conectar con algunos puntos que distancian a los conservadores de parte de su electorado. Véase la adhesión inquebrantable al Estado de Israel o al rey Felipe VI.
Esta inquietud se debe a que Alvise Pérez se presentará a las próximas elecciones generales, y lo hará disputando un terreno -el populismo- en el que el activista en redes se desenvuelve como pez en el agua. El mediático periodista Vito Quiles podría acompañarle en ese futuro reto electoral como hizo en la lista de las europeas, pero esta vez en un puesto de salida.
Aun sin programa, el líder de SALF ha prometido crear «la mayor cárcel de Europa a las afueras de Madrid» para encarcelar a políticos y a personas que tengan «un tatuaje de una banda». «Si tenemos que meter a 40.000 tíos en la cárcel, los metemos. Y si luego me viene la ONU a decir que estoy violando derechos fundamentales, me descojono», proclamó recientemente en una entrevista.
Además, Alvise ha promovido «deportaciones masivas» de inmigrantes que delincan: «Es una obligación moral del Gobierno de España que cojamos a todas estas mafias extranjeras, las metamos en un barco en el puerto de Valencia y las devolvamos a sus países para que no vuelvan». Para ello, promoverá una modificación de la Constitución, «si Dios quiere y el pueblo me lo permite».
La guerra
Vox se prepara para rearmarse discursivamente en los próximos meses e intentar paliar el efecto Alvise. Consideran, además, que el eurodiputado de SALF va a ser «inflado» por la izquierda política y mediática, y por eso se hallan inmersos en un proceso de amabilización con la prensa: «Hay que estar en los medios».
El próximo lunes, cuando recoja el acta como eurodiputado, Alvise Pérez usará su cuenta de Telegram para, sirviéndose de la inmunidad que le impide ser denunciado, revelar informaciones controvertidas que afecten a periodistas y políticos. Entre ellos, previsiblemente, alguno de Vox. Entonces, habrá guerra.