El alejamiento del PNV dispara la inquietud en el PSOE por la duración de la legislatura
Uno de los socios preferentes del Gobierno compartió con PP y Vox las críticas por las actividades de Begoña Gómez
La sesión de este miércoles no era una más. La comparecencia de Pedro Sánchez se fijó hace más de 15 días, el 1 de julio, cuando el Gobierno confiaba en que el juez, Juan Carlos Peinado, archivara la investigación sobre su mujer, Begoña Gómez, tras ser llamada a declarar el 5 de julio. Pero el retraso de la citación judicial ha trastocado los planes de una sesión parlamentaria pensada a mayor gloria del presidente del Gobierno. Lejos de su intención inicial, el presidente salió este miércoles del Congreso peor que como entró: cosechando críticas de sus socios por la «falta de valentía» y concreción en sus medidas de regulación de la prensa, y con una petición de la Universidad Complutense al juez del caso Begoña, que solicita investigar un posible delito de «apropiación indebida» del software que era titularidad de la institución académica y contraviene los estatutos de la misma.
Un salto cualitativo al que precedió otro, no menor, en el terreno parlamentario. Uno de los socios preferentes del Gobierno, el PNV, rompió los bloques de la legislatura, situándose junto a PP y Vox en el reproche a Sánchez por las actividades profesionales de su mujer. «Me sorprende que nadie diga que hay cosas que no se deben hacer, no porque las prohíba la ley, sino porque no se deben hacer», solemnizó Aitor Esteban a modo de aldabonazo, mientras Sánchez fijaba la vista en el suelo de su escaño. Sus palabras, centrándose en el «aspecto ético» de las reuniones y actividades de Gómez sobre la cuestión legal y jurídica, inquietaron al núcleo duro de Moncloa por tratarse de uno de los principales salvavidas parlamentarios de Sánchez desde la moción de censura en 2018. «Seguramente no habrá caso penal», añadió Esteban, «pero hay límites más allá de lo legal. Es puro sentido común. Hay cosas que no se deben hacer. Y hay que decirlo. Cuando suceden estas cosas, hay que llevarlas al punto de gravedad que tienen… Pero negar este tipo de cosas y no abordar el aspecto ético me parece un error por parte de todos».
La crítica de Aitor Esteban al Gobierno era una de las intervenciones más esperadas desde que PP y Vox rompieron los gobiernos autonómicos en cinco comunidades autónomas por el pacto migratorio con el Gobierno. Las fuentes socialistas y gubernamentales consultadas por THE OBJECTIVE destilan inquietud por este discurso del PNV, a 48 horas de la declaración de Begoña Gómez ante el juez Juan Carlos Peinado. En el actual contexto de incertidumbre sobre el futuro de la legislatura, a expensas de la formación de un gobierno en Cataluña y de la aprobación de los presupuestos generales del Estado, el movimiento del PNV generó preocupación en ciertos sectores del PSOE, sabedores de los intentos que el PP realiza desde hace meses para atraer a los nacionalistas vascos hacia su órbita gravitacional. Como transmiten en privado al PP, el PNV «está perdiendo de tanto acercarse al PSE», sostienen las fuentes consultadas.
Inquietud en el PSOE, confianza en Moncloa
Y, sin embargo, ésta es la principal garantía de Moncloa de que no habrá ruptura de su alianza con el PNV: la reedición de su pacto en la Lehendakaritza hace escasamente un mes, el 20 de junio, con la investidura de Imanol Pradales. Fuentes gubernamentales restan importancia a este diario sobre el discurso de Esteban y un posible alejamiento de los nacionalistas vascos. «Son de fiar», se limitan a decir. En lo que son más abstractos es sobre la crítica unánime y la frustración que generó en sus socios parlamentarios la presentación en el Congreso del plan de acción para la regeneración democrática. Un plan sin acción ni concreción que cosechó el reproche generalizado en la alianza Frankenstein y que Sánchez lleva alimentando desde su reflexión de cinco días a finales de abril.
«Tres meses y cinco días después, ¿qué ha venido a hacer hoy aquí?», le preguntó el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, quien consideró «una tomadura de pelo» que «no haya anunciado nada que sea una iniciativa de su Gobierno», dado que el grueso de las medidas anunciadas por el presidente supone la obligatoria transposición del reglamento europeo sobre libertad de medios de comunicación. «Falta voluntad y valentía. Esperaba más concreciones», admitió la portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua.
«Lo de hoy no se acerca al mínimo exigible si aboga por una regeneración democrática». Podemos fue uno de los más duros tras las frustradas expectativas generadas por Sánchez en las últimas semanas. Su portavoz, Ione Belarra, denunció que se trata de «puro maquillaje, papel mojado» con los que sólo pretenden «tapar la realidad» del pacto para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) con el PP. Sólo Aitor Esteban arrancó un compromiso al presidente Sánchez para avanzar en la tramitación de la Ley de Secretos Oficiales, pero se desmarcó de las medidas contra los medios de comunicación: «Cuidado, la democracia lo es porque permite la libertad de expresión de quienes la atacan. Habrá que hilar muy fino o no hilar nada».
Saltó la noticia, «se acabó la mañana»
Cuando pasaban cinco horas del debate parlamentario, saltaba la noticia que utilizaba el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, en su turno de réplica: «Mire presidente, mientras usted hablaba: la Universidad Complutense pide al juez que investigue de manera exhaustiva a su mujer por ‘apropiación indebida’. Se acabó la mañana, señor Sánchez, vaya a su despacho y redacte su tercera y definitiva carta». Previamente, Feijóo vinculó el debate con el futuro procesal de Begoña Gómez: «La única razón de este debate es porque la mujer del presidente del Gobierno está siendo juzgada por un presunto delito de tráfico de influencias, su hermano está siendo investigado, su Gobierno y su fiscal general del Estado por revelación de secretos». Y denunció que el Palacio de La Moncloa «se ha convertido en sede de negocios familiares». En la misma línea, el líder de Vox, Santiago Abascal, preguntó en varias ocasiones a Sánchez: «¿A cuántos medios de empresas cotizadas llamó usted para que recibieran a su esposa? Suba aquí y responsa a la pregunta», apremió en su primera intervención inicial y, posteriormente, en el turno de réplica, sin obtener contestación alguna.
Seis horas y media de debate en las que el jefe del Ejecutivo intentó esquivar las cuestiones sobre su mujer, poniendo el foco en la ruptura de la relación amorosa del PP y Vox: «Lo suyo con Vox no está claro. No sé si han tenido una discusión de pareja o una ruptura en toda regla». Divertido, socarrón, Sánchez continuó con el símil amoroso, mofándose de la «ruptura de un amor de verano». Preguntó a Feijóo si es «definitiva» o si se abrirán ambas partes a una «relación abierta a varias bandas». Las risas de la bancada cesaron a las pocas horas, tras reposar el debate parlamentario y percatarse de que precisamente la ruptura de PP y Vox hace desaparecer el único obstáculo por el que los nacionalistas vascos justificaron su rechazo a negociar con los populares un pacto alternativo a la investidura de Pedro Sánchez.