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Los Comunes detectan presiones de Junts para que las bases de ERC veten a Illa

El partido de Colau sostiene que en los pueblos del interior los afines a Puigdemont están presionando a los de ERC

Los Comunes detectan presiones de Junts para que las bases de ERC veten a Illa

Salvador Illa y Pere Aragonés en el Parlament | Europa Press

Los Comunes, el partido liderado por Jéssica Albiach y Ada Colau y aliado de Yolanda Díaz, está detectando presiones a nivel de militancias de Junts hacia ERC para que los republicanos no apoyen a Salvador Illa. El próximo 1 de agosto, ERC tiene previsto entregar a la militancia su decisión sobre la investidura del socialista. Los Comunes empujan para que se llegue a un acuerdo y no se vuelva a votar. Este es el escenario que más temen los aliados de Díaz. Pero los miembros del partido de izquierda avisan de que los de Carles Puigdemont están ejerciendo todo tipo de presión para condicionar a ERC. 

Las fuentes consultadas describen situaciones que califican de «presión psicológica» en el bando nacionalista. Se trataría de presiones ejercidas por militantes y votantes de Junts Per Catalunya hacia las bases de ERC. El objetivo de esta maniobra, que los Comunes creen que ha sido impulsada por el propio Puigdemont y sus afines, es romper a ERC en dos entre la cúpula directiva, favorable a pactar con Illa, y los militantes, contrarios al acuerdo con los socialistas. 

Son «presiones muy fuertes», aseguran las fuentes consultadas, que ubican esta injerencia sobre todo en la «Cataluña del interior». Es decir, en los pueblos y comarcas internas de la Comunidad Autónoma, donde es históricamente más fuerte el voto nacionalista. ERC, además, es un partido que suele experimentar cierta divergencia entre el interior, más proclive a políticas independentistas duras, y la capital de Barcelona, con sensibilidad más pragmática. Uno de los reproches que lanzan los afines de Junts a los de ERC es, además del «traidor», el de entregar la Generalitat al PSC para un puñado de sillones y cargos. 

Presiones psicológicas

Estas presiones hacia las bases de ERC se generan porque, según las fuentes consultadas, existe mucha «incertidumbre» sobre lo que puede ocurrir en el partido republicano. Las fuentes consultadas creen que existe un 50% de probabilidades de que las bases acaben rechazando el enfoque estratégico de la dirección. Pero admiten que los ataques de los afines a Puigdemont pueden no cuajar, y que por otro lado también en Junts existen sectores más moderados que buscan una «vuelta a Convergencia». 

Puigdemont, sin embargo, sigue ejerciendo un control notable sobre la formación. De esto no duda nadie. De ahí que si finalmente ERC y el PSC acaban sellando un pacto de investidura, en los Comunes no descartan que Puigdemont acabe «reventándolo todo». Se refieren a las próximas votaciones parlamentarias, como el techo de gasto y los presupuestos de 2025. Donde las fuentes consultadas tienen opiniones diferentes es sobre la capacidad de Pedro Sánchez de seguir en el Gobierno si no aprueba las nuevas cuentas del año que viene. 

Puigdemont decide

Las fuentes consultadas creen que sin los presupuestos de 2025, será muy difícil para Sánchez mantenerse en la Moncloa. Y para ese objetivo es esencial antes aprobar el nuevo techo de gasto, que se deberá votar de aquí a finales de septiembre. Aun así, otras fuentes sostienen que el socialista puede seguir gobernando prorrogando las cuentas, aunque sea por segundo año consecutivo. Así también muchos dudan de la respuesta que pueda dar Junts después del pacto entre ERC y el PSC, así como de la vuelta a España de Puigdemont. 

El grueso de las fuentes consultadas sostienen a este respecto que ven difícil la vuelta de Puigdemont. Creen que el expresident de la Generalitat podría ser detenido en cuanto pise suelo español, aunque coinciden en creer que si Puigdemoont regresa a España antes de la investidura de Illa, su viaje reventaría el acuerdo con los republicanos. El famoso «botón nuclear», según dicen también en el Gobierno de Sánchez, lo tiene Puigdemont. Y en sus manos queda todavía buena parte de la legislatura. «Va a ser él quien decida», admiten en los Comunes.

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