Sánchez desprecia al Congreso: sólo irá a una sesión de control en septiembre
El presidente ‘restringe’ al legislativo y da prioridad a una intensa agenda internacional ante el bloqueo de la cámara
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sólo asistirá a una sesión de control este mes de septiembre. Días después del comité federal en el que el líder del PSOE advirtió de que gobernará «con o sin el concurso del poder legislativo», que calificó de «restrictivo», el presidente del Gobierno ha evidenciado hasta qué punto pretende orillar al Parlamento, al que solicita un ánimo más «constructivo». Según fuentes gubernamentales consultadas por THE OBJECTIVE, el jefe del Ejecutivo sólo acudirá en septiembre una vez a la sesión de control del Congreso de los Diputados a la que está sometido según el artículo 111 de la Constitución Española, que desarrolla el reglamento parlamentario.
El presidente Sánchez no estuvo presente este miércoles en la primera sesión de control del curso político. Según fuentes parlamentarias, el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, Rafael Simancas, excusó la asistencia del presidente a la cámara por el viaje oficial a China que inició el domingo 8 de septiembre hasta el jueves 12. La semana que viene, el jefe del Ejecutivo sí estará presente en el control al Gobierno el miércoles 18 de septiembre, aunque no volverá a someterse a las preguntas e interpelaciones de la oposición hasta mediados de octubre.
Toda una declaración de intenciones en un momento en que La Moncloa quiere sacar el foco del Parlamento ante el bloqueo legislativo y la dificultad de sacar adelante los presupuestos generales del Estado por las amenazas de Junts y las exigencias de ERC de que se cumpla el pacto sobre la financiación singular de Cataluña, en pago por la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat de Cataluña. Ante la dificultad de cumplir su palabra sobre la aprobación del concierto catalán y las dudas notables sobre la aprobación de las cuentas públicas, Sánchez desplegará una intensa agenda internacional durante este otoño.
La amenaza del PNV: «Cuidado»
La última semana del mes pondrá rumbo a Nueva York para participar en la Asamblea de Naciones Unidas, lo cual le permitirá sortear nuevamente las preguntas de los portavoces parlamentarios de la oposición. El malestar por este ninguneo al Parlamento es notable también entre sus tradicionales aliados, que esta semana reprocharon al presidente Sánchez sus «desafortunadas» palabras en Ferraz. Desde Sumar al PNV, pasando por los comunes y Compromís, todos los socios del Ejecutivo afearon el desprecio a la sede de la soberanía. El portavoz de Podemos, Pablo Fernández, se apropió de un mantra del PP al denunciar los «tics autócratas» de Sánchez; «No sé hasta qué punto forma parte de una situación de prepotencia o de cutrerío», denunció la portavoz de los valencianos, Àgueda Micó. La portavoz de los comunes, Aina Vidal, recomendó al PSOE que «recuerde que el Gobierno nace gracias a una mayoría plurinacional y de investidura».
Pero, sin duda, el toque de atención más severo vino de la mano del socio más estable de Pedro Sánchez desde que triunfó la moción de censura contra Mariano Rajoy, en junio de 2018, el PNV. El lehendakari vasco, Imanol Pradales, dijo el lunes en la Cadena SER que el Gobierno «tiene que marcar la iniciativa política y tener capacidad de legislar en un Parlamento» porque, de lo contrario, «se puede acabar produciendo un problema de mantenimiento de la propia legislatura». El PNV quiso apuntalar el mensaje (o la advertencia) convocando una rueda de prensa de su portavoz parlamentario en el Congreso, Aitor Esteban, poco dado a esas convocatorias. «Una cosa es querer y otra es poder», alertó Esteban, y añadió: «Claro que se puede hacer momentáneamente, unas semanas, unos meses, pero cuidado, no se puede olvidar de que tiene unos compromisos».
Primera derrota, «inocua»
Precisamente el PNV fue el colaborador necesario de la primera derrota parlamentaria del curso político, con la cual pasa de las palabras a los hechos. En la primera sesión plenaria tras la vuelta de las vacaciones, se produjo un hito en la quiebra de las alianzas gubernamentales de la legislatura. Por primera vez desde que Pedro Sánchez fue investido presidente del Gobierno en noviembre del 2023, el PP logró mezclar el agua con el aceite. PNV y VOX, dos actores que actuaban como repelentes parlamentarios, se sumaron este miércoles a la Proposición No de Ley (PNL) del PP que exigía al Ejecutivo reconocer la victoria de la oposición en Venezuela frente a la represión del régimen de Nicolás Maduro.
Una votación «inocua», según fuentes de Moncloa consultadas por THE OBJECTIVE, porque «la política exterior depende del presidente del Gobierno y, por lo tanto, no se va a aplicar». El Gobierno no está tampoco obligado a ello, puesto que, al tratarse de una PNL, no tiene rango de ley, es decir, que no es de obligado cumplimiento. Sin embargo, lo relevante es que los populares hayan dado un salto cualitativo en sus relaciones parlamentarias apenas diez días después de que el Gobierno salvara sus votaciones en la Diputación Permanente, gracias, entre otros, al apoyo del PNV. Algo que motivó el sonado enfrentamiento entre el portavoz popular, Miguel Tellado, y el peneuvista, Aitor Esteban.
Para el Gobierno, el fracaso en esta votación y la alianza de PP y PNV «no tiene importancia» ni continuidad. Lo perciben como un hecho aislado y no como una ruptura de sus pactos parlamentarios. El Gobierno dice ser optimista en relación con sus alianzas con PNV y Junts y confían en que «hay tiempo» para convencer a los posconvergentes de que apoyen la senda de estabilidad, también llamada techo de gasto, de aquí a los próximos meses. Un optimismo que este miércoles se topó con el jarro de agua fría de la portavoz de Junts, Miriam Nogueras, quien amenazó con votar nuevamente en contra de los PGE y el techo de gasto si no obtienen «el poder y el control» de la recaudación de los impuestos en Cataluña, es decir, el concierto catalán. En la sesión de control del Congreso, Nogueras apremió a la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, a hacer «cosas distintas si quiere resultados distintos». La también vicesecretaria general del PSOE intentó templar los ánimos alertando de que su rechazo a las cuentas públicas podría suponer un «recorte de 4.800 millones de euros» que «este Gobierno está intentando evitar».