Los sindicatos presionan a Díaz para que lleve al Congreso la jornada laboral aun sin apoyos
Las centrales intentan arrebatar a la ministra la imagen de impulsora de la reforma y apuestan por movilizaciones
La reducción de la jornada laboral hasta las 37,5 horas semanales amenaza con convertirse en un verdadero quebradero de cabeza para Yolanda Díaz. La ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda del Gobierno apostó fuerte antes del verano. Dijo que llevaría la propuesta al Consejo de Ministros y al Congreso antes de agosto. Estaba en campaña electoral, con un ciclo de comicios autonómicos y europeos que se convirtieron en un vía crucis. Y ahora desde el ministerio deslizan que los tiempos de la reforma se dilatan. Esos titubeos y retrasos han puesto en alerta a los sindicatos. Las principales centrales, CCOO y UGT, presionan a Díaz para que lleve al Congreso su plan antes de que finalice el año, aunque queden todavía por amarrar los apoyos parlamentarios.
Los sindicatos saben perfectamente cuál es el nudo gordiano de la reforma: la reducción de la jornada laboral será aplicable con más facilidad en las grandes empresas (donde los sindicatos tienen más presencia) que en las pequeñas y medianas, donde podría determinarse una pérdida de productividad y dificultad de supervivencia para el sector. Pero los sindicatos quieren que Díaz pise el acelerador. A finales de este mes, el 26 de septiembre, los representantes de los trabajadores tienen previsto convocar manifestaciones delante de las sedes de la patronal de todas las capitales de provincia.
Señalan a la CEOE como el principal enemigo de la medida, aunque obvian que el Ministerio de Economía tampoco muestra entusiasmo ante el plan. «Hay que avanzar en ello con el acuerdo de todos los agentes sociales que tienen algo que decir: patronal y por supuesto, sindicatos», reiteró el ministro Carlos Cuerpo en su última entrevista para El Correo de Andalucía en la que se le preguntó por la reducción de la jornada laboral.
Pequeñas empresas
Los sindicatos quieren que Díaz no se esconda y presionan para que lleve la iniciativa al Congreso, aunque no tenga de antemano una mayoría parlamentaria necesaria para aprobarla. Tal y como adelantó este diario, la reducción de la jornada laboral choca con la posición crítica de muchos partidos, como el PNV y Junts, preocupados por los efectos colaterales de esta iniciativa. Sobre todo en el tejido de pequeñas y medianas empresas que representan la columna vertebral de la economía española.
El temor a una derrota parlamentaria es lo que frena a Díaz. La ministra de Trabajo ya perdió una votación en enero sobre un decreto para las subvenciones a los mayores de 50 años, y no está en disposición de afrontar otra derrota. Máxime porque su liderazgo está en crisis, y teme que se repita algo parecido. Entonces se atrevió a llevar la votación al Congreso aunque sabía que ERC estaba en condición de rechazarla. Puso su cargo sobre la mesa, y se salvó por el error de un diputado del PP.
Una derrota de Díaz en un tema sensible como la reducción de la jornada laboral demostraría una vez más la debilidad del Gobierno, y aunque la política gallega podría presumir de haber hecho todo lo posible para lanzar su medida estrella, es muy improbable que el PSOE le dé el visto bueno para su operación. Díaz deberá antes convencer a la patronal de que su idea es viable, y fuentes ministeriales sostienen que su equipo trabaja para resolver el problema buscando fórmulas que satisfagan a las pymes.
Actitud conciliadora
Su número dos en el ministerio, el secretario de Estado Joaquín Pérez Rey, después de amenazar a la patronal con llevar adelante la medida con o sin su consentimiento, busca ahora la conciliación, tal y como pide Economía. El ministerio intentará ofrecer a la patronal ayudas públicas para las pequeñas y medianas empresas, con el objetivo de que puedan hacer frente a la reducción de jornada de su plantilla. Pero los sindicatos quieren acción. Y sobre todo, recuperar algo de fuelle en términos de visibilidad pública.
Con una ministra de Trabajo cada vez más beligerante con la patronal, los sindicatos temen quedarse como simples comparsas en el diálogo social. Por ello, no se excluyen incluso manifestaciones delante de su ministerio si la vicepresidenta decide congelar la reforma. «Para CCOO y UGT es el momento de ir a una reducción de jornada por ley en España, porque han pasado más de 40 años desde que se instauró la jornada laboral de 40 horas», recoge el sindicato que dirige Pepe Álvarez, que asegura que «las empresas se beneficiarán en términos de costes y continuidad del trabajo. Porque trabajar menos horas es importante para lograr más productividad».
Díaz está de acuerdo con el enfoque, pero tiene que medir el coste político de llevar al Congreso una iniciativa sin tener antes amarrados los apoyos. Y aunque la vicepresidenta puede verse forzada a-o interesada en- abrir el debate en la Cámara Baja para escenificar su propuesta, y así ganar protagonismo en su faceta de ministra («ahora vuelvo a ser la que se ocupa de la vida de la gente», afirmó en una reciente entrevista), también sabe que el PSOE no quiere más patinazos en el Congreso.