'¿Soy racista?': el documental que se ríe del movimiento 'woke' y está arrasando en EEUU
Matt Walsh triunfa en taquilla con una película que ridiculiza el movimiento DEI (Diversidad, Equidad e Inclusión)
Matt Walsh lo ha vuelto a hacer. El comentarista político conservador está arrasando en la cartelera de Estados Unidos con todo un tomahawk al pensamiento dominante, Am I racist? (‘¿Soy racista?’). El creador de What is a woman?, otro éxito contracultural de crítica y público, ha recaudado 10 millones de dólares en dos semanas con su último documental, que se ha convertido ya en uno de los 40 más taquilleros de la historia, lo cual tiene especial mérito teniendo en cuenta que muchos espectadores acuden a las salas de incógnito. Nadie quiere ser tildado de «racista» por sus conciudadanos.
El documental se adentra en la industria de explotación del racismo que se ha disparado desde los disturbios de Black Live Matters, allá por 2020. Este concepto woke del racismo equipara ser blanco con ser racista, como si fuera una desgracia de pecado original por la que uno debe pedir perdón y ofrecer una reparación.
Walsh se saca fácilmente un certificado DEI (Diversidad, Equidad e Inclusión) y se infiltra en un mundo de estafadores y timadores, exponiendo la falta de rigor intelectual del mensaje y los abultados cheques que los vendedores ambulantes de ideología cobran por dar sermones a sus compatriotas sobre lo racistas que son.
Así, la película transcurre en talleres, cursos y cenas en donde aprende que todos los republicanos son nazis, que las mujeres blancas son lo peor y que se puede ganar mucho dinero enseñando a los blancos a ser «antirracistas», un concepto popularizado por Robin D’Angelo, a la que entrevista (y destruye) en el propio filme, y a quien logra extraerle 30 dólares de su billetera como «reparación».
Las voces de la razón en la película proceden de la gente de la calle, blanca y negra, que comparte que la obsesión por el racismo perpetúa el problema, que Estados Unidos no es en realidad un país racista, y que dos personas deberían de tratarse entre ellas con independencia del color de piel, olvidándose de la raza. Por otro lado, los pseudoacadémicos que escriben libros y dan talleres sobre «fragilidad blanca» y «revisión de privilegios» suenan estridentes, enfadados e inestables.
La comedia como argumento
Walsh usó el método socrático, consistente en preguntar y repreguntar hasta llevar al interlocutor a la contradicción, para desmontar a los teóricos de género (teóricas, eminentemente) en What is a woman?; aquí, utiliza la parodia, la reductio ab adbsurdum, para ridiculizar el movimiento DEI con momentos desternillantes.
Habrá quien esgrima, con razón, que la película se centra en un tipo de subcultura dentro de la industria DEI, en concreto en los pseudoacadémicos más caricaturizables. Estos no son pesos pesados intelectuales, no son los teóricos detrás de la teoría crítica de la raza (CRT) y no la representan en su forma más rigurosa. Es decir, que se puede acusar a Walsh de crear un hombre de paja, pero el objetivo de la película no es tanto luchar contra las teorías sobre la raza que prevalecen en el mundo académico norteamericano como mostrar el absurdo al que conducen en la vida cotidiana del estadounidense medio. Además, la película se anuncia como una comedia y no un documental serio, así que cumple lo prometido.
Momentos ridículos
La gracia del filme radica precisamente en lo burdo que resulta todo. Desde el disfraz (una cutre peluca con moño y unos jeans apretados que dejan traslucir perfectamente su identidad) hasta el pretexto con el que logra convencer a los sujetos para ser grabados: documentar su viaje antirracista en una película. Una toma de conciencia del privilegio blanco; una suerte de deconstrucción del racismo intrínseco. Una idea que entusiasma a los vendedores de crecepelo modernos.
Así es que vemos a Walsh infiltrado en un seminario antirracista. Cuando se le pide que se presenten con el cumplido más extraño que han recibido, el protagonista responde: «Me han felicitado por la cantidad de amigos negros que tengo; 17»
Walsh no tiene que apretar mucho para que los expertos en DEI se pongan en ridículo a sí mismos. Entre otras cosas, consigue que Robin D’Angelo, autora de White Fragility (Fragilidad blanca), le dé a un grupo de personas negras 30 dólares de su cartera como «reparación». También se infiltra como camarero en un evento Race2Dinner, organizado por Regina Jackson y Saira Rao, donde las mujeres blancas pagan para que les griten, y créanme que su dinero queda bien invertido.
El protagonista termina convertido en una eminencia en la materia y presenta un taller antirracista llamado Do the Work Workshop (en referencia a un famoso libro sobre esta temática) en el que les dice a los blancos que son inherentemente racistas y alienta la autoflagelación como forma de expiación. Tras poner fin al experimento, se propone compartir con los espectadores sus hallazgos.
La conclusión más valiosa del documental, y en general del fenómeno Matt Walsh, es que la máxima «go woke and go broke» cuenta con más predicamento que nunca, y que las producciones que se atreven a desafiar la doxa dominante, o reírse de ella, están a la orden del día. Alguien debería tomar nota en España; hay negocio.