El PSOE constata la debilidad territorial de Sánchez: «No puede imponer a sus candidatos»
«Pedro ya es todo lo contrario que aquello sobre lo que se construyó», lamentan socialistas a THE OBJECTIVE
«Ya somos todo aquello / contra lo que luchamos a los veinte años». El breve poema del mexicano José Emilio Pacheco, resume bien el sentir existente en el PSOE a las puertas de su 41 congreso federal. Lo relevante es que no han pasado más que diez años desde que Pedro Sánchez se coronó como el primer secretario general elegido de manera directa por la militancia. Fue el intento de resurgir de un partido hundido tras el fracaso de las europeas de 2014, cuando Alfredo Pérez Rubalcaba anunció la convocatoria de un congreso extraordinario, dándole la voz a las bases del PSOE por primera vez desde el fallido precedente de Joaquín Almunia y Josep Borrell en 1998. Desde ese momento, Sánchez hizo de las primarias su bandera, y cuando dos años después, el 1 de octubre de 2016 fue derrocado por el Comité Federal del PSOE, se parapetó en los militantes para reconquistar Ferraz contra los mecanismos de cooptación del aparato del partido. Su lema de «un militante, un voto» se convirtió en una religión que movilizó a todo un partido fracturado en dos: de un lado, los dirigentes; del otro, los militantes. De todo eso queda poco ya. O nada, según denuncian múltiples dirigentes socialistas, partidarios y detractores, que coinciden en señalar que las primarias han sido el último gran legado que el sanchismo ha traicionado.
«Pedro ya es todo lo contrario que aquello sobre lo que se construyó», lamentan a THE OBJECTIVE socialistas nada sospechosos de entregarse a la crítica gruesa, porque lucharon junto a él hasta hace pocos años. «Sánchez recibió un partido que cambió sus estructuras de poder. Se pasó del ‘dedazo’ a las primarias y ahora es el primer secretario general de la militancia quien se ha desconectado de las primarias». La denuncia de haber pervertido el sistema de elección directa no es exclusivo de los críticos, dado que las presiones para cumplir con los designios del secretario general y frustrar las opciones rivales del favorito del aparato se han dirigido también contra los sanchistas ‘pata negra’ de la primera hornada.
Sánchez ha ido pisoteando la voz expresada por los militantes para elegir a sus candidatos en las listas de las generales en Aragón, Castilla y León y Castilla-La Mancha; y lo volvió a hacer en las europeas, levantando el voto de las agrupaciones socialistas aragonesas y castellano y leonesas para imponer a los bendecidos por Ferraz. Meses antes, forzó la retirada de los candidatos alternativos a su favorito a la Xunta de Galicia, José Ramón Gómez Besteiro, que se despeñó posteriormente en las urnas; hizo lo propio en las primarias al PSPV para aupar a su ministra Diana Morant y retirar de la carrera a Carlos Bielsa y Alejandro Soler; y, tras «presiones de todo tipo», forzó un pacto que ha dejado secuelas en una federación que «está pagando ahora los excesos de haber forzado la máquina».
«La militancia humillada»
«La militancia ha sido humillada», solemnizó el barón Javier Lambán, quien junto a Emiliano García-Page, conforman la última aldea gala socialista que, según la cúpula del partido, predica en el desierto. Pero los excesos de poder del líder del PSOE parecen haber armado de razones a los críticos que ya no están «escondidos en las catacumbas», como hace meses. A Pedro Sánchez le empezaron a pasar factura sus desmanes en el congreso regional de Extremadura, cuando el candidato alternativo, Miguel Ángel Gallardo, se alzó con la victoria contra la elegida desde Madrid, Lara Garlito. Fue un primer aviso. Después ha venido Aragón, donde la dirección constata que no tiene números para lanzar la candidatura de Pilar Alegría; igual que en Castilla y León, donde Ferraz ha intentado desmoralizar a Luis Tudanca -fiel barón sanchista en 2014, «decepcionado e indignado» en 2024-, para desistir de que se presente.
El núcleo duro de Sánchez ha intentado revestir la marcha atrás de un intento por buscar «unidad» y tener un congreso federal tranquilo. «Nos hemos dejado muchos pelos en la gatera con el concierto catalán, ahora nos toca un cierre de filas». Pero la realidad es que la hoja de ruta de Pedro Sánchez se ha truncado. En Extremadura, en Aragón, en Castilla y León… y quizás también en Andalucía y Madrid. Moncloa es consciente de que no puede presentar un candidato a riesgo de ser derrotado, por eso desisten de presentar a Alegría por falta de apoyos. Y, por eso, enfrían ahora la posibilidad de ‘matar’ a Juan Lobato y Juan Espadas, cuya cabeza se colocó en la picota al día siguiente de las europeas de junio pasado, ante la necesidad de conseguir mayorías de gobierno.
«No cambiará a Espadas»
Los cercanos al presidente admiten desde hace semanas que también se ha echado el freno en Andalucía, donde convergen dos apriorismos: «No va a cambiar a Juan Espadas ahora mismo» y «Juan no será el candidato». Hay dudas en torno al segundo, pero no en relación con las prioridades de Pedro Sánchez en el momento presente: «Ahora antepone su congreso a todo lo demás. Le quedará tiempo después para reorganizar el puzzle territorial». Por este motivo, en los últimos días un alto cargo de Ferraz ha dado la orden al PSOE andaluz de estar «quietísimo» para apagar el ruido interno. Y más después de que Espadas «se ha apuntado un tanto gordo» este jueves, con la admisión a trámite de la denuncia contra el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, por los contratos sanitarios. «Es un palo gordo a la Junta», aplauden en la cúpula del partido.
El panorama es distinto para Juan Lobato porque desde hace tiempo es el blanco en la diana de Pedro Sánchez. Pero el núcleo duro del presidente es consciente de que no se puede entrar a «degüello» sin tener a alguien con opciones de ganar. Presentar al delegado del Gobierno en Madrid, Fran Martín, o al alcalde de Fuenlabrada, Javier Ayala, sería arriesgarse a un fracaso que fortalecería al propio Lobato. Y la amenaza constante que se cierne desde hace meses sobre el líder madrileño «le ha fortalecido» ante la militancia, en opinión de algunos colaboradores del secretario general. Si el tapado de Sánchez, Félix Bolaños, mantiene su negativa a presentarse, Moncloa y Ferraz asumen que tampoco en Madrid podrán ejecutar un desembarco.
La «debilidad territorial»
Una muestra más de «debilidad territorial» que constatan múltiples dirigentes del PSOE, algunos de ellos con indisimulada sorpresa: «Es la primera vez desde que es secretario general que Pedro renuncia a colocar a sus candidatos territoriales por falta de apoyos. No puede imponerlos por primera vez en diez años, que ya es decir…». Un hecho relevante en un secretario general que, menos de un año después de tomar el mando, en febrero de 2015, disolvió de forma fulminante la federación madrileña de Tomás Gómez, a quien se le cambió la cerradura de su despacho, privándole de su colección de vespas en miniatura. Mismo modus operandi que siguió al desterrar de Ferraz a los 17 miembros de la Ejecutiva que dimitieron en 2016 para forzar su salida de Ferraz. «Ni siquiera me han dejado entrar en mi despacho y coger el retrato de mi hijo», denunció el hombre fuerte de Susana Díaz en Ferraz, Antonio Pradas, tras entregar las firmas de los 17 dimisionarios. Un movimiento que no consiguió la dimisión de Sánchez. Enarbolando un artículo de los estatutos, se atrincheró y convocó al comité federal que le desahuciaría del cuartel general de los socialistas.
Hay quien duda hoy de que Pedro Sánchez haya creído verdaderamente alguna vez en la militancia como algo más que una puerta de acceso al poder de la secretaría federal. Pero lo que nadie pone en duda es que su retirada en los territorios es un síntoma de agotamiento y debilidad de un secretario general que será proclamado nuevamente líder del PSOE dentro de un mes, sin oposición interna ni candidatos alternativos. Otro síntoma más es la desobediencia de algunos territorios a la orden de Ferraz de «ir unidos» y no presentar listas alternativas de delegados al Congreso, como han hecho en Huesca, Zaragoza y Santander, en esta última provincia con un enfrentamiento directo entre dos aspirantes afines a Pedro Sánchez, uno de ellos (Pedro Casares) portavoz de Economía en el Congreso.
Ferraz aparenta no tomar partido y hace oídos sordos para evitar que el ruido empañe la proclamación de Pedro Sánchez el 1 de diciembre en Sevilla. Pero la dirección del partido sabe que la ausencia de candidatos alternativos es consecuencia de la «prostitución» de las primarias, y que el cierre de filas de Sevilla no es incompatible con la pérdida de apoyos de las bases en los territorios, de forma tan discreta como incuestionable. Pedro Sánchez cumplió el 13 de julio de 2024 diez años al frente de la secretaría general del PSOE y no hubo acto de celebración, como se había ideado meses atrás. Sólo una nota de prensa y un vídeo de conmemoración en redes sociales. Quizás porque Sánchez ya es «todo aquello contra lo que luchó» diez años atrás, como se lamentan múltiples dirigentes socialistas cuando, emulando el título del poema de Pacheco, Antiguos compañeros se reúnen.