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Política

Abascal destituye a Rocío Monasterio y coloca al frente de Vox Madrid a su portavoz nacional

El CEN nombra a José Antonio Fúster a dedo después de que caducara el mandato de su lideresa regional

Abascal destituye a Rocío Monasterio y coloca al frente de Vox Madrid a su portavoz nacional

La presidenta de Vox en Madrid, Rocío Monasterio, habla con el portavoz nacional del partido José Antonio Fúster, durante una sesión de la asamblea autonómica, el pasado 12 de septiembre. | EP

Vox ha decidido prescindir de Rocío Monasterio como presidenta del partido en Madrid y sustituirla por José Antonio Fúster, portavoz nacional del partido y hasta ahora número dos en la Asamblea regional. Monasterio, que seguirá siendo la portavoz en la Cámara de Vallecas, había agotado su mandato en septiembre, cuando se cumplieron cuatro años desde que ganase las primarias.

Para su sustitución no se han precisado unas nuevas primarias, pues en abril de 2022 Vox cambió sus estatutos para suprimir los comicios internos, de modo que los comités provinciales ya no son elegidos por las bases, sino designados a dedo por el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) que lidera el propio Santiago Abascal.

El partido ha emitido un comunicado agradeciendo a Monasterio sus «ocho años de dedicación a la provincia», y destacando cómo «como presidenta de Vox Madrid, ha logrado la implementación territorial de la formación en todo el territorio de la provincia consiguiendo ser la única fuerza política que en las pasadas elecciones municipales presentó candidatura en el cien por cien de los municipios».

Sin embargo, la realidad detrás de su sustitución no es tan idílica. Monasterio fue una de las víctimas de la «bunkerización» –en términos de los críticos– de la dirección nacional de Vox, cada vez más reducida al núcleo duro de Abascal. Otrora una de las cabezas visibles del partido, la líder madrileña carecía ya peso interno. La salida de su marido, Iván Espinosa de los Monteros, su exclusión del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), y, más recientemente, la marcha a la empresa privada de su mano derecha, José Luis R. Bartolomé, la habían dejado sola y sin poder alguno.

Sin influencia en la toma de decisiones, sin promoción en redes sociales ni en medios de comunicación, Monasterio se sentía «el último plato». Y es que desde Bambú no gastan excesivos esfuerzos en un enclave que es para ellos el más difícil por la popularidad de Isabel Díaz Ayuso, que fagocita a gran parte de su electorado. De hecho, Abascal participó tan sólo en un mitin en durante la campaña electoral a la Comunidad de Madrid, y fue en la localidad de Chinchón (5.600 habitantes).

Tal y como contó THE OBJECTIVE en su día, Vox ofreció a Monasterio un alto cargo en la Fundación Disenso para «dejarla morir ahí», escudándose en la popularidad que esta tiene con la comunidad iberoamericana. Fracasada esta operación para apartarla sin hacer ruido, la voluntad de la dirección nacional era dejarla agotar su mandato en Madrid para prescindir de ella y colocar a alguien de confianza.

Este alguien es José Antonio Fúster, periodista con años de experiencia en el Grupo Intereconomía. Su nombramiento el pasado mes de marzo como portavoz nacional, en sustitución de Ignacio Garriga, fue interpretado internamente como un «premio» a su «lealtad». Vox informa de que Fúster, que compaginará su nuevo puesto con el portavoz nacional de Vox, «ha aceptado el encargo de la secretaría general del partido consciente del reto y con el compromiso de servicio permanente a todos los cargos, afiliados y simpatizantes de todo Madrid».

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