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La 'operación Pepiño' de Sánchez: ascender a Cerdán para quitarle la Organización del PSOE

El número tres del partido podría escalar a la vicesecretaría general y quedarse sin el control orgánico

La ‘operación Pepiño’ de Sánchez: ascender a Cerdán para quitarle la Organización del PSOE

María Jesús Montero y Santos Cerdán. | Archivo

Existen pocos precedentes de un secretario de Organización que acuda tan tocado a un congreso federal del PSOE. Su nombre aparece en las portadas de los medios como culpable del caos territorial y asociado al binomio Ábalos-Koldo. Pero Santos Cerdán es un «fontanero fiel» y una de las pocas personas en las que confía Pedro Sánchez. Su papel como interlocutor y negociador con Carles Puigdemont en Ginebra puede ser su salvavidas en un contexto de desobediencia generalizada de los territorios a las órdenes de Ferraz. Una «falta de autoridad» de la que muchos culpan al número tres del PSOE, quien tiene entre sus funciones la interlocución territorial y el control orgánico del partido.

Es una obviedad que en estos momentos hay «descontrol de los territorios». Pero la práctica totalidad de las fuentes socialistas consultadas por THE OBJECTIVE dan por hecho que Santos Cerdán no perderá influencia como fiel escudero de Pedro Sánchez, aunque sí los mandos del partido. La salida que maneja el presidente para mantener a Santos Cerdán y contener el descontento de las federaciones es la ‘operación Pepiño’: el ascenso del número tres del PSOE hasta el número dos, a la vicesecretaria general del PSOE. El precedente de José Blanco, hoy presidente fundador de Acento, quien escaló al segundo escalón del organigrama del partido tras haber asumido el control de la Organización del PSOE durante los ocho primeros años del ‘zapaterismo’.

Una «patada para arriba» según las fuentes consultadas, que permitiría quitarle las funciones orgánicas de la secretaria de Organización del PSOE, pero mantenerle en Ferraz como sucesor de Maria Jesús Montero, a quien muy pocos salvan de la quema del secretario general. Pero la salida de Montero de la vicesecretaria general del PSOE y su sustitución por Cerdán plantea un problema: «El exceso de testosterona», que preocupa a cada vez más dirigentes socialistas, tanto a nivel federal como territorial.

Alegría, contrapeso al «exceso de testosterona»

Y, por ello, Pilar Alegría vuelve a estar en las quinielas. Fuentes socialistas ya avanzaron hace semanas a este periódico que Sánchez pretende cambiar a sus portavoces en el Gobierno y el partido. Ante la necesidad de un revulsivo por el cerco judicial a su Gobierno y el bloqueo legislativo en el Congreso, se da por descontado el desembarco de Óscar López en la portavocía del Gobierno, altavoz prescindible para una potencial candidata a la secretaria general en Aragón que, a falta de números, podría no llegar siquiera a ser aspirante.

Su renuncia a suceder a Javier Lambán y su salida del Gobierno requiere un «premio de compensación». Y este, según el sentir mayoritario del PSOE, pasa por la secretaria de Organización del PSOE. Desde hace años se viene situando a Alegría como una de las mejores posicionadas para el post sanchismo, y su aterrizaje en Ferraz encajaría con la influencia creciente de dos de sus mentores y amigos personales, Óscar López y Antonio Hernando.

El «fracaso» de Isabel Rodríguez

Sería uno de los pocos cambios que se esperan en el Gobierno, aparte de la sustitución de Teresa Ribera ante su inminente entrada en el ejecutivo comunitario. «Retoques» en el Gobierno y «revolución» en el partido, avanzaron hace meses desde la cúpula socialista. Y estamos en las mismas. El único cambio, más allá de la entrada de un nuevo ministro de Transición Ecológica y el relevo de los responsables comunicativos, es la purga de la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez, a quien muchos ven «tocada, quemada y hundida» en la cartera más simbólica de esta legislatura, que surgió de su principal promesa electoral. «Isabel ha sido un fracaso de una bandera de Pedro», lamentan desde amplios sectores del partido en un contexto de malestar creciente con las políticas de vivienda del Ejecutivo.

El resto de los cambios son un misterio, pero uno de los pocos dirigentes que los conoce es Santos Cerdán. Con él despacha el presidente encomendándole tareas «para antes del Congreso y para después», revelándole su continuidad a partir de diciembre, aunque no sea en el mismo puesto. Las últimas revelaciones del caso Koldo han supuesto un «antes y un después», y para muchos «todo ha cambiado, Santos no puede seguir». El temor a que el caso Ábalos escale hasta Cerdán, por su cercanía con Koldo García Izaguirre, a quien trajo él personalmente de Navarra, no es residual en el partido socialista. Por eso, la ‘operación Pepiño’ sería el cortafuegos quirúrgico que estaría en mente del presidente del Gobierno: «Si le acaba salpicando el caso Koldo, siempre será más fácil forzar su dimisión como vicesecretaria general que como secretario de Organización». Y aquí surge otro precedente, el de Adriana Lastra, cuya dimisión se produjo tras un enfrentamiento larvado y luego abierto con Santos Cerdán. La historia se repite pero con intercambio de sujetos. Los verdugos de antes podrían ahora ser víctimas. Y viceversa.

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