Podemos abandona la «alerta antifascista» y vuelve a cargar contra el bipartidismo
Los morados buscan un público nuevo fijando sus prioridades en la vivienda, Israel y el ataque al PSOE por la corrupción
Podemos desempolva la lucha contra el «bipartidismo» para buscar un nuevo público y señala a Sumar por su entreguismo al PSOE. La formación celebró el pasado fin de semana unas jornadas de reflexión que pretenden condicionar el nuevo curso político. Los morados no se sienten ya vinculados al PSOE en el marco de la «alerta antifascista» de 2018, sino que han decidido pasar a la ofensiva, recuperando un enfoque de 2015. Irene Montero abrió los debates de la Uni de otoño y Pablo Iglesias cerró el evento advirtiendo de que el apoyo a los presupuestos tiene un precio doble: la ruptura de las relaciones con Israel y el tope a los alquileres. Este diario adelantó que el partido se esperaba un golpe de efecto, e Iglesias cumplió con creces. El lema que reza «Podemos ha vuelto» asusta en Sumar y se convierte en grito de guerra para los morados.
Fuentes de Podemos, tanto de asistentes como de ponentes a las jornadas de reflexión del pasado fin de semana en Madrid, aseguran a este diario que el encuentro estuvo por encima de las expectativas. Destacan la alta participación, con salas del Círculo de Bellas Artes llenas incluso en las mesas más técnicas y menos populares. Las fuentes consultadas hablan incluso de cambio sociológico de los asistentes al evento: menos banderas y militantes, y más perfiles transversales y «nuevos».
Iglesias aprovechó el encuentro para lanzar un órdago al Gobierno y a todo el espacio de la izquierda alternativa al PSOE, al que avisó de que su partido quiere mantener un papel de guía. Podemos está en fase de «reconstrucción», aseveran las fuentes consultadas, que no ocultan su satisfacción por el encuentro. La dirección nacional está trabajando para relanzar a una formación que se daba «por muerta», dicen. Los morados creen que hay márgenes para una venganza contra los de Díaz, y se desmarcan claramente del Ejecutivo en un momento que, según dicen, ya «huele a fin de ciclo».
Un público nuevo
Si antes Podemos tiraba de militantes y afiliados, muchos de ellos procedentes del Partido Comunista (adscrito a Izquierda Unida), esta vez la formación despierta el interés de un público nuevo, afirman las fuentes consultadas. Todavía es pronto para hacer un análisis sociológico de los posibles votantes de Podemos –aunque el CIS detecta un incremento del voto joven-, pero los morados creen que están ganando fuelle en muchos ámbitos de la sociedad afectada por la crisis de precios y de la vivienda, que el Gobierno estaría subestimando.
Podemos habla de «nuevo 15-M», lo que de facto significa volver a «impugnar el bipartidismo», señalan las fuentes consultadas. Es una vuelta a los años de la eclosión, cuando Iglesias asociaba el PP al PSOE y denunciaba la connivencia de sus élites (la llamada «casta»). Podemos ha vuelto al «bipartidismo», aseguran las fuentes. Y con ese regreso obligará a Sumar y, sobre todo, a Izquierda Unida, a decidir cuál será su pareja de baile en el nuevo ciclo político.
Ofensiva en la izquierda
Después del choque con Sumar, Podemos resurgió en las últimas elecciones europeas. El empate técnico con los de Yolanda Díaz ha inflado de optimismo a sus dirigentes, a la vez que los escándalos de corrupción que afectan al PSOE permiten volver al culebrón del «bipartidismo». Irene Montero actúa en Bruselas, y su mensaje llega a España gracias a Ione Belarra. Pero el protagonismo recuperado por Iglesias, que también adelantó este diario, no ha pasado inadvertido a nadie. Desde luego no a Sumar, donde miran con preocupación los movimientos de sus excompañeros.
Antonio Maíllo, líder de Izquierda Unida, apuesta por un proceso unitario «sin vetos». Pero los líderes de Podemos dejaron claro que su planteamiento pasa por salvar sus siglas y disolver las de Sumar. Y que la nueva alianza tenga claro que su enemigo ya no es solo la derecha, según el esquema de la «alerta antifascista» que Iglesias acuñó en 2018, sino también el PSOE. Se trata de volver a denunciar la «corrupción» del bipartidismo. Y transmitir un mensaje muy contundente en el ámbito de la política internacional, con una denuncia clara hacia Israel, que califican de «nazi».
Podemos quiere alejarse todo lo posible del PSOE. Creen que los escándalos de corrupción irán a más, no descartan una «imputación» del presidente y buscan desnudar las contradicciones de Sumar, incapaz de defender a su bloque social porque está más interesada en los sillones gubernamentales. De ahí el segundo anatema de Iglesias contra Yolanda Díaz: el año pasado abogó por romper con Sumar y ahora avisa de que Podemos solo admitirá un proceso de unidad liderado por él. «Si quieren unidad real, deben apoyar las demandas de Podemos al PSOE».
Podemos busca reorganizarse y reconectar con su público, el mismo (o parte de él) que hace diez años. Y a la vez atraer a las nuevas generaciones, según un esquema de impugnación del sistema político y del «bipartidismo» por encima de la simple «alerta antifascista» que Sánchez empleó para llegar al Gobierno y después para aniquilar a Podemos sirviéndose de Sumar. Es un giro de 180 grados que se reflejará en el Congreso de los Diputados. Podemos ha pasado a la «ofensiva», agregan desde el partido, y aseguran: «De eso no cabe duda». Entre la vivienda, la corrupción y la denuncia de Israel, quieren afianzar un verdadero proceso de resurrección. Irene Montero sigue siendo el principal activo del partido, pero muchos avisan: «Puede haber sorpresas».