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«Solo sí es sí»: las diez lecciones feministas de Errejón antes de dimitir por presunto acoso

El ex dirigente político consignó que no existen las denuncias falsas y enarboló el ‘Yo sí te creo, hermana’

«Solo sí es sí»: las diez lecciones feministas de Errejón antes de dimitir por presunto acoso

Íñigo Errejón. | EP

Dime de qué presumes y te diré de qué careces. El refranero español ayuda a entender a personajes como Íñigo Errejón. El líder de Más Madrid, uno de los aliados feministas que más golpes de pecho se ha dado en política en la última década, ha dimitido este jueves tras recibir acusaciones, aún no probadas, de maltrato psicológico por una mujer anónima. A esta le han seguido acusaciones públicas de acoso sexual, como la de la actriz y presentadora Elisa Mouliaá. Y eso que Errejón aleccionaba en sede parlamentaria a la derecha en feminismo, impulsaba el Yo sí te creo y se presentó a la Asamblea de Vistalegre II contra el proyecto «machista» y lleno de «testosterona» de Pablo Iglesias.

Otro refrán dice que «somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras». Y es precisamente la hemeroteca, llena de moralina, la que ha abocado a Errejón a su salida política. La situación era insostenible para el dirigente que consignó que «no hay denuncias falsas», que «solo sí es sí» y que «el feminismo tiene la oportunidad de cambiarnos la vida». A él, ahora, sí que se la ha cambiado.

Su dimisión, decidida en aras de «sanar psicológicamente», es un buen momento para recapitular las diez lecciones feministas más importantes (de entre muchas) que nos regaló en la década que duró su paso por la política.

Las lecciones

1. Es violencia machista, no doméstica. Una de las primeras lecciones que nos dio Íñigo Errejón es que las acusaciones que se han vertido sobre él deben tildarse de «violencia machista», nunca doméstica, porque esta tiene que ver con «un problema público que se produce sistemáticamente contra las mujeres». Es, en sus propios términos, «una vergüenza» referirse a este problema de otra forma.

2. El 8-M es revolución. Prácticamente, cada año (a excepción de este 2024, llamativamente) el preboste de Sumar publicaba un mensaje en sus redes sociales reivindicando el 8-M. O, directamente, participando de él «a pesar de todo, haciéndose cargo, dando la cara, invitando, poniendo la vida en el centro, saliendo a la calle por cientos de miles». Repitan: «¡Que viva el 8 de marzo!».

3. El Podemos de Pablo Iglesias era «machista» y estaba «lleno de testosterona». Cuando Errejón disputó a Iglesias el liderazgo de la formación morada en 2017, lo hizo con una candidatura alternativa para desterrar una cultura «belicista, masculina y machista». Elaboró, de hecho, un documento de 28 páginas titulado Feminismo popular. Con nosotras sí se puede junto a Clara Serra, Ángela Rodríguez Pam y Rita Maestre, lleno de didactismo, y que ha envejecido como un buen vino.

4. «Solo sí es sí». Muy importante. Así se lo explicó el ya exlíder de Más País a Cayetana Álvarez de Toledo (¿mansplaining?) cuando esta última aseveró que «no todo lo que no sea un sí tiene que ser obligatoriamente un no»: «No es tan difícil de entender: en un país en el que se sigue asesinando a mujeres, sólo sí es sí».

5. Hay que ser aliados. Esta lección intentaba mostrárnosla asistiendo periódicamente al 8-M, pero lo explicitó para los más obtusos: «El feminismo no interpela sólo a las mujeres, sino que llama a reconstruir y rediseñar la forma en la que las sociedades se reparte el poder y el reconocimiento».

6. Hay que ser feminista 24/7. El feminismo es la «ola democratizadora más importante que estamos viviendo en nuestro tiempo», y «no hay política más radical que la política feminista porque nos obliga a mirar y pensar políticamente todos los actos de nuestra vida». Entre estos, «las relaciones sexuales, las afectivas, las de pareja, el reparto de los cuidados, el tiempo, el espacio público».

7. No existen las denuncias falsas; sólo «una derecha fanática cuyo trabajo es criminalizar a las mujeres». Que tomen nota la asociación ANAVID y las víctimas que representan. Y que revisen sus datos, que dicen que sólo el 13% de las denuncias por violencia de género interpuestas en 2022 terminó el condena (22.789 de 182.065).

8. Yo sí te creo, hermana. Derivada de la anterior. Si no hay denuncias falsas, ha de creerse a pies juntillas la palabra de la mujer, pues es un ser de luz que no miente.

9. Luis Rubiales debía dimitir. El expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) debió haber abandonado su cargo voluntariamente, pues su indecoroso beso a Jenny Hermoso fue «un escándalo internacional». Además, un «silencio vergonzante en la política, los medios y entre futbolistas» como el que se vivió no debería volver a repetirse nunca jamás.

10. Es el neoliberalismo, zorra. Una de las últimas lecciones que nos ha regalado el fundador de Podemos es que si por algún casual no siguen las consignas anteriores es porque han abrazado un «modo de vida neoliberal». Deberían tomarse un tiempo para deconstruirse y reconsiderar sus privilegios.

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