Javier Lambán: «Hay que descontaminar de ecologismo doctrinario la Administración»
El líder de los socialistas aragoneses cree que el Gobierno tenía que haber asumido el mando de la gestión de la DANA
Para Javier Lambán (Ejea de los Caballeros, Zaragoza, 1957), es imprescindible aprobar una reforma de la Constitución, pactada por PP y PSOE que, entre otras cosas, cierre el Estado Autonómico y aclare competencias. Con respecto a las políticas medioambientales que adoptan los gobiernos desde hace décadas, urge a «descontaminar de ecologismo doctrinario» la actuación de las administraciones y empezar a limpiar cauces de ríos y montes, ¡pero ya!
El líder de los socialistas aragoneses, a punto de pasar el testigo, pide a su sustituto que no se convierta en un delegado del Gobierno en Aragón y le anima a tener voz propia frente a la dirección de Madrid, desde la lealtad. Desde esas posiciones, Lambán niega la mayor acuñada por Pedro Sánchez porque, en su opinión, no existe una mayoría progresista en el Congreso de los Diputados y tanto el PNV como Junts son «derecha pura y dura».
PREGUNTA .- Teniendo en cuenta que usted ha sido presidente de Aragón hasta hace algo más de un año, ¿qué lectura hace sobre la tragedia de la DANA ocurrida en la Comunidad Valenciana y de todo el debate abierto sobre quién es el responsable político?
RESPUESTA.- Yo comparto la visión del presidente del Gobierno de que no es momento de dirimir responsabilidades, ni entretenerse en trifulcas, sino de recomponer lo que se ha destruido y recuperar la normalidad en Valencia. Pero le hago tres reflexiones que no deberían caer en saco roto.
En España somos muy proclives a preocuparnos mucho de las cosas cuando ocurren y a olvidarnos de ellas cuando los medios de comunicación dejan de prestarles atención. Siempre pongo el ejemplo de la pandemia. El marco regulatorio al que había que acogerse, de 1986, estaba caduco y eso originó múltiples problemas de gestión, de indefinición de competencias. En unos sitios, las medidas que adoptamos fueron dada por buenas por los Tribunales y en otros no, siendo las mismas. Pues seguimos exactamente con el mismo marco regulatorio. En segundo lugar, vengo sosteniendo desde hace muchos años, que para prevenir el cambio climático y sus consecuencias, las administraciones y la legislación debería descontaminarse de ese ecologismo doctrinario que a la postre resulta absolutamente nefasto.
P.- ¿A qué se refiere concretamente?
R.- Esa prohibición, esas restricciones absolutamente incomprensibles de poder limpiar ríos, cauces, poder limpiar de vegetación las riberas; las restricciones que impiden limpiar los bosques, estepas y llanuras. Eso hace que cuando sobrevienen catástrofes como la DANA las repercusiones se vean agravadas exponencialmente. También cuando sobrevienen cuestiones como los incendios.
P.- ¿Qué se debería hacer entonces?
R.- Cambiar la legislación e –insisto- descontaminar de ecologismo doctrinario la Administración y recuperar la utilidad de las obras de regulación de las obras hidráulicas que, desde hace 25 años, están malditas en las distintas administraciones. Yo las he defendido siempre. En Aragón, el embalse de Yesa y las presas del Pirineo impiden que cada vez que hay una avenida del Ebro los desastres que se pudieran ocasionar sean absolutamente espectaculares. Y hay que acometer limpiezas sin ningún tipo de complejo. En tercer lugar, hay que cerrar el Estado autonómico.
«En la DANA se tenía que haber declarado emergencia nacional y coger las riendas el Gobierno, pero no está claro competencialmente»
P.- ¿Con una reforma constitucional, por ejemplo?
R.- En la Declaración de Granada decíamos hace 11 años que había que hacer una reforma de la Constitución para ir realmente hacia un Estado federal. Y, entre las medidas, que cada administración tuviera unas competencias absolutamente delimitadas, institucionalizadas. En esa Constitución figurarían explícitamente las competencias del Gobierno de la nación, de las comunidades autónomas y de los Ayuntamientos, para evitar solapamientos y los continuos conflictos de competencias que se producen. Así, ante circunstancias excepcionales, como la pandemia o la DANA, no habría titubeos, equívocos, ni interpretaciones capciosas. En el caso de la DANA de Valencia, desde el primer momento, se tenía que haber aplicado un concepto de emergencia nacional o similar y tenía que haber cogido las riendas el Gobierno de España. Pero es que eso no está claro competencialmente en ningún lado.
«El solapamiento de las competencias nos lleva a la ineficacia»
P.- Eso dice el PP, que el Gobierno debería asumir el mando y declarar una emergencia nacional, mientras que el Gobierno dijo que puso a disposición del presidente todos sus medios, apoyo y efectivos y fue el Gobierno autonómico el que no lo solicitó…
R.- Es que la ambigüedad existente en las leyes, ese solapamiento que se produce entre las competencias de las comunidades autónomas y el Gobierno de la Nación, es un solapamiento entre administraciones que nos lleva a recursos en el Tribunal Constitucional y a que muchas veces se aminore la eficacia de los propios servicios. Da lugar a ese tipo de equívocos.
«Soy partidario de una reforma constitucional pactada entre PP y PSOE»
P.- Entonces, ¿la ambigüedad de la Ley vigente ampara tanto la versión de unos como la de otros?
R.- Tendrá argumentos para defender la opinión de la emergencia nacional, el que la quiera defender. Pero tendrá argumentos para defender lo contrario, quien no lo quiera defender. Eso es justamente lo que hay que evitar y requiere que la federalización se produzca con una reforma de la Constitución, pactada entre el PSOE y el PP. Y estoy hablando de algo que hoy se antoja prácticamente imposible. Pero hay que tener en cuenta que en la Constitución se apuntó a un Título VIII sin ningún tipo de precisión más. Y la configuración actual de ese Estado se ha ido produciendo por aluvión, por transferencias no siempre simétricas en todos los sitios. Es decir, todo ha sido el resultado de, en el mejor de los casos, planificaciones a corto plazo y en el peor, de improvisaciones. Ante una situación de esta naturaleza debería tomar la iniciativa por ley y sin ningún tipo de duda jurídica, el Gobierno de la Nación, pero quien defienda que es competencia de la comunidades autónomas, también encontrará abundantes argumentos para justificarlo.
P.- Hubo un alto mando de la UME que intervino desde el primer día en las tareas de rescate en Valencia que decía tener clarísimo que, con la Ley en la mano, la UME solo obedece órdenes del responsable y que ese responsable del operativo en esa situación era el presidente valenciano…
R.- Sigo el debate por los medios de comunicación y lo que estoy viendo es que los unos y los otros se han pertrechado de argumentos y ninguno carece de fundamento. Todos tienen una parte de razón en lo que dicen, porque la propia ambigüedad de la legislación en el reparto de competencias es lo que hay que solucionar. Tendría que haber argumentos solo para una actuación. Y eso sólo se consigue reformando la Constitución y fijando las competencias de cada administración. No estoy criticando ni a la Comunidad Autónoma de Valencia, ni al Gobierno de la nación. Los dos se pueden acoger seguramente en la indefinición actual. Pero eso no soluciona el problema. Yo hablo de una reforma de la Constitución, que es lo que nuestro añorado Rubalcaba fue capaz de organizar con todos nosotros y se manifestó en la Declaración de Granada del año 2013.
P.- ¿Se ajusta al concepto de la «cogobernanza» que esgrime Pedro Sánchez?
R.- La cogobernanza en un sistema federal es algo fundamental. Yo soy partidario de un federalismo cooperativo y un federalismo en el que existan convenios, asociaciones, relaciones, en el que el Estado lo construyan también las comunidades autónomas asociándose entre sí, buscando similitudes entre ellas, que es una manera de hacer país y donde el Gobierno de la nación asuma el liderazgo. La cogobernanza debería producirse en la Cámara de representación Territorial, donde estuvieran representados los gobiernos autonómicos y el Gobierno de la Nación, como ocurre en Alemania.
«Hay que acometer limpieza de cauces y montes, ¡pero ya!»
P.- Volviendo a esa «contaminación del ecologismo doctrinario» que facilita catástrofes… ¿Se refiere a alguna política o actuación concreta del Gobierno o de las comunidades autónomas?
R.- Lo que estoy diciendo es que hay que acometer inmediatamente inversiones, ¡pero ya!, en limpieza de cauces, de montes. Y sobre todo, hay que poner a la población frente al espejo de la realidad: una construcción desordenada durante décadas, de toda clase de residencias, de urbanizaciones, de equipamientos, en sitios donde se sabía, a poco que se investigara, que iban a sobrevenir avenidas, riadas. Eso ha pasado siempre…
P.- ¿Considera que la forma de hacer las cosas, o de entender el cambio climático y la transición ecológica de la ministra Teresa Ribera está contaminada de ese ecologismo doctrinario?
R.- Yo fui 12 años presidente de la Diputación. Luego, otros ocho años presidente del Gobierno y siempre ha sido exactamente así, desde hace muchos años. Los funcionarios, las leyes, la gestión ordinaria de la Administración está contaminada por ese ecologismo doctrinario que, en Aragón, cada vez que ha habido acontecimientos dramáticos de esta naturaleza, hemos combatido absolutamente. No es nuevo en Aragón. Venimos sosteniéndolo desde hace 30 años, con gobiernos del PP y del PSOE.
«En cualquier país de nuestro entorno, una situación como la provocada por la DANA hubiera producido conversaciones varias entre el presidente y el líder de la oposición»
P.- ¿Le sorprende que ante una tragedia de tal magnitud no haya habido comunicación alguna, que se sepa, entre el presidente Sánchez y el líder de la oposición, Feijóo?
R.- En cualquier país de nuestro entorno, una situación como esta hubiera producido conversaciones varias entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición, no sé si presenciales y fotografiadas, pero al menos telefónicas. Pero en España, hay un constante proceso de polarización, de frentismo, un constante recurso de los partidos centrales del sistema a alianzas con partidos radicales, de extrema izquierda, de extrema derecha, que no creen ni en la Constitución, ni en el Estado, ni en España. Eso condiciona horrorosamente la política española. Tendría que haber un proceso de reflexión muy serio, tanto en el PSOE como en el PP, porque depender de socios que no comparten la Constitución, la idea de España, el europeísmo basado en la economía social de mercado… Gobernar con ese tipo de socios produce a la larga una contaminación indeseable para PP y PSOE.
«El mandato de los ciudadanos es que las dos fuerzas mayoritarias se entiendan»
P.- ¿Tiene solución?
R.- En España, PP y PSOE están en el 30%. Por tanto, los ciudadanos nos lo ponen muy sencillo. La extrema derecha está por debajo del diez. La extrema izquierda está por debajo del diez. Los nacionalistas sacados de su contexto en el conjunto de la política nacional deberían ocupar lo que deberían ocupar. Es decir, los ciudadanos nos resuelven la papeleta: depositan su confianza en el centro izquierda y centro derecha. Pues bien, que el centro izquierda y el centro derecha hagan caso al verdadero mandato popular, que en mi opinión es que las dos fuerzas centrales del sistema, en las que confían los ciudadanos, se entiendan en la mayor medida posible. Eso no quiere decir que la oposición renuncie a hacer oposición y el gobierno renuncie a gobernar.
«Los pactos de Gobierno que yo firmé (con Podemos) incluían el respeto absoluto a la Constitución»
P.- Usted gobernó con el apoyo de la izquierda extrema en Aragón… ¿Contaminó ideológicamente o de algún modo al PSOE de Aragón?
R.- No, y en mi caso se demostró que absolutamente no. Los dos pactos de gobierno que yo firmé incluían, en primerísimo lugar, el respeto y la observancia absoluta de la Constitución. Luego, desde el 79, el PSOE, igual que la socialdemocracia europea, admite como socios de gobierno a los comunistas en los ámbitos autonómicos y municipales, que es donde fundamentalmente se gestionan servicios, no las políticas troncales, la política económica, exterior. Eso ha prevalecido durante los años que llevamos de democracia. En los pactos que yo hice, había diferencias entre Podemos y nosotros, por ejemplo, en materia medioambiental. Ellos eran reticentes, por no decir opuestos, a hacer inversiones en la nieve, para el esquí, para los regadíos, eran reticentes a las granjas de porcino, a limpiar ríos, pero quedó claro que, a la hora de tomar decisiones, se imponía la decisión del partido mayoritario que éramos nosotros. Y a pesar de todo me pasé muchos años invirtiendo en la nieve, favoreciendo el porcino y haciendo regadíos.
«No existe una mayoría progresista en el Congreso de los Diputados»
P.- ¿Cree que esa fórmula no se pone en práctica en el Gobierno de España, por parte del PSOE?
R.- Es que las comunidades autónomas administramos bagatelas en lo que se refiere a política fiscal de verdad, que es la del Gobierno de la Nación y, lógicamente, sus diferencias de criterio son notables. Ahora vemos ese pacto fiscal que se quiere hacer. Y claro, ahí se pone de manifiesto que realmente no existe una mayoría progresista en el Congreso de los Diputados. Esa heterogénea mayoría que le dio la presidencia a Pedro Sánchez se resquebraja ante cuestiones de calado ideológico, porque Junts y el PNV son de derechas, pero no de derecha moderada. Son derecha pura y dura .
P.- La defensa que el Gobierno está haciendo de la financiación singular, que defiende el PSC para Cataluña y que se ha pactado con ERC, ¿puede llegar a romper al PSOE?
R.- En el PSOE de Aragón no somos contrarios por puro capricho, sino porque creemos en la igualdad, en la cohesión territorial, en la Constitución. Creemos en España y en Aragón. Y seguimos al pie de la letra, con convicción, las recomendaciones de los socialistas clásicos, de que hay que anteponer los intereses de España a los intereses del partido. Cuando vemos un pacto para que Illa (Salvador) sea presidente, que dice lo que dice, se nos saltan todas las alarmas, porque está en contradicción flagrante con lo que el PSOE ha dicho y defendido. Ese pacto entre el PSC y ERC supone un avance en distintas materias del soberanismo catalán y en la política fiscal. Se dice -blanco y en botella- que vamos hacia un concierto, llámese como se quiera. Por muchas cuentas raras que se hagan, lo cierto es que las arcas del Estado se van a ver desprovistas de varios miles de millones de euros. Y esto no es una opinión, es una constatación y va en detrimento de la financiación y de la prestación de servicios en el resto del territorio.
«No veo qué singularidad tiene Cataluña para obtener ese privilegio fiscal»
P.- ¿No hay que atender a singularidades en los distintos territorios?
R.- Yo estoy a favor de las singularidades, pero las que tienen que ver con la financiación de los costes de servicios por persona, que es lo que tiene que tener en cuenta realmente el sistema de financiación de las comunidades autónomas. Yo defenderé que en Aragón la financiación tiene que tener en cuenta la población envejecida, cuyos servicios cuestan más por persona que en una comunidad como Madrid, donde existe una población mucho más joven. Ese tipo de singularidades son las que se tienen que contemplar- y ya se contemplan- en un sistema de financiación. Pero no veo qué singularidad tiene Cataluña para obtener ese privilegio fiscal. La única singularidad es la derivada arbitrariamente de un pacto político que beneficia a Cataluña y perjudica al resto del país
P.- En el caso que se llegue a votar ese sistema de financiación en el Congreso de los Diputados, ¿los socialistas aragoneses votarán «no»?
R.- Yo, en el Senado, actué en consecuencia. Lo que hagan los diputados y senadores socialistas en el Congreso será cuestión de cada uno de ellos. Lo que sí le puedo decir es que el partido en Aragón no tiene ningún tipo de autoridad política sobre los diputados y los senadores. Y en el caso de Zaragoza, ni siquiera autoridad moral, toda vez que los senadores y diputados que nosotros propusimos, Ferraz los echó bajo y puso otros que no tienen nada que ver con la mayoría del partido en Aragón. La autoridad que tengo como secretario general sobre esos diputados y senadores es absolutamente risible.
«Veo con preocupación a un PP que está absolutamente desnortado»
P.- ¿Son lo que se denomina coloquialmente la representación del «sanchismo» aragonés?
R.- Tampoco hay que asombrarse ni escandalizarse, porque eso es lo que hemos visto siempre. A los diputados del PP se los llevaban los demonios con el trasvase del Ebro, pero iban a Madrid y votaban a favor. Luego le ponían aquí velas a la Virgen del Pilar para que los perdonara… muchas de las cuestiones que yo perfeccionaría en mi partido no son privativas de mi partido. Son vicios, defectos que están extendidos en toda la política española y que la que la empobrecen. Y en este momento también veo con preocupación un PP que está absolutamente desnortado y afrontando las expectativas donde consiguió gobernar con el apoyo de Vox. Le reprochan a Sánchez que no aprueba presupuestos, pero ellos, en este momento, son incapaces de aprobar presupuestos. Es un PP que, cuando llega al Gobierno, demuestra su falta de fe en los servicios públicos de la sanidad y la educación. Y un PP que está en la guerra, en el frentismo y no contribuye a pacificar la vida de la vida política del país.
«Page y yo decimos lo que pensamos, pero hay muchos compañeros que piensan exactamente lo mismo»
P.- La suya y la de Emiliano García-Page son, prácticamente, las únicas voces críticas dentro de la estructura orgánica del PSOE. ¿No existen más o no se atreven a ser oídas?
R.- Yo ya dije quenosotros decimos lo que pensamos y hay muchos compañeros que piensan exactamente lo que pensamos nosotros, pero luego públicamente no se atreven. Yo no tengo pelos en la lengua. Digo lo que pienso con respeto a todo el mundo. Evidentemente, no recibo ovaciones estruendosas ni nada que se le parezca, pero cuando vuelvo a Zaragoza, en el coche, no paran de llamarme y mandarme felicitaciones por whatsapp de compañeros que han intervenido en el Comité Federal sin ningún atisbo de crítica ni disidencia. Un partido no puede ser una patrulla en la que cada cual hace lo que quiere, pero tampoco puede ser una secta ni un club de fans.
«La política tiene que recuperar honradez, frescura y credibilidad ante los ciudadanos»
P.- ¿Se refiere al PSOE?
R.- Son muchos, todos los partidos políticos… empezando por esa nueva política que vino a redimirnos a todos y que ha fracasado estrepitosamente en los adalides del sectarismo, el club de fans de Pablo Iglesias, o de (Albert) Rivera, en su día. En este momento, todos los partidos son clubes de fans y eso hace que la democracia se empobrezca. No cotiza decir lo que uno piensa. Y eso, desde luego, es incompatible con lo que yo entendí siempre por ser de izquierdas, con ser demócrata. Y, desde luego, es algo que la política española debería remediar por todos los conductos. No somos ajenos a lo que está pasando en el mundo entero, al auge de los populismos, que está contaminando las instituciones y redundando en el desprestigio de los políticos ante la ciudadanía. La política tiene que recuperar honradez, frescura y credibilidad ante los ciudadanos.
«Los que ocupan cargos en el partido ahora en algún momento pensaron y defendieron lo que yo sigo diciendo ahora»
P.- ¿Teme que su partido pueda terminar expulsándole por exponer públicamente lo que usted considera sus convicciones y quizás ellos puedan considerarlo una crítica al nuevo PSOE?
R.- Nunca me lo he planteado en esos términos. Hace 41 años que tengo el carnet del PSOE. Y mi idea de del socialismo, de la socialdemocracia, de las instituciones, de la lealtad interna y externa, de la libertad de expresión dentro del partido no ha cambiado ni un ápice. No soy un revolucionario en el PSOE, ni un crítico, ni rompo moldes. De hecho, todos los que ocupan los cargos del partido ahora, en algún momento de su vida pensaron y/o defendieron lo que yo sigo diciendo ahora.
P.- Usted anunció su marcha de la dirección del PSOE de Aragón la misma noche de las elecciones autonómicas. ¿Teme que su relevo venga impuesto por la línea que defiende la Ejecutiva Federal?
R.- Personalmente, a estas alturas de mi vida, no tengo nada que temer ni nada que ambicionar. Yo trato de insuflar ánimos a los compañeros de Aragón, para que sigan con voz propia, piensen por sí mismos, manteniendo una relación de lealtad mutua con el partido en Madrid. La futura dirección del partido la tienen que elegir los militantes. Pero lo que quiero es que tomen el camino que ellos quieran, con voz propia, que no sigan mi legado, ni estén pendientes de lo que yo piense o deje de pensar, pero que tampoco sean fieles observantes de las doctrinas de Madrid.
«El futuro secretario general del PSOE en Aragón tiene que tener claro que no es un delegado del Gobierno»
P.- ¿Cree que será posible, visto que se aproxima un Congreso Federal de aclamación al líder Sánchez?
R.- Debe ser posible, porque si el PSOE se presenta ante la sociedad aragonesa como un partido que antepone la comunidad a las cuestiones ideológicas, un partido leal con la dirección de Madrid, pero que exige una lealtad mutua y tiene voz propia, estoy seguro que, vista la pésima gestión de la derecha aragonesa en el Gobierno, ganarán las elecciones en 2027. El futuro secretario del secretario general tiene que tener claro que no es el delegado del Gobierno en Aragón.
P.- Ha mencionado la «pésima gestión» del PP al frente de la Comunidad de Aragón…
R.- Yo ya hice un pronóstico de que en qué iba a consistir su legislatura: que iba a aprovechar el viento de cola que le daba nuestra gestión anterior. De hecho, toda la reforma profunda de la economía aragonesa en materia de energías renovables en materias de empresas tecnológicas, en materia de agroalimentación, en materia náutica, son prácticamente en su totalidad inversiones que nosotros habíamos ya dejado en marcha, o cerradas y pactadas, y eso está beneficiando al actual presidente. Advertí de su falta de creencia en la bondad de los servicios públicos, le conduciría a abandonar los servicios públicos, o a su deterioro. Y se está produciendo, pese a que heredó un presupuesto y un situación económica positiva de mi Gobierno. Y otro viento de cola que exprime al máximo es la política de Madrid: los agravios con Cataluña, el concierto catalán y esas cuestiones que en Aragón caen fatal y quizás tienen una repercusión mayor que en otras comunidades autónomas.
«He tratado de ser ejemplar y que mi entorno familiar no se beneficiase de mi presencia en la política»
P.- Recientemente, hemos visto a la mujer de Pedro Sánchez comparecer ante la Justicia y también ante una comisión de investigación parlamentaria en la Comunidad de Madrid. ¿Qué lectura hace de todo lo que conocemos y qué impacto cree que puede tener este y otros casos en el electorado socialista?
R.- Desde el principio, he preferido no opinar sobre este asunto. El componente personal que tienen estos asuntos es difícil, complicado y a veces doloroso para quienes sufren estas situaciones. A lo largo de mi vida política, he tratado de ser ejemplar y he procurado que mi entorno familiar tampoco se beneficiase de mi presencia en la política, sino que se hiciera cargo de que, a veces, para la familia de un político, su presencia en las instituciones, más que una ventaja no deja de ser una especie de inconveniente. Esa es la moral, no de un socialista, sino la moral de cualquier demócrata. No dudo que sea también la del presidente, pero es la mía.
«El ‘caso Koldo’ preocupa y causa un quebranto muy serio a nuestra militancia»
P.- En todo caso, ¿cree que los escándalos de corrupción que han surgido alrededor del PSOE pueden pasarle factura en las próximas elecciones?
R.- Más allá de la mujer del presidente, hay una situación muy preocupante, que es el caso Koldo. Preocupa y causa un quebranto muy serio a nuestra militancia. El partido ha tomado medidas y ha excluido a Ábalos, lo ha echado al Grupo Mixto. Pero, evidentemente, este tipo de situaciones incomodan a un socialista, pero es que horadan la democracia.
P.- ¿Cree que habrá Presupuestos para Aragón y que Vox acabará apoyando las cuentas de Jorge Mazón, ahora que han salido del Gobierno?
R.-Bueno, Vox se fue del Gobierno a regañadientes y obligado por el señor Abascal, desde Madrid. La verdad es que las estridencias de Vox, le causaban algunos problemas de imagen. Pero en lo sustancial tampoco tenía muchos problemas de convivencia con ellos. No descarto que acaben teniendo un pacto final para aprobar el presupuesto. De quien no pueden esperarlo es del PSOE.
P.- ¿Cuáles son sus expectativas ante el 41º Congreso Federal del PSOE?
R.- De momento, me congratulo de que mi partido siga manteniendo la sana costumbre de celebrar los congresos, como mandan los Estatutos, cosa que, por ejemplo, el PP no hace. Y es una negación en sí misma de la democracia. Un Congreso hecho por un partido en el poder no deja de ser un congreso de reafirmación del Gobierno, de la afirmación de las políticas del Gobierno y donde las voces críticas, tienen bastante poco que hacer y el debate está prácticamente excluido. Me temo que algo de eso puede ocurrir en el Congreso Federal del PSOE.