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Las cumbres iberoamericanas tocan fondo con la ausencia de Sánchez y casi todos los líderes

El plantón unánime de líderes americanos debilita aún más la diplomacia española en el tablero internacional

Las cumbres iberoamericanas tocan fondo con la ausencia de Sánchez y casi todos los líderes

Felipe VI (i) junto al presidente de Ecuador, Daniel Noboa (c), y el secretario general iberoamericano, Andrés Allamand (d). | Foto: Casa de S.M. el Rey

La XXIX Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado y de Gobierno de este jueves y viernes en Cuenca (Ecuador) pasará a la historia por el plantón de todos los líderes del continente hermano que estaban invitados al cónclave bianual. Una situación inédita que deja en mal lugar a la diplomacia española, principal impulsora de este foro desde su creación en 1991, y que muestra en toda su crudeza cuál el peso actual de España en el tablero internacional.

La cita en Ecuador competía con la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) que organiza Perú el viernes y sábado, en el que han estado Joe Biden, Xi Jinping y Justin Trudeau; así como con el G-20 de Río de Janeiro (Brasil) de los próximos lunes y martes, por lo que tenía todas las de perder ante tal acumulación de eventos. Si bien la cumbre iberoamericana no se solapaba formalmente con la APEC -la primera terminaba en la mañana del viernes mientras llegaban los primeros mandatarios a Lima-, lo cierto es que todos los líderes con agenda en ambos eventos se decantaron finalmente por la APEC.

Al final, solo acudieron los jefes de Estado de España y Portugal, Felipe VI y Marcelo Rebelo de Sousa, junto con el primer ministro de Andorra, Xavier Espot, y el anfitrión, el ecuatoriano Daniel Noboa, principal ‘culpable’ de la espantada iberoamericana. Ninguno de los 19 mandatarios de América Central, el Caribe y Sudamericana viajó a Cuenca, por lo que la cumbre tocó fondo. El número de ausencias es inferior a las 13 que hubo en las cumbres de Panamá (2013) y Cartagena de Indias (2016), que hasta ahora marcaban la cifra más baja, por lo que el registro de Cuenca será difícil de superar. En realidad, peor es imposible. Simplemente, no se podría celebrar la cumbre iberoamericana.

Al final, no participaron presidentes como Javier Milei (Argentina), Lula Da Silva (Brasil), Luis Arce (Bolivia), Gabriel Boric (Chile), Miguel Díaz-Canel (Cuba), Claudia Sheinbaum (México), Daniel Ortega (Nicaragua), Nayib Bukele (El Salvador), Dina Boluarte (Perú), Nicolás Maduro (Venezuela), Rodrigo Chaves (Costa Rica), Xiomara Castro (Honduras), Luis Lacalle Pou (Uruguay), Santiago Peña (Paraguay) y Luis Abinader (República Dominicana).

Si bien Milei había sido inicialmente confirmado por la cancillería ecuatoriana, la presidencia de Argentina notificó el pasado lunes que no viajaría a Cuenca para poner rumbo a Florida (EEUU), donde mantuvo un encuentro con el presidente electo de este país, Donald Trump. Mientras, Lula prefirió quedarse en su país para preparar la mencionada cumbre del G-20, en la que sí estará Sánchez como invitado. El boliviano Arce está inmerso en un enconado pulso con el expresidente Evo Morales por ver quién es el candidato del oficialista Movimiento Al Socialismo (MAS) para las próximas elecciones de 2025 y el salvadoreño Bukele prefirió quedarse en su país pese a sus ausencias en las últimas dos ediciones y a que comparte con Noboa su política de mano dura con las bandas criminales.

Además, Quito esperaba que Petro estuviese en reciprocidad por la asistencia de Noboa a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad (COP16) en Cali, pero las recientes inundaciones en el Chocó ya hicieron que el mandatario colombiano cancelase su viaje a Bakú para la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP29).

También fue la duodécima cumbre consecutiva en la que Venezuela participó sin su presidente, que no acude a este foro desde que en 2007 el rey Juan Carlos I espetó a Hugo Chávez el recordado «¿Por qué no te callas?» cuando el mandatario venezolano interrumpía al entonces presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, mientras este último defendía a José María Aznar.

Al hilo de ello, hubo tres países -México, Venezuela y Nicaragua- que no enviaron a ningún representante diplomático a la cita en los Andes ecuatorianos. Y es que esta cumbre quedó marcada por la orden dada en abril por Noboa de realizar un asalto policial a la Embajada de México en Quito con el fin de detener a Jorge Glas, exvicepresidente de Rafael Correa (2007-2017), condenado por corrupción y al que el Gobierno mexicano había concedido asilo al declararse perseguido político, según Efe.

Ese episodio llevó a que México rompiese relaciones con Ecuador e iniciase un litigio en la Corte Internacional de Justicia (CIJ), mientras que Nicaragua y Venezuela siguieron el mismo camino y cortaron relaciones con el Gobierno ecuatoriano. Con la nueva presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, no ha cambiado la situación con Noboa. Y además, ha abierto una crisis diplomática con España al exigir que el Rey pida perdón por los años de presencia española en su país desde el descubrimiento, por lo que su presencia estaba descartada de antemano.

Todas estas ausencias fueron el principal motivo de que no hubiera una declaración final de la cumbre, sino una «declaración adoptada en el marco» de la cita, en palabras de la canciller ecuatoriana Gabriela Sommerfeld, debido a «posiciones radicales entre algunos países», que no quiso detallar, según Europa Press.

El monarca fue el encargado de recoger de manos de Ecuador la secretaría pro témpore, que España ejercerá en los dos próximos años para preparar la siguiente cumbre, en 2026. Será la cuarta que acoge desde la de Madrid en 1992, la de Salamanca en 2005 y la de Cádiz en 2012. Todavía no se conoce qué ciudad albergará la cita, que en todo caso será «muy simbólica» al coincidir con el 35 aniversario de la primera, indicó el ministro José Manuel Albares.

Si bien España acostumbra a participar en estas cumbres con el Rey y el presidente del Gobierno, en esta ocasión no viajó el jefe del Ejecutivo tras las trágicas inundaciones ocurridas en Valencia que han dejado hasta el momento 225 muertos -217 de ellos en la provincia de Valencia- y 14 personas desaparecidas. Su ausencia arrastró también al primer ministro luso, Luis Montenegro.

La cumbre de Cuenca estaba prevista para reconciliar a Sánchez y Milei después de que ambos gobiernos restableciesen a finales de octubre plenas relaciones diplomáticas tras el nombramiento, por parte española, de un nuevo embajador en Buenos Aires. Todo ello, sin que el presidente argentino haya pedido perdón por sus palabras de mayo en un mitin de Vox en Madrid en las que se refirió a Begoña Gómez.

THE OBJECTIVE ya desveló en agosto que el Gobierno de Sánchez había iniciado el deshielo en las relaciones bilaterales con la Argentina de Milei con la vista en una eventual reconciliación en Ecuador. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, mantuvo a mediados de agosto una conversación en un «tono cordial» con su entonces homóloga argentina, Diana Mondino, según reveló El País, en lo que fue la primera comunicación a alto nivel entre ambos gobiernos desde que España retiró a su embajadora en Buenos Aires, María Jesús Alonso, como castigo por las palabras del mandatario argentino contra la mujer de Sánchez.

Además, en las últimas semanas hubo gestos de distensión entre ambos. Por ejemplo, ambos países se embarcaron en una especie de ‘diplomacia del burro’ que ayudó al deshielo en las relaciones bilaterales cuando el Gobierno de Milei adquirió al Ejército español dos asnos de su cría caballar con el fin de mejorar la raza de los ejemplares que tiene la unidad de montaña de las Fuerzas Armadas argentinas. El Ejecutivo argentino defendió, además, a España el pasado 12-O con un vídeo ensalzando la gesta de Cristóbal Colón mientras México exigía disculpas al rey Felipe VI por la conquista española del continente hermano.

La elección de un nuevo embajador para Buenos Aires por parte española era el último paso en el cronograma de la reconciliación política entre ambos países, cuya guinda hubiera sido un apretón de manos en Cuenca. Todo el plan se sustentaba en la previsión de que el presidente argentino no lance más ataques contra España.

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